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domingo, 25 de diciembre de 2016

DUDAS


         De pronto, no sabes muy bien por qué, una simple secuencia te pone en jaque, te hace dudar de todo y, a poco que lo pienses, eres capaz de creer que nada merece la pena y que en realidad estás  preocupado sólo de tu ego y el resto de objetivos que tanta motivación te habían producido cuando iniciaste esta andadura se pierden en el magma de una noche de frío o en la discusión de una cena que podría ser gloriosa pero que termina en miserable. Y al día siguiente, sin explicarte mucho las razones, te vuelves a sentar frente al ordenador y decides que todavía no te vas a callar aunque el cuerpo de lo pida porque la infancia y su causa general es más grande que tú, va a seguir presente aunque tú te calles y vale la pena colaborar a que no sea el silencio, tu silencio, todo lo que seas capaz de aportar a su causa.

         Sé muy bien lo que significa un día como hoy en el que por decreto de todos los poderes hegemónicos ordenan que felices fiestas, que alegría porque la Navidad es tiempo de esperanza y porque hasta tus argumentos amigos relativos al ciclo del sol que acaba de cruzar el solsticio de invierno y que cada día te va a ofrecer unos pocos minutos más de presencia hasta alcanzar su cenit allá por el 21 de junio en que la luz será máxima. Pues con todos los argumentos a favor esta mañana lo único que me mueve es mi compromiso conmigo mismo de estar presente en esta página y no tengo otro sostén que este puñado de palabras huyendo del silencio, que es lo que me pide el cuerpo. Y no sólo por las razones de que miramos las noticias del mundo y parece que se esconden las esperanzas de mejora. Cómo quitarse de la mente el espectáculo de Siria y esos niños deambulando como zombis por las calles sin saber ni a donde van.

         Pero no valen engañifas. Sé que puedo engañar a todo el mundo pero no quiero engañarme a mí. La maraña que tengo delante de los ojos y que me hace verlo todo borroso esta mañana no es de fuera sino interior, de distancia bien corta. Puede que roce incluso mi propia piel, que sea mi propia sangre la que intente noquearme esta mañana hasta dejarme completamente en silencio. He dicho muchas veces, porque lo creo, que hay temas que deben formar parte del discurso visible porque si no hay alguien que los mantenga públicos como si se trataran de mariposas de luz que se sublevan contra la oscuridad y el silencio,  es posible que termináramos hablando de la problemática del fútbol y sus millones y poco más. Esta mañana ni siquiera soy capaz de sostener si eso sería mejor para todos o no. Puedo incluso admitirlo pero todavía me queda algo dentro que me dice que los pequeños deben seguir presentes por encima o por debajo de nuestras propias miserias y que ellos valen mucho más que nuestras miserias personales y que yo no empecé este COMO NIÑOS para escribir hoy sí y mañana no.

         También he repetido y lo seguiré haciendo me temo, que no se trata aquí de estar ofreciendo ideas geniales ni recetas de comportamiento para mejorar la vida de los menores. Si recordáis, el empeño fundamental ha sido en todo momento y lo sigue siendo hoy en horas tan bajas que todo el discurso de la infancia se haga socialmente presente y compita con los grandes temas de actualidad porque raramente van a ser materia de primera página algún asunto relacionado con menores que no signifique un terrible suceso de un día sin tener claro si detrás de esa noticia se encuentra el morbo del suceso en sí o los deseos de mejora de las condiciones de vida para que esos sucesos no se repitan. De todo habrá seguramente. Vosotros mismos con vuestros propios ojos estáis viendo lo mismo que yo cómo arrastrándome palabra a palabra he resuelto mi compromiso de hoy cumpliendo la decisión tomada va ya para seis años. Mañana será otro día.

domingo, 18 de diciembre de 2016

RECUERDOS



         Antes de ayer, día 15 de Diciembre a las seis de la tarde, en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Educación presentamos el libro sobre el Movimiento Freinet en Granada en el que un conjunto de personas, maestros, alumnos, padres contamos desde nuestra experiencia lo que significó la pedagogía Freinet y cómo, cada uno desde el ángulo en que le tocó vivirla, le dejó una profunda huella que, si hubiera que sintetizarla por lo que en la presentación se dijo, hablaríamos de libertad, de protagonismo y de una escuela viva.

         La idea había surgido tiempo atrás, de las compañeras Ana María Guerrero y Paqui Sánchez quienes se pusieron en contacto con los miembros que hace años formamos el Grupo Territorial de Granada del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular, (MCEP)  pera que cada uno contara un poco de su experiencia personal como le pareciera oportuno. No todos han respondido pero los que aparecen en el libro desgranan lo que para ellos ha significado su encuentro con este movimiento pedagógico y cómo les cambió la vida profesional y hasta la personal. Se puede decir que en el libro no están todos los que son pero que sí son todos los que están. Algunos, incluso, han conseguido que alumnos suyos y hasta familias de alumnos participen y cuenten cómo vivieron ellos aquellos años en los que llegaban a la escuela y sabían que sus hijos no tenían libros de texto, trabajaban todo el día con ganas y querían volver al día siguiente.

