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domingo, 26 de octubre de 2014

PERCEPCIÓN


         Reconocíamos la semana anterior que la propia inercia del discurso nos hacía internarnos en el programa  de tres años, no sé si por lo mayoritarios que resultan o, sencillamente, porque su funcionamiento se parece en cierta medida a todo lo que se conoce por el contexto escuela. Pero hay otra escuela que empieza a veces con unos pocos meses de vida, los hijos de aquellas familias en las que trabajan los dos miembros, familias monoparentales o, sencillamente,  de quienes estiman que esta forma de vida socializada desde tan pronto es más positiva para sus hijos y disponen de una plaza en algún centro, cosa que no siempre es posible.

         Antes del acceso físico de los niños se han debido realizar una serie de contactos entre la familia y el centro y las personas que van a acoger al pequeño, de modo que cuando llegue el día de su incorporación, aparte de estar al tanto el centro de las particularidades administrativas, sanitarias y físicas de la persona que se va a integrar, el grupo concreto que lo haya de asumir debe estar esperándolo y dispuesto a garantizarle un tiempo prudencial sólo para el nuevo. Los pequeños deben entrar uno a uno y disponer de atenciones particulares suficientes como para que se sientan incluidos en el espacio que los albergan. Si son grupos de pocos meses de vida, lo normal es que estén formados por un máximo de cinco miembros con lo que quien responda de ellos debe conocerlos a todos antes de que se incorporen y cuando vayan llegando deben ser recibidos de manera particular y ofrecerles un espacio y un tiempo específico a cada uno de ellos. Con relación a la vida en su casa van a ganar algunas cosas y van a perder otras por lo que hay que andar diligentes para que estos cambios tan profundos que van a experimentar se resuelvan lo antes posible y en las mejores condiciones para los pequeños.

         Trabajar con niños tan pequeños hace imprescindible para los profesionales un alto grado de vocación por la particularidad de la labor que se les encomienda. Un contacto tan directo y una relación tan estrecha significa  la implicación total de la persona responsable, de modo que si coincide con su apetencia profesional le puede ofrecer cotas de satisfacción muy elevadas y de enorme calidad y realización humana pero si no coincide, su trabajo se puede convertir en una verdadera tortura y llegar a resultarle insoportable. Y es que aquí, en este sector de la educación mucho más que en ningún otro, la persona profesional ofrece lo que es, lo que habitualmente guarda para sí, mucho más que lo que sabe. Hace falta saber y mucho para encarar y dar salida al montón de interrogantes que el día a día plantea con un grupo de bebés, pero lo más preciso es estar disponible para ellos para que en todo momento encuentren en quien sea responsable de ellos una referencia segura que les permita desenvolverse armónicamente durante el tiempo que permanezcan en el centro y evolucionar confiados y curiosos por las propuestas que se les ofrecen a cada momento.


         Todo este conjunto de asentamientos previos y personales son imprescindibles para crear un contexto adecuado para que los más pequeños los primeros días, que pueden ser muy angustiosos, encuentren un contexto físico y humano que los acoja y que los acepte. Hay que pensar que su aprendizaje fundamental, sobre todo en el primer tiempo, no se va a centrar en lo que ellos puedan producir, sino en el mayor y más eficaz despliegue de sus facultades perceptivas. Esto hace que quienes estén a su cuidado tengan una profunda formación para ofrecer un repertorio de estímulos adaptados y variados para que los objetivos de aprendizaje se produzcan pero mucho más importante e imprescindible tiene que ser haber conseguido que los pequeños se encuentren dispuestos y receptivos para interiorizar todo el elenco de estímulos que se les ofrecen para hacerlos suyos y para interactuar con ellos. Una metodología adecuada es imprescindible para llegar a los pequeños de manera eficaz pero no conseguiríamos los objetivos sin que los pequeños estuvieran adecuadamente estimulados e interesados en recibir los mensajes que sus responsables les proponen.


