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domingo, 30 de octubre de 2022

SEGUNDA VUELTA

         Recordareis que hace un mes se celebraron en Brasil las elecciones presidenciales. Los dos candidatos más votados fueron LULA por la izquierda y BOLSONARO por la derecha. Ganó LULA, pero no con mayoría absoluta, la mitad más uno de los votos, lo que hizo necesario realizar una segunda votación, que se celebra hoy en la que saldrá proclamado el que saque más votos de los dos. En otros países, España, por ejemplo, no son los ciudadanos los que directamente eligen a sus gobernantes sino los parlamentarios, elegidos por votación directa, los que alcanzan mayorías suficientes para designar a quien gobierna en cada caso. Las democracias no son uniformes y cualquier manera de elección es discutible porque la perfección no existe. El caso de Brasil es por elección directa, como Francia y otros y al no haber salido ninguno en primera vuelta, es la segunda, o sea, hoy, la que dictará el resultado definitivo. Hay que recordar que el censo de Brasil supera los 200 millones de habitantes.



         Podríamos discutir interminablemente cual es la fórmula de elección más depurada y es posible que no nos pusiéramos de acuerdo. Por esta razón, lo que hacemos es aceptar como válida cualquiera de ellas y que sea el tiempo y la Historia los que vayan perfeccionando la mejor fórmula posible. Otra cosa muy distinta es que cualquiera de las fórmulas están fundamentadas en el juego limpio, pero pueden pervertirse, por lo que se hace imprescindible que, sea cual sea la fórmula que se acepte, los ciudadanos confíen en que los recuentos para que los resultados sean fiables para todos, tanto si ganan como si pierden. Si la confianza en los resultados está consolidada no conocemos una fórmula de elección más perfecta que la votación popular, aunque sea mejorable. Pero si la confianza de la ciudadanía en los resultados se resquebraja, el conflicto final es inevitable y no tiene solución pacífica. Hace dos años, en las elecciones de EEUU, uno de los dos candidatos cuestionó los resultados y tuvimos que presenciar el bochornoso espectáculo de grupos de ciudadanos asaltando el congreso para que los resultados finales, avalados por los tribunales, no fueran proclamados.   



         Las pugnas entre los candidatos, sobre todo cuando sólo quedan dos como es el día de hoy en Brasil, se hacen muy fuertes por ambas partes porque todo el poder está en juego y el resultado final puede ser muy estrecho. Por eso es indispensable confiar en el recuento para que, sea cual sea el resultado, ambos contendientes lo asuman y no desconfíen de la limpieza. Después de la experiencia del asalto al congreso en los EEUU, los resultados finales terminaron por imponerse por el criterio de los jueces, pero la semilla de la duda se hizo presente y no ha desaparecido, quizá por el carácter ejemplarizante de la democracia americana. Hemos escuchado algunas voces del candidato BOLSONARO, en el sentido de que si los resultados no le son favorables podría impugnarlos. La sombra de la duda puede ser el veneno que pudra cualquier posibilidad de entendimiento entre los contendientes.



         Nadie dijo que la democracia fuera fácil y en un día como hoy nos damos cuenta de que se construye en cada elección que se realiza. Mucho más si es en el caso de la segunda vuelta, que ofrecerá unos resultados que tendrán que ser aceptados por todos sin apelación. Por eso, y a pesar de que para mi gusto debería ganar uno de los dos candidatos, lo que de verdad debe imponerse por delante de cualquier otra cosa, es que el resultado final sea aceptado por ambos y las elecciones terminen hoy con uno de los dos aspirantes como presidente de su país y con cuatro años de gobierno por delante para desarrollar el programa con el que se presentó. Solamente la idea de que cualquiera de los dos pueda no asumir los resultados, sobre todo sin fundamento, es para que se nos pongan los pelos de punta por las posibles  consecuencias. Con la de siglos que ha costado asumir la democracia como forma de gobierno y lo frágil que puede llegar a ser si cualquiera de los aspirantes a gobernar no actúa de buena fe.     