         La Universidad de Granada ha tenido a bien incluir este libro en su amplio catálogo de publicaciones lo que significa que cualquier persona que pueda sentirse interesada por su contenido puede dirigirse a su departamento de publicaciones y hacerse con un ejemplar si lo desea. Más de una vez hemos acometido la experiencia de contar nuestras prácticas pedagógicas, bien en solitario o en grupo, pero nos hemos encontrado con que nuestro trabajo se agotaba en sí mismo y, una vez que la primera edición perdía vigencia porque no tenía detrás un soporte en forma de catálogo en el que cualquier interesado pudiera  localizarlo. En este caso, gracias a la participación de nuestro compañero Matías Bédmar, miembro de nuestro grupo y a la vez profesor de la Universidad se ha logrado que el Departamento de Pedagogía se interese por la experiencia y, a pesar de muchas dificultades de diversa índole, por fin ha visto la luz.

         Creo que el principal valor del libro es el de ser un testimonio verdadero de unas personas y de un momento histórico, de que una serie de escuelas fueron distintas y significaron una esperanza para la estructura y para las personas a las que les tocó asistir, bien de alumnos, de familiares o de docentes. Estoy seguro que puede ser de utilidad para cualquier interesado en la educación pero también quiero decir que cuando yo miraba a las cincuenta personas más o menos, que estábamos presentando el libro inevitablemente echaba en falta a los alumnos de la Facultad, futuros docentes que van a tener en sus manos otras experiencias profesionales y que deberían conocer las nuestras,  para seguirlas en el caso de que se identifiquen con ellas, o para ignorarlas y encontrar las suyas propias. Por nada del mundo quisiera que este libro significara memorias personales de viejos ilusos que siempre estuvieron un poco fuera de la realidad pero que ya son pasado.
         Allí se cuentan memorias reales de vida y la vida siempre es presente si hay quien esté dispuesto a hacerla presente cada día en su propio comportamiento y en su trabajo. Seguramente es necesario que aparezcan más escritos sobre estas experiencias unas de ayer y otras de hoy porque la vida sigue y ojalá sigamos defendiendo la llama del protagonismo,  para nosotros como profesionales y, sobre todo para los pequeños que aprenden los primeros pasos de sus vidas con nosotros. 

domingo, 11 de diciembre de 2016

COMERCIO


         No es la primera vez que trato el tema de la inclusión de los menores como reclamo de determinados productos. Durante todo el año aparecen determinados anuncios en los que aparecen menores en la promoción. Quién no recuerda en España aquel anuncio de Iberia en el que incluyó casi 200 bebés de menos de 2 años pegados materialmente al suelo a través de los pañales que llevaban puestos, anunciando las excelencias de su línea aérea. Sucede que las navidades, con los regalos de fondo son fechas especialmente propicias  para que los bebés ejerzan de agentes de promoción de primer orden. La mayor parte de las veces se tratan de regalos infantiles pero también para cualquier otra rama del comercio.

         Dos botones de muestra. Ahora en España está muy vivo el tema de fiesta de los toros sí o fiesta de los toros no, aparece un festejo taurino en beneficio de un pequeño con cáncer que confiesa que su ilusión en la vida sería ser torero y ya lo tenemos de bandera de los unos contra los otros a niñazo limpio. Ayer mismo un juez acaba de decretar prisión para un padre al que se le acusa de haber obtenido casi un millón de euros solicitados para hacer frente a los gastos de la enfermedad rara de su hija, que parece que es real,  pero que le han servido al parecer para que la familia pueda vivir con un alto nivel de vida. El juez les ha quitado provisionalmente la patria potestad de la hija y se la ha asignado a unos tíos de la pequeña mientras duran las investigaciones que tienen una pinta malísima porque están apareciendo datos sobre gastos que para nada están relacionados con los fines curativos para los que se solicitaban las limosnas.

         Sé que son dos casos un poco extremos pero creo que nos deberían servir para reflexionar sobre hasta dónde somos capaces de llegar y sobre lo fino que es el hilo que separa la decencia sobre otros calificativos que me resisto a pronunciar por andar los menores de por medio. Prefiero bajar un poco el listón del abuso y centrarme en la cantidad de menores cuyas familias, de manera entusiasta incluso,  los ofrecen para todo tipo de actividades comerciales para aumentar las ventas. Mi escándalo se centra desde luego en que sean sus propias familias las que los induzcan de manera entusiasta a que se conviertan desde sus primeros años en carne de explotación de cuyo beneficio no sé si ellos se aprovecharán en alguna medida pero los adultos que los rodean sí que se aprovechan desde el primer momento. Ante semejante espectáculo uno no sabe muy bien por dónde tirar. De quien tenemos que proteger a los pequeños si son sus propias familias las que las que trafican con ellos.


