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domingo, 30 de junio de 2024

COLONIAS

 


         Tradicionalmente el tiempo de verano se ha convertido en un interminable espacio de algo más de dos meses, durante los cuales la escuela permanece cerrada, sus espacios susceptibles de arreglos, en el caso de que sean precisos y, de no ser así, las calles eran el espacio idóneo, disponible para juegos de cierta libertad. Desde los primeros setenta del siglo pasado, aprovechando las muchas deficiencias de vida que tenían los niños en condiciones normales, buscábamos aulas cercanas a la costa para que pudieran pasar un par de semanas en libertad con sus compañeros, gozando del mar y sus cualidades en lo que dimos en llamar COLONIAS. A muchos de nosotros nos sirvió de excusa para conocer el mar y gozamos de privilegio de pisar su arena y presenciamos el espectáculo interminable de la extensión azul sin fin y hasta darnos un incipiente paseo en barca de donde guardamos para siempre pequeños grupos de delfines que se acercaban a nosotros y dejaban en nuestra mente aquellos saltos juguetones que ya nunca hemos podido olvidar.



         A medida que aquellos días gozando del agua y del calor de la playa se fueron generalizando, otras actividades parecidas como cortijos en medio de los montes para aprovechar la pureza del aire y lo agradable de sus temperaturas, tanto de día como de noche, permitieron a grupos de niños a partir de 8 años más o menos, vivir fuera de la estructura familiar, aprendiendo a estructurar un sistema de vida al margen de la familia y promoviendo una manera de convivir de manera cooperativa, con un nivel de libertad diferenciado de la normativa escolar, pero también de la disciplina de familia. En grupos más o menos pequeños, los niños han  aprendido a vivir relacionándose con ellos mismos y articulando un sistema de vida en  el que todos van aprendiendo a convivir en grupo, organizando estructuras de comportamiento horizontales, con compañeros de una edad parecida, con problemas y soluciones similares.



         Lo que en los primeros setenta no eran más que experiencias más o menos aisladas, poco a poco se fueron generalizando para diversificar formas de vida que fueran complementando comportamientos que vinieran a completar las estructuras más o menos cerradas, de la familia y de la escuela. Hoy que ya han generalizado, más o menos, estas estructuras complementarias, se han abierto para grandes grupos de pequeños, formas de vida que sirven para enriquecer nuevas experiencias. Otros complementos enriquecedores pueden ser también los cambios de espacio y el contacto con compañeros, con diversos compromisos que amplíen y diversifiquen nuevas formas de vida. De aquellas exigencias que aprendíamos como hechos insólitos, hemos ido asumiendo nuevas maneras de relación que enriquecen la convivencia.



         La propia diversidad que se ha ido imponiendo como nueva forma de vida, también  nos va enseñando que la diversidad es una forma de riqueza. Estamos llegando a una situación en la que se nos muestra que la vida nos ofrece distintas maneras de resolver nuestras problemáticas cotidianas, de modo que nos vamos dando cuenta de, hasta qué punto, somos capaces de resolver distintas situaciones nuevas, nos va dotando de nuevas posibilidades de afrontar nuevas posibilidades de resolver problemas que pudieran enquistar cauces a solución de problemas que podemos no encontrarles salida en momentos determinados. La diversidad nos hace capaces de afrontar situaciones nuevas hasta encontrar soluciones nuevas para problemas a los que en momentos determinados, podemos no encontrarles salida. Caminar por caminos nuevos también significa encontrar nuevas formas de vida.     



 

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