domingo, 19 de octubre de 2014

VIVIENDA

        
         El anterior comentario de Manuel creo que completa lo que quisimos ofrecer en el texto anterior sobre la amplitud del ámbito de estudio que merece la pena ofrecer a los pequeños, una vez que hemos estudiado el cuerpo: sus partes, sus sensaciones y las variadas formas en que se puede conocer el nuestro propio o el de los amigos. Él nos ofrecía en primera persona la propuesta concreta de su grupo sobre el plan que seguramente les puede llevar meses para precisar los planos de sus casas, cosa que más o menos, se afronta cada curso como parte del plan de trabajo, si bien cada vez de manera particular en función de las especificidades del grupo de alumnos en concreto.

         Una especie de casa colectiva es el recinto del aula concreta en el que el grupo al completo ha de vivir durante el curso que acaba de comenzar. La clase es un espacio suficientemente grande como para que se pueda diferenciar de la habitabilidad de la casa. Está formado por espacios  fijos que se suelen llamar rincones: biblioteca,  cuarto de baño, cocina, representación o lógico-matemático. Otros son más de quita y pon y se usan en función de las necesidades del grupo para una cosa o para otra: asamblea, comida, siesta,  psicomotricidad… El grupo se suele dividir en equipos que se distribuyen en los cinco días de la semana y a los que se asocia un color que los diferencia y los identifica al mismo tiempo. No es fácil que los niños asuman esa manera de trabajar y hace falta un tiempo prudencial para que vayan conociendo las particularidades y los compromisos que se asumen con relación a su propio equipo y a su grupo al completo. También aquí y en este cometido hay que dedicar tiempo para que vayan interiorizando los distintos niveles de relación que asumen. Con ellos mismos, con los miembros de su equipo, con el grupo en general…y es ahora, al principio del curso cuando toda este interrelación tiene que quedar clara para que no se sientan perdidos.

         La escuela en su conjunto es otro ámbito que, salvando las diferencias con el grupo, también les condiciona la vida, si bien en la medida en que hagamos extensivo el nivel de influencia de los espacios o de las personas, al mismo tiempo es más superficial. Hay que planificar, por tanto, salidas preparadas y discutidas a los distintos espacios. Es fundamental desde el principio que los pequeños sepan cuanto antes y lo mejor posible el entorno físico que los acoge, que los define y que los condiciona  porque seguro que les ofrece posibilidades de desarrollo y de relación que los puede enriquecer pero al mismo tiempo también les aporta condicionantes con los que tienen que aprender a vivir y conocer que en la vida no hay nada ni nadie que sea completamente bueno ni completamente malo. Las cosas, los espacios, los tiempos, las personas que viven con nosotros son posibilidades abiertas que nos ayudan a crecer sin duda, pero también son límites que nos dicen que la vida tiene unas reglas que todos debemos asumir y que aprender a desenvolvernos dentro de ellas.


         Estos niveles de conocimiento en los que va a desenvolverse la convivencia a partir de los tres años, los más pequeños tienen otras particularidades diferenciadas que trataremos en semanas sucesivas, no se interiorizan fácilmente sino que necesitan de exhaustivas explicaciones y, sobre todo, de vivencias compartidas, que esa es la mejor forma de aprender, ahora y siempre. En ese empeño se nos va a ir pasando el primer tiempo del curso sin que podamos precisarlo de manera matemática de antemano. Cada grupo nos va a ofrecer sus particularidades, por lo que el desarrollo de la programación prevista  tiene que disponer de toda la flexibilidad necesaria para que las propuestos por parte de la persona responsable lleguen a los pequeños con armonía y no les susciten agobio sino incentivos. No hay por eso ni libro ni editorial que mejor distribuya el desarrollo de la programación de un grupo que el propio maestro que tiene la responsabilidad del grupo y que es el que, a fin de cuentas, tiene que responder de él.

domingo, 12 de octubre de 2014

CICLOS


         La estructura del conocimiento es algo que no se renueva de un día para otro. Tampoco la forma de trasmitirlo. No quiero decir que el tiempo no cambie y, con su paso, la cantidad de conocimientos que se conocen y las formas mismas, tanto tecnológicas como humanísticas en que se deben trasmitir. Todo va cambiando y cada vez a más velocidad, pero los protagonistas del aprendizaje, que son los pequeños, siguen teniendo la edad que tienen, los primeros años de vida y eso implica que hay que servirles el conocimiento a su alcance para que sean capaces de  interiorizarlo.

