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domingo, 16 de junio de 2024

HUMANIDAD

 

         Una señora mayor de Cádiz cumplía su contrato de alquiler y en 15 días se iba a ver en la calle si no encontraba un espacio nuevo para vivir, a esas alturas de su vida. De pronto la noticia cambia de signo y se nos comunica Que el Cádiz Club de Fútbol ha comprado la vivienda que habitaba esta señora y le mantiene las condiciones de su arrendamiento mientras viva. La solución aparece en toda la prensa, por lo insólita sin duda y, en honor  a la verdad, por el chute de optimismo que significa comprobar lo que podemos obtener de tanta desolación como nos rodea. Otras veces se nos cuenta de un viaje desde alguna zona de guerra con un avión cargado de niños malheridos para ser atendidos como se merecen. En esos  momentos pienso a dónde volverán, una vez curados. Parece como si en medio de tanta desolación como nos rodea, aparecieran gotas de luz que nos indican otros caminos que son también posibles y que nos hablan de que el mundo tiene otras opciones por las que transcurrir, y no sólo por las de la muerte, la desesperación y la injusticia.


         Son apenas fogonazos de luz que nos deslumbran y son capaces de señalarnos caminos que no esperábamos. Se destacan socialmente por lo insólitos, pero también porque son posibles. Son lecciones de vida que nos llegan desde las mismas calles donde se roba, se ignora al vecino o se pasa de largo a
nte cualquier desgracia, como si lo que aparece ante nuestros ojos no fuera con nosotros. Si valoramos el conjunto de lo que nos llega comprobamos que la mayor parte de lo que nos sucede se inclina a mostrarnos insolidaridad, abandono y desidia. Quizá por eso, presenciar un destello de luz y de grandeza, por pequeño que sea, nos dice que las cosas no tienen por qué ser siempre miserables. Es más, cualquier detalle que nos asombra nos dice lo grandes que podemos ser desde el mismo suelo desde el que vamos esparciendo miseria a manos llenas. Destacar los destellos de luz nos dignifica a todos porque nos ofrece una dimensión nueva de lo que somos capaces, aunque muchas veces ignoremos hasta dónde pueden alcanzar nuestras posibilidades.



         Nos sobran argumentos para avergonzarnos de lo que solemos hacer normalmente, como si lo único que fuéramos capaces de dejar por el camino, fueran muestras de muerte y desolación. De estos resultados sí tenemos ejemplos sobrados. Las imágenes que no llegan están llenas de ejemplos de signos miserables. Quizá por eso nos pueden deslumbrar algún signo en la  dirección contraria. Pero por más insólito que sea, podemos asumir que las rarezas son posibles y también forman parte de la normalidad. La vida no es sólo negra y desolada. Cuando parece que no hay más salida que la desolación surge un punto de dicha en cualquier esquina que nos hace replantearnos que  el camino tiene salidas que no teníamos previstas. Es este tiempo, tanto la guerra de Ucrania como la de Gaza, sin ser las únicas, son las que tenemos más cerca y significan un espejo indeseable que nos mantiene una imagen poco edificante de nuestras posibilidades.



         Por eso nos asombra mucho más ese instante de luz que se nos para en el camino y nos deslumbra cuando nos ofrece una imagen de nosotros que nos sorprende por insólita, capaz de ofrecernos un camino nuevo, un destino nuevo, un nuevo rumbo que siempre estuvo al alcance de nuestra mano pero que la propia pequeñez de nuestros ojos nos impide valorar la grandeza que somos capaces de alcanzar. Sin embargo la vida no tiene por qué ser siempre tan pobre y tan miserable. La sola posibilidad de enfrentar un punto de luz, por pequeño que sea, es suficiente para hacernos ver que todas las posibilidades están a nuestro alcance y que no hay ningún impedimento objetivo que nos impida acceder a niveles de dignidad y de grandeza a los que somos capaces de acceder con nuestros propios medios. Sería importante asumir el riesgo de probar porque lo que se nos abre en cuanto lo intentemos no es más que toda una capacidad que ni siquiera pensamos que seríamos capaces. ¡Viva el Cádiz Club de Fútbol!.  



4 comentarios:

  1. Quizá me hubiese gustado más si el gesto hubiese sido anónimo, tengo en la piel de mi alma el dicho cristiano que tú mano derecha no sepa que hace tu izquierda, un ateo contradicciones de la vida.

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  2. Efectivamente, la vida acepta contradicciones y hay que vivir con ellas. Un beso.

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  3. No hay palabras, amigo.
    Todo me afecta mucho.
    No puedo expresarlo....
    Y aunque pudiera, de nada sirven las palabras.
    Es todo demasiado intenso y terrible 😔
    Besos.
    Feliz domingo, mi niño.

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  4. Gracias por compartirlo.
    Siempre magnífico

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