 

domingo, 23 de octubre de 2022

PERDEMOS TODOS


         Seguramente sería pretencioso comparar momentos distintos de la humanidad. Pensar, por ejemplo en lo que significaba en su momento una entrevista entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov en la que, asumiendo las guerras locales, que nunca han faltado, se empezaba a ser conscientes por primera vez de que cualquier de los dos bloques era capaz de destruir el mundo en su conjunto, el reto estaba en lo que entonces se llamaba el desarme y en la necesidad de que cualquiera de las dos potencias en las que estábamos divididos, tenía que negociar con la otra la manera de lograr un desarme de ojivas nucleares porque el otro camino, el del rearme, nos había llevado a un callejón sin salida. En este momento nos damos cuenta de que los bloques que dominan el mundo no están tan claros. Hay que contar con China, que en aquel tiempo no contaba, ni siquiera como fuerza emergerte y en este momento se encuentra en un punto que empieza a oscurecer a cualquiera de los dos bloques tradicionales: Rusia y su ámbito de aliados y la Otan, con la hegemonía indiscutible de EEUU.



         No sé si faltan dos figuras tan destacadas como Reagan y Gorbachov ni sé siquiera si nos hacen falta porque hoy sabemos, una vez que los dos han muerto, que más que sus personas en sí, lo que contaba en su momento era la conciencia de su poder, que era la novedad que ambos representaban en su momento. Con la descomposición de la antigua URSS, Rusia que quedó como heredera, no quedó como bloque tan compacto como había representado en la guerra fría. El ascenso imparable de China hace que pocos discutan que a la vuelta de muy pocos años se va a convertir en el número uno en poder y en influencia en el mundo. Quedarían, por tanto, los dos contendientes históricos sin un papel tan definido como el que tuvieron. La Otan, a fin de cuentas, se ha mantenido como área de influencia bajo el patrocinio destacado de EEUU y lo que un día fue la URSS no ha corrido la misma suerte, de modo que Rusia no significa hoy un bloque como tal y puede que sea eso precisamente lo que esté buscando.



         Si en la época del desarme, los objetivos de eliminar toda la fuerza nuclear de ambos contendientes se hubiera consumado, seguramente no estaríamos con este miedo en el cuerpo. Los propósitos del desarme no se cumplieron y ambos bandos lo que hicieron fue dejar pasar el tiempo y mantener cada uno de ellos la capacidad nuclear intacta y hoy nos encontramos con que la fuerza nuclear a la que se había llegado, si bien no ha aumentado de manera significativa, desde luego lo que no ha hecho ha sido disminuir, de modo que nuestras reservas destructivas siguen almacenadas con todo su poder. Como todos somos conscientes de la capacidad del contrario nos dedicamos a amenazarnos y a enseñarnos los dientes para que nadie olvide con quién trata y los peligros que corre si a cualquiera de los dos les da por sacar los pies del plato y tirar por la calle de en medio. En este límite de ultimátum permanente van pasando los días con Ucrania como escenario de operaciones, conteniendo ambos la respiración porque en cualquier momento el endiablado equilibrio se puede romper por cualquiera de las partes y, en ese caso, nadie ganará y todos perderemos.



         Si no estuviéramos hablando de tanto poder destructivo por cualquiera de las partes podría parecer sencillamente un juego de niños que mantienen un conflicto vivo con el único fin de mantener el pulso al contrario con la certeza de que ninguno puede doblar el brazo al otro porque si esto se produjera serían ambos los que saltaran en pedazos. Siempre se dijo que en cualquier guerra pierden todos. Hoy, una vez conocida nuestra capacidad destructiva almacenada y, por tanto, amenazante, lo único que nos queda es valorar hasta dónde llega nuestra sed de muerte y destrucción o sentir la profundidad del empeño en el que nos hemos metido, sentarnos en cualquier mesa frente a frente y dar fin a este maldito sinsentido que nos tiene en un sin vivir permanente y sin salida a la vista.  


