Seguidores

domingo, 29 de mayo de 2011

CONFIANZA

Del mismo modo que cuando hablábamos del miedo decíamos que se trata de un amigo que viene a protegernos y que podemos confiar en él teniendo siempre claro que por encima del miedo está nuestras propias decisiones y que no nos debemos dejar arrastrar por los miedos porque nos paralizan y terminaríamos sin saber a dónde ir, pues con la confianza pasa otro tanto. La excusa de los niños pequeños que crecen y que necesitan nuestros cuidados permanentes nos viene muy bien para hablar de nosotros mismos, que es en definitiva lo que más nos importa.



Esta bien promover que tengamos confianza en nosotros mismos cuando decidimos cualquiera de los caminos posibles en la multitud de decisiones que hay que andar tomando a cada momento. Pero eso no quiere decir, ni mucho menos, que estemos acertando en las decisiones que tomamos. Lo que sí tenemos que tener claro es que la duda y la indecisión es la peor enemiga de la eficacia. Cualquier postura que adoptemos sin tenerla clara y sin estar decididos perderá casi todo su valor porque estaremos transmitiendo nuestra incertidumbre y nuestra duda. Nuestra boca estará diciendo una cosa, pero nuestro cuerpo estará diciendo otra. En esos casos, que son muchos más de los que creemos, los niños reciben los mensajes globales y no oyen lo que decimos sólo, sino lo que transmitimos con nuestra globalidad comunicativa, que está compuesta de lo que decimos, pero también de la cara que ponemos, del tono de la voz, de la posición del cuerpo, de la tensión con la que hablamos… , todo un conjunto de aspectos que hacn que la comunicación verbal que sale de nuestros labios se vea reforzada en el caso de que estemos confiados en lo que hablamos o bien que el mensaje se que en nada si todos los elementos que rodean al mensaje dicen lo contrario de lo que sale por la boca.


Este conjunto de matices que arropan al mensaje, cuando somos adultos es más fácil de soslayar porque nos hemos decantado por vivir dentro de un predominio de la lógica y del lenguaje hablado, pero con los pequeños ese modo de funcionar no vale porque ells son eminentemente sensitivos y es así como entienden y se comunican con nosotros lo que nos obliga a retomar todo el lenguaje no verbal que tenemos almacenado desde nuestra infacia dentro de nosotros y que puede que nos resulte raro de tanto tiempo como puede que llevemos sin usarlo. Para comunicarnos con los pequeños tenemos que encontrar el pequeño que llevamos dentro y ponerlo a funcionar.


La recuperación en alguna medida, del niños que siempre hemos tenido en nuestro interior nos puede valer, una de tantas ocasiones que la vida nos ofrece, para aprender, para saber más y mejor quiénes somos y las posibilidades que tenemos. Pero estos aprendizajes siempre necesitan de nuestra voluntad de que así sea. Son sólo posibilidades que, sin nuestro concurso no significan nada sin nos sirven para nada. Somos nosotros siempre y en todos los casos los que tenemos la última palabra. Por eso es fundamental que confiemos en nosotros mismos, porque todas las posibilidades de enriquecimiento personal dependen directamente de la actitud que nosotros adoptemos frente a las cosas que nos pasan y a las vivencias por las que pasamos.

domingo, 22 de mayo de 2011

ANGUSTIA


Cuando uno ha pasado la vida pensando sobre estos temas relacionados con la educación de los más pequeños, supongo que como sobre cualquier otro tema, da la sensación de que la crianza es algo tan complejo que no hay modo de dominarlo por más interesado que uno esté y por más tiempo que le dedique. Y en cierto modo es verdad. Pero lo mismo que lo sería sobre cualquier otra cosa. Seguramente nos pasaría lo mismo si no nos decidiéramos a conducir un coche hasta que no estuviéramos perfectamente preparados.


No podemos permitir en el tema de la educación, como en ningún otro, que la angustia nos paralice y nos impida actuar, desarrollar lo que sabemos, lo que queremos, lo que podemos, seguir aprendiendo cada día en definitiva. Que la vida nos plantea dificultades no lo voy yo a inventar ahora. Que vivir es un permanente riesgo y que tenemos que estar sorteando dudas permanentemente es un hecho incontrovertible. Como lo es que tampoco podemos dormirnos en los laureles e ignorar la realidad y sus dificultades y pensar que todo se resuelve por sí sólo y que nuestro esfuerzo es inútil o innecesario. Pues no.