         Luego vemos de vez en cuando las pésimas condiciones en que se desenvuelve la vida de miles de niños que trabajan en basureros luchando por la supervivencia con toda la dignidad que tiene esa lucha por la vida, por más que sean miserables las condiciones en las que se desarrolla, y al parecer este abuso de tratar a los pequeños como agentes de venta para beneficio de los comerciantes o de sus familias o no se las califica de ninguna manera o incluso alardean de alguna forma de prestigio social. Uno piensa en las distintas varas de medir según los distintos baremos que apliquemos,  si nos afecta a nosotros o si les afecta a los de enfrente. Por extensión y sin extenderme no hay más que ver la cantidad de programas con niños de por medio que cubren tiempo televisivo, o sea dinero que va a los bolsillos de cualquiera menos de los menores.   

domingo, 4 de diciembre de 2016

CHAPUZA


         Los sinsentidos de los que algunas veces hablamos al comentar la estructura escolar dan como resultado puentes como este en el que estamos metidos que más de uno y más de dos lo habrán comenzado el día 2 de diciembre y pueden volver al trabajo  el día 13 si logran empalmar la Constitución con la Inmaculada sorteando los días 7 y 9, laborables a pesar de todo. Pero no se puede olvidar que las vacaciones de Navidad comenzarán, como muy tarde el día 23, alrededor de otros 18 o 20 días, con lo que entre unas cosas y otras, casi un mes de vacaciones  por la cara. Si lo que prevalece es el agobio del trabajo, cuantos más días lejos de él mejor, por supuesto. Pero si contamos con el trabajo como valor hacemos un pan como unas hostias.

         En reiteradas ocasiones nos hemos parado a reflexionar sobre las consecuencias del cambio de ritmo de vida para los menores, sobre todo como en esta época en la que hace un par de meses que comenzó el curso y a estas alturas se está consolidando una incipiente estructura de trabajo que, se quiera o no, significa disciplina, seguir el hilo de las costumbres que derivan de la implantación del programa, de los horarios y de las rutinas derivadas del día a día. Pues bien, cuando todo esto está todavía frágil porque lleva poco tiempo de implantación, por razones que mejor que no analicemos para no meternos en berenjenales, cortamos el ritmo y nos metemos de nuevo en pleno ocio sin venir a cuento poniendo patas arriba cualquier lógica de implantación de una mínima estructura de trabajo escolar y forzamos a las familias a que asuman las 24 horas de sus hijos como puedan o como no puedan.

         Tradicionalmente la conciliación de la vida familiar con las necesidades de la educación de los menores ha sido y en un problema que se resolvía con el sacrificio de la madre que terminaba abandonando el trabajo para dedicarse a la crianza de los hijos y todos tan contentos. Todos menos ellas naturalmente. La flagrante injusticia de esa lógica se ha visto superada por la idea de que todos somos iguales y de que los hijos tienen madre y también padre que resulta que no es ni más ni menos importante que la madre y que las necesidades de los hijos han de ser compartidas por razón de justicia y de dignidad. Y aquí arranca un problema que no tenemos resuelto de ninguna manera. El padre y la madre ahora pueden estar trabajando los dos a tiempo completo porque son muchos los compromisos a los que hay que hacer frente, con lo que los niños son de hecho criados por los abuelos cada vez en mayor medida y los padres apenas los ven. Si encima, como en el caso que comentamos, se trata de atenderlos a tiempo completo por la concatenación de puentes y por la frecuencia y longitud de las vacaciones, los resultados no sé por qué nos pueden extrañar si después nos arrojan datos de que no alcanzamos las cotas mínimas de conocimientos que cabría exigirnos.


         No seré yo el que defienda el trabajo durante muchas horas para los pequeños, ni mucho menos. Sí defiendo, por el contrario, y con toda la fuerza que puedo, la conveniencia de la estabilidad de la vida escolar, que no son sólo lecciones sino convivencia en sentido mucho más amplio, que permita a los pequeños sentir los beneficios de la vida con sus iguales, el nacimiento y la consolidación de amistades profundas y el desarrollo de proyectos comunes que los hagan acceder al conocimiento a través del trabajo en grupo. No debería ser demasiado pedir y nos permitiría mostrar una cara digna, que no sé de qué modo vamos a poder mirarnos al espejo con tanto puente y vacación alrededor.