domingo, 16 de octubre de 2022

TROPEZONES


         La semana anterior pretendía ofrecer dos visiones distintas de una misma realidad. La idea era, por una parte,  dar luz al enorme drama de Ucrania que nos está envolviendo de manera endiablada y parece  que no tiene el fin cerca. Y por otra, una secuencia de vida familiar que se viene repitiendo por sexto año  consecutivo. Las dos historias se ajustaron a la realidad tal y como se contaban. En medio se cruzó el otoño y sus incidencias y nos trastocó el plan. Resulta que apareció una tromba de agua el lunes y provocó una importante inundación en la zona de Sevilla que teníamos previsto visitar. Todo lo que se dijo fue correcto pero hubimos de aplazar la visita por efecto de la inundación para el próximo puente del uno de noviembre con la esperanza de que las inclemencias del tiempo nos permitan cumplir los planes. El conflicto de Ucrania, desgraciadamente, sí se cumplió tal como estaba previsto y mantenemos nuestro nivel de angustia con el acoso inmisericorde de Rusia y con la defensa numantina del ejército ucraniano con el apoyo de occidente.



         Ni un solo dato de los que mencionamos era falso. Lo único con lo que no contamos fue con esa dana que se posó encima de Marinaleda y de Estepa y en unas horas nos dejaron por presuntuosos, que no pudimos cumplir lo previsto y lo aplazamos unos días, a la espera de que el tiempo nos sea propicio. El gran desastre de la guerra, en cambio, no nos ha desfraudado sino todo lo contrario. Estaba centrado en el sur y en el este, y ahora lo tenemos picoteando en todas las ciudades y no sólo con enfrentamientos militares sino en cualquier barrio civil explosionan misiles inmisericordes destrozando edificios y vidas sin que en este momento le importen a nadie el número de muertos que van dejando a su paso. La cuestión es que ambos bandos se ceban con la violencia de modo que no se atisba por el momento una fórmula que contenga la violencia sino todo lo contrario.



         La amenaza de las armas atómicas aflora de vez en cuando como amenaza, sabiendo ambos bandos que su utilización es tanto como asomarse a un precipicio cuyo fin no es otro que la destrucción por ambas partes. Parece que Turquía se ha erigido como país intermediario que, por ahora, es capaz de hablar con ambos bandos. El resultado de las conversaciones, hasta el momento, hacen que sea la propia Turquía la que salga beneficiada, pero el simple hecho de hablar con ambas partes ya es de por sí un punto de esperanza. No sé si puede ser Turquía el nexo que permita un diálogo fructífero que nos lleve a los acuerdos de paz que necesitamos como el comer. Si eso significa que el papel de Turquía ha de ganar importancia en la zona de conflicto, pues que así sea. Cualquier cosa antes que mantener una guerra que se alarga y que no parece tener fin.



         Recordemos que el conflicto empezó en lo que sólo eran unas maniobras que Rusia había iniciado a lo largo de la frontera de Ucrania. Es más, no se puede hablar de guerra porque lo declarado hasta el momento, por parte de Rusia, no es más que una operación militar especial para desnacificar Ucrania. Lo cierto es que una guerra no declarada hace que no se detengan los bombardeos y que el invierno esté a las puertas y no se vea modo de calentar los espacios en conflicto. El problema del gas se ha convertido en dificultad número uno para llevar calor a cualquier punto de Europa. Con los gaseoductos volados estamos sin posibilidades de conexión para proveerse de gas a buen precio del que llegaba de Rusia, que ahora no está disponible. Para este invierno parece que los depósitos de reserva están llenos. Veremos qué puede pasar a medio y largo plazo. Seguramente tendremos que cambiar la estrategia de aprovisionamiento.       