Cada día tiene su afán y en ese afán se encuentra nuestra completa capacidad de intervenir en todo de pleno derecho pero siempre con actitud de protagonista que siente la necesidad de aprender en cada momento porque está interviniendo en primera persona en ese entramado estructural que llamamos vida. Esa capacidad de intervención en el conjunto es lo que nos da el valor indiscutible de ser miembros activos de una globalidad mucho mayor que nosotros pero que nos incluye uno a uno, de manera que necesita todas las aportaciones con la medida que cada uno lleva consigo. Ninguno precisamos de un examen para formar parte de ese grupo decisivo que podríamos denominar ser humano y cada aportación lo configura como es, de manera que sin uno sólo de nosotros, el conjunto sería irremisiblemente distinto.


La angustia es el principal enemigo nuestro porque, con la excusa del miedo a no estar a la altura, cosa que todos hemos sentido en algún momento y que forma parte de la normalidad, nos bloquea y nos saca de esa zona de actividad que nos engloba para marginarnos y hacernos sentir fuera de un conjunto del que en ningún momento dejamos de formar parte. Sentir angustia no es malo. Lo malo es dejarnos ganar por la angustia y apartarnos de nuestro destino como personas que juntas forman la vida para convertirnos en seres aislados sin referencias ni relaciones, incapaces de asumir los riesgos inherentes al hecho de estar vivos. En lo que sabemos no está nuestra grandeza. Nuestra grandeza está en la capacidad que tenemos en todo momento para aprender, para perfeccionarnos, para cambiar de rumbo en caso de equivocarnos. Eso es exactamente lo que nos hace grandes y capaces de lograr cualquier meta que nos propongamos. Nuestra voluntad de perfeccionamiento y de poder mejorar cada día, ese sí que es el principal valor que nos define como personal y que destroza la angustia y la pone en su lugar como capacidad de las personas para dudar siempre, pero sabiendo que la voluntad de perfeccionamiento es más fuerte y debe vencer.

domingo, 15 de mayo de 2011

PALABRAS

Desde el principio, la capacidad fonatoria de las personas está preparada para emitir sonidos. También desde el primer momento se emiten sonidos efectivamente. A pesar de que en un principio hay poca capacidad discriminativa, las personas responsables de la crianza se dan cuenta de que no son lo mismo unos sonidos que otros. Hay diferencias entre un llanto de hambre y un llanto de sueño.
De cualquier manera son los criadores los encargados de modular las demandas, de calmar las ansiedades y de satisfacer las necesidades, por la vía de ls hecho, pero también por la vía de las palabras. Los bebés tienen que oir los sonidos de su persona de referencia, bien en forma de palabras, de canciones o de sonidos sin una significación concreta, pero que al pequeño le llegan diversificados y él, poco a poco, los va acumulando en su memoria y va asumiendo la dimensión de sus posibilidades mientras ensaya cada día con ls recursos que traía al nacer más los que va incorprando de lo que le lega de fuera.


El día que aparece el primer fonema de producción propia, es curioso que es más o menos el mismo en todas las culturas : ba, o pa, o ma. Resulta que en semejante sonido lleva incorporadas toas las capacidades fonadoras de cualquier lengua. El sonido pa lleva incorporado desde la oclusión bilabial sorda, que es lo más cerrado que podemos emitir hasta la a que es el sonido más abierto. En medio se encuentran los miles de matices sonoros de cualquier lengua del mundo, que serán los que tendrán que aprender para comunicarse con sus seres cercanos, a la vez que van eliminando todos los demás por falta de uso.


La lengua materna, que es la primera y la que mejor aprendemos es la que más profundamente se graba en nosotros porque, a la vez que los sonidos que forman las palabras, hemos aprendido todo un conjunto de comportamientos y de ritos con los que nuestros criadores nos han transmitido las palabras y las ideas de modo que nosotros aprendemos el lenguaje, pero también aprendemos todo el juego de valores e intencionalidades que nuestros faramiliares nos transmiten juntamente con las palabras. Aprendemos la lengua, pero con ella aprendemos una cultura determinada. Esto es algo que ya no se volverá a repetir a pesar de que aprendamos otras lenguas. Esa carga global e integral de la lengua materna sólo se produce con ella por la estrecha ligazón con las personas que nos la transmiten.