         Como primer plato, la semana pasada nos centramos en el cuerpo y con el conocimiento de cada una de las partes conseguimos que los pequeños se conocieran un poco mejor, valoraran las posibilidades de sus miembros y se tocaran ellos y a sus compañeros para interiorizar que el cuerpo es una unidad que nos sirve para explorarnos y desarrollarnos y a la vez una invitación al conocimiento y a la relación con los demás, lo que nos permite entender que formamos parte de un mundo del que al mismo tiempo forman parte otras muchas personas como nosotros, capaces de reír y de llorar por las mismas razones por las que nosotros reímos o lloramos y con las que tenemos que vivir y a las que tenemos que respetar para exigir de ellos también el respeto que nos merecemos. Estos conocimientos tan simples resultan ser extremadamente profundos y sin embargo son accesibles con la práctica de ser aceptados desde las edades más tempranas. No hace falta que expliquemos  estas cosas porque los pequeños no entenderían el lenguaje hablado, pero si lo hacemos presente acariciándonos, oliéndonos…, estos sentidos hacen que el mensaje les llegue.

         Cada curso se  empieza con estas temáticas y da una vuelta de tuerca. Es lo que llamamos el aprendizaje cíclico a través del que los temas esenciales de la vida están presentes en cada programa. Sin abandonar el cuerpo, que siempre está presente tanto si nos detenemos en él como si no, ampliamos un punto el ámbito y nos encontramos con un espacio en el que se desenvuelve nuestra vida, tanto en la escuela como en nuestra casa. Muchas nociones parecen obvias y cuando se comentan uno tiende a pensar que casi podríamos pasar por encima de ellas pero hay que pararse, nombrarlas y ponerlas en práctica para que su conocimiento alcance el ámbito y la hondura precisa. Un día es imprescindible coger al grupo de niños y llevarlos de excursión por cada uno de los departamentos de la escuela, presentar a todos los compañeros y a las personas responsables de los grupos. En las casas, aunque no pueda ser en grupo, conviene hacerlo del mismo modo. Puede parecer una simpleza pero es que nadie nace sabiendo y los ámbitos en los que vivimos no los conocemos por ciencia infusa sino acercándonos a ellos, hablando de las particularidades de cada uno y dialogando las diferencias entre unos y otros. Aparte de una función instructiva, los pequeños asumen una lección más profunda y es la de que todos esos espacios y personas tan diferenciadas forman parte de su vida, le afectan en alguna medida.


         Me consta que hay personas, nuestro amigo Manuel es un buen ejemplo, que con estas nociones son capaces, por ejemplo, de ponerse en contacto con el Colegio de Arquitectos para intercambiar opiniones y trabajar con los pequeños los planos de sus casas y conseguir, incluso, que cada uno elabore una maqueta de la suya y se pueda exponer en alguna sala del propio Colegio de Arquitectos como hicieron ellos. Significa una lección de este tipo que los más complejos aprendizajes tecnológicos se encuentran al alcance de los pequeños, siempre que seamos capaces de valorar sus posibilidades y de poner a su alcance los medios apropiados para que ellos accedan  desde sus propias capacidades. Creo que en su momento dimos noticia del evento pero lo que importa no es dar noticia sino que verdaderamente los pequeños, como sucedió con los de su grupo, se sientan protagonistas de sus propios aprendizajes y los maestros y la estructura escolar se pongan verdaderamente a su servicio para que esto suceda.