  

domingo, 9 de octubre de 2022

MACRO Y MICRO

 


         Para no dejar a medias el tema de la semana anterior, las elecciones en Brasil se celebraron sin incidentes graves. Las ganó Lula por 5 puntos de diferencia con Bolsonaro pero ninguno de los dos alcanzó y 50% de los votos más uno, por lo que se tendrá que  celebrar una segunda vuelta dentro de 30 días para saber los resultados finales. En la guerra de Ucrania se ha producido un hecho de gran relevancia. El puente que une Crimea con el continente ha quedado gravemente dañado por la explosión de un camión de combustible. Esto significa un serio revés para las aspiraciones rusas porque dificultan la conexión con Crimea y complican o impiden el trasvase de suministros. Ninguno de los dos bandos se ha hecho responsable del sabotaje, algo parecido a lo que sucedió hace poco con la explosión de los dos gaseoductos por los que llegaba al resto de Europa el gas que Rusia venía suministrando. Hechos parecidos nos dicen que el conflicto se encuentra lejos de cualquier final y probablemente vamos a seguir siendo testigos de nuevas hostilidades que alejen la solución. El dolor y el desastre no tiene visos de terminar, sino todo lo contrario.



         Un 12 de Octubre de hace ya 6 años, fiesta nacional, mi hija Alba me sugirió que nos acercáramos a Estepa, a 150 kilómetros de Granada, a comprar mantecados de una tienda concreta que ella recordaba de cuando era pequeña. Se le quedó en su mente un anuncio de televisión que terminaba con  la coletilla de… “SOMOS LOS ARTESANITOS… DE ESTEPA”. Quedó como referente en la casa y ella y yo la hemos cantado miles de veces. Sin pensarlo demasiado nos plantamos en Estepa. Lo primero fue fotografiarse ella delante de la puerta de Moreno, la empresa que promovía el anuncio, compramos los mantecados que quisimos, nos impregnamos todo el rato del penetrante olor de las almendras tostadas que inunda en esta época el pueblo, porque es el momento en que se están fabricando los mantecados que consumimos en Navidad y echamos un día memorable.



         Aparte de repartir entre la familia lo que habíamos comprado, nos encargamos de proclamar a bombo y platillo la cantidad de sensaciones gratas que habíamos obtenido del viaje. Pasó el tiempo y el siguiente 12 de octubre, mi otra hija, Elvira, nos advirtió que ni se nos ocurriera volver a Estepa sin que ella participara. Ya habíamos tenido que aguantar sus protestas machaconas por no haber contado con ella para el primer viaje sin que le convencieran las excusas de que fue todo muy rápido y, más que nada, para recordar la cancioncilla que se había quedado en el recuerdo de la Alba y tantas veces la habíamos cantado. La experiencia fue tan memorable como la primera. Visitamos otras fábricas, el pueblo está plagado de ellas y todas haciendo lo mismo desde el final del verano, y hasta comimos para prolongar el acontecimiento.



         El próximo miércoles, nuevo 12 de octubre, ya estamos preparando el viaje número 6, en el que estamos dudando si llevar dos coches o tres, porque vamos entre 9 y 10 personas de la familia y sus aledaños. Se ha convertido en un hecho indiscutible con el que todos contamos. La parada inicial sigue siendo la de los ARTESANITOS, que va seguida de un recorrido variable por otras empresas: San Enrique, la Colchona, la Estepeña, asociadas a las propuestas que aporta cada una, en función también de las apetencias que hemos ido aprendiendo, a medida que hemos conocido nuevas delicias. La comida ha adquirido ha aumentado su importancia. Mi hijo Nino me llamó ayer para recordarme que la Alba debe llamar al restaurante Andalucía y reservar mesa, no sea que nos pase como el año pasado, que la conseguimos de milagro. Tan importantes como los mantecados es el plato de carrillada de cerdo y la ensaladilla rusa. Hasta una siestecilla dentro de los coches completa el viaje, porque el calor todavía aprieta y hay que descabezar el sueño para volver tranquilos, una vez libres de la soñarrera. Igual si esto continúa, dentro de unos años necesitamos un autobús. Ojalá. La vida también puede ser gustosa.


          

domingo, 2 de octubre de 2022

BRASIL

 


         Hago un esfuerzo en esta fresca mañana de domingo para no centrarme en los sabotajes a los dos conductos de gas que surtían a Europa  de combustible barato, uno de ellos sin estrenar siquiera. También me quedo con la gana de hincarle el diente a esa maniobra del señor Putin, por la cual ha montado unos referendum exprés en cuatro regiones de Ucrania, un 15% del país, que ya tomó  en la guerra del 2014, cuyos resultados finales han supuesto una respuesta de más del 90% de apoyo popular a su integración en Rusia y, por arte de biribirloque ha celebrado una fiesta solemne en la plaza roja de Moscú con los líderes de    Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, las cuatro regiones refrendadas que, a partir de los resultados obtenidos, según su soberano criterio, son tan Rusia como Moscú a todos los efectos. Buena manera de buscar la paz para lo que ha sugerido que la mesa de negociación se reúna y alcance un acuerdo, siempre que no discuta ninguna de las condiciones que él establece. Así da gusto. Las tesis de Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como.



         Abandono todo el contubernio en el que está enfrascada Europa y cruzo el Atlántico para recalar en Brasil cuyos 212 millones de habitantes votan hoy si mantienen como presidente a Jair Bolsonaro, que ha detentado el poder los últimos 4 años o dan la victoria al candidato de la izquierda   Luiz Inácio Lula da Silva, que ya gobernó hace años, tuvo que salir del gobierno por problemas con la corrupción, pasó un importante y largo calvario legal del que por fin ha quedado limpio y que vuelve a presentarse con importantes posibilidades de salir elegido de nuevo en primera vuelta, para lo que necesita más del 50% de los votos. Este amplio país de más de 9 millones de Km2 queda demasiado lejos de occidente para tenerlo en primera línea de su atención pero la posibilidad de que la izquierda vuelva al poder puede suponer que la mayoría de Latinoamérica: Colombia, Méjico, Chile, Venezuela, Cuba… y la posibilidad de que también Brasil de nuevo en el día de hoy, enfrenten una dirección política nueva que abra un futuro alternativo para varios cientos de millones de ciudadanos, tradicionalmente gobernados por la derecha y tutelados por EEUU.



         Prestar un punto de atención a esta importante zona del mundo no tiene por qué desmerecer a Europa en particular ni a occidente en  general. Sólo, quizá, asumir que el mundo no somos sólo nosotros sino que junto a nosotros hay otras personas tan dignas como nosotros cuyos problemas, que los han tenido siempre y que los siguen teniendo hoy, puede ser hora de que pasen a tener la prioridad que merecen y que parece que nunca es el momento adecuado para que pasen a ser prioritarios. El resultado de los comicios de Brasil puede ser fundamental dada la enorme envergadura de este país y su hegemonía en el continente americano. Pero el resultado no está exento de riesgos. Ante el peligro real de que pueda ganar de nuevo Lula da Silva, ya va dejando caer el señor Bolsonaro, que cabe la posibilidad de no reconocer los resultados… ¿os suena de algo? e impugnar el proceso. Cuando sucedió el asalto al congreso de EEUU el año pasado y que ahora se está juzgando, lo que se sembró fue mucho más importante que lo que vimos con nuestros ojos. Sencillamente  se abrió la puerta a que cuando los resultados no sean los que a mí me interesan, con o sin razón, los impugno y siembro la desconfianza en un proceso, siempre frágil, que necesita el consenso de todos.



         Mi interés prefiero que hoy cruce el Atlántico porque hay vida allende el océano, aunque tradicionalmente le prestemos poca atención injustamente. No solo hay vida sino que lo que está pasando en ese ramillete de países hermanos puede significar importantes cambios para muchos millones de personas a las que estaría bien que en este momento les estuviera llegando la hora de convertirse en protagonistas al mismo nivel que nosotros. Espero que no nos sintamos menospreciados por el hecho de que tengamos que compartir protagonismo con otros pueblos que siempre tuvieron la misma dignidad que nosotros aunque su protagonismo fuera mucho menor.