Es importante que nuestros pequeños nos oigan hablar, y cantar y jugar con la lengua. Ellos no nos entienden al principio pero van aprendiendo a discriminar los distintos sonidos y los distintos tonos que usamos para decir según qué cosas, cosa que es tan important o más que las mismas palabras. El hecho simple de que nos oigan hablar significa que existe un lazo de unión con ellos. Es seguro que ellos, de alguna manera, nos van a responder y van a establecer un diálogo con nosotros, que es la verdadera esencia del lenguaje. La comunicabilidad es más importante que la comprensión. Muchas veces no es tan importante comprender lo que nos decimos, pero siempre es fundamental tener la sensación de que nos hemos comunicado. Eso sí nos hace crecer en paz.

domingo, 8 de mayo de 2011

AMOR


Hay palabras que usamos con extremada frecuencia a las que les aplicamos un contenido que nadie se siente en la necesidad de verificar porque la sola palabra en sí parece que lo obvia y que lo lleva implícito. Creo que amor es una de ellas, felicidad puede ser otra y hay más, muchas más, pero no quiero que esto sea un estadillo de nombres vacíos. Hace muchos años, leyendo a Albert Camus vi que él intentaba sustituir las nociones que consideraba huecas por otras a las que sí encontraba consistencia: dicha por felicidad por ejemplo. En educación se abandona cada vez más la palabra amor, que nadie es capaz de encontrarle referentes concretos que se puedan medir, por apego, que tiene mucho mas que ver con las necesidades y satisfacciones de la persona que lo recibe.


HAY AMORES QUE MATAN, se dice cuando se sustituye la noción de amor por la de posesión. Y es cierto que puede llegar la posesión a ser tan fuerte como para sentirla como una propiedad de la que uno puede disponer a placer. No sólo en el ámbito de la educación de los más pequeños, que es evidente, sino en todos los órdenes de la vida. En los últimos años hemos puesto de moda el tema de la violencia de género de manera que parece que nunca ha habido abusos como los que se denuncian hasta ahora que hasta llevamos la cuenta y podemos decir que este año han muerto equis mujeres más que el año pasado.


Y todo por causa de lo que un día se llamó amor y cada uno entendió por tal lo que le interesó en un primer momento y, del mismo modo, fue cubriendo de contenido con el paso del tiempo en función de sus intereses. No sólo siempre se ha matado por amor, siempre a los más débiles, mujeres y niños sobre todo, sino que incluso hoy nos damos cuenta de que existen situaciones de clara injusticia cuyo incumplimiento justifican crueles agresiones, ácido por la cara o similares, y hasta la muerte a manos de los miembros más cercanos de la familia: padres, hermanos…


TANTO QUERÍA EL DEMONIO A SUS HIJOS QUE LES SACÓ LOS OJOS. Parece como que el amor sea algo que no tenga que ver con la relación entre las personas y que sea una cosa unidireccional que, quien la ofrece es el que, a la vez establece las medidas, las dimensiones y las respuestas adecuadas con que ha de corresponder la persona que recibe el amor. Y si esto no se cumple así, pues todo o casi todo está permitido y el receptor se arriesga a recibir los rencores de quie no se considera bien correspondido. No sé en nombre de quién alguien es capaz de obligar a un hijo o a una esposa o a quien sea, a quererle, como si se pudiera obligar a eso. Qué dura es la libertad y mucho más si es para todos.

domingo, 1 de mayo de 2011

LÍMITES

El deseo es un potro desbocado. Nace con las personas y busca su satisfacción a cualquier precio. Si una vez logra la satisfacción querra lograrlo diez y si lo logra diez pretenderá mil. Pero el deseo no se sacia en sí mismo. El único fin del deseo es la autodestrucción. Un niño que siempre logra sus deseos, en ningún caso será un niño feliz ni satisfecho, sino ansioso porque nunca podrá logralo todo y, sobre todo, inseguro. No tardaá en darse cuena del pozo sin fondo en el que se encuentra metido.


Pero nada en la vida es bueno por completo ni pr completo malo. El deseo es ese monstruo que hemos dicho, pero a la vez es la fuerza indispensable que nos impulsa a todo: a crecer, a aprender, a progresar, a perfeccionarnos.. La verdadera muerte es cuando de dejamos de desear. Y esa es una de las muchas contadicciones con las que tenemos que aprender a vivir.
No sólo es normal que los niños tengan deseos , caprichos, sino muy positivo, pero lo mismo de peligroso. La función de las personas encargadas de su crianza está en favorecerle los deseos porque los necesitan para su evolución, pero al mismo tiempo establecerle una serie de puntos de referencia que sean los límites y que ellos sepan que esos límites les sirven de elementos de seguridad a la vez que de barreras que no se pueden saltar.


Cuando un niño exige muchos caprichos no está buscando que se los