domingo, 5 de octubre de 2014

SUMA

       

                 Las aportaciones como las de la semana anterior significan como puntales en el camino que se pretende largo. Cuando se habla en general, este que escribe procura hacerlo con la mayor carga de verdad y de rigor que puede pero fácilmente puede verse como un cúmulo de reflexiones o de propuestas que por ir dirigidas a cualquiera, al final no vaya dirigida a nadie en concreto. Por eso es fundamental, al menos de vez en cuando, poner los pies en el suelo y hacer como la prueba del algodón para verificar que lo que se dice no son brindis al sol sino encarnaciones en personas concretas, con nombres y apellidos. Sabemos que Héctor y su familia han recibido el mensaje y que se congratulan, lo que llena de gozo a este que escribe y le sirve de estímulo.

         Seguramente un comienzo aceptable como primera unidad  de trabajo con los pequeños puede ser su propio cuerpo. Los niños se comportan muy globalmente, tanto para expresarse como para asumir los conocimientos que la vida les ofrece. Esto no es malo ni bueno. Sencillamente es. Pero el hecho de que sea así no quiere decir que tenga que ser así siempre. Nosotros somos los encargados de, asumiendo como real esta forma de comportamiento de los más pequeños, hacer que evolucione hacia unos conocimientos de mayor amplitud y de mayor diversidad que les va a hacer verse como seres más amplios de lo que ellos mismos se sienten. Y esto seguramente que se puede aprender con el  paso del tiempo y confiando en exclusiva en la evolución natural pero es peligroso que nuestra única guía para que los niños evolucionen sea sólo el paso del tiempo porque de ninguna manera garantiza ni la evolución adecuada y la evolución ordenada.

         Muchas veces hemos añorado tiempos pasados como ejemplos de libertad y de una vida más gozosa cuando éramos más libres, cuando jugábamos en la calle sin tanto control o cuando nos subíamos a los árboles o nos paseábamos por el campo con los amigos. Es comprensible que uno tenga esos recuerdos y los quiera mitificar con la distancia que dan los años, pero en ningún caso responde a la verdad. La memoria nos juega malas pasadas y nos hace seleccionar los recuerdos para quedarnos sólo con aquello que nos agrada y ocultándonos partes de la experiencia que en su momento constituyeron sensaciones desagradables, incluso trágicas. Hay un hecho incuestionable y es que nuestros recuerdos nos llevan a una edad en la que éramos más jóvenes o sencillamente niños, recuerdo que suele ser grato, visto ahora con el paso del tiempo. A partir de ahí ya es fácil extrapolar esa gratitud a todo lo que nos pasaba. Nos olvidamos de los momentos de angustia, de los miedos a los que aquel estilo de vida nos sometía y a que la ley de la selva con el dominio del más fuerte imperaba mucho más que hoy, que también impera en gran medida. De hecho los accidentes graves en los pequeños y hasta la mortalidad eran moneda  cotidiana y eso no suele contar entre nuestros recuerdos infantiles.


         Y es que la necesidad de educación desde muy pronto, sin ser ningún paraíso  significa un paso importante en los servicios de los poderes públicos para la infancia. Suele ser el cuerpo entero el paradigma del aprendizaje y es importante hacerlo valer, que los niños se sientan protagonistas desde el principio de su propio conocimiento y de su propia formación. Una buena propuesta puede ser que unos y otros se miren, se toquen, presenten y expliquen las distintas partes de las que están formados, para qué sirven y cómo y cuándo las utilizan . A la vez que se van conociendo en detalle, que van asumiendo al compañero como elemento también de conocimiento y de relación, se van formando una cierta conciencia de grupo, que significa un estadío más elevado al de individuo sin más y va naciendo en ellos la necesidad de relación con los vecinos porque son miembros de la misma estructura que nos incluye  y que nos permite enriquecernos a través de la comunicación entre unos y otros. Crecer en grupo es la mejor forma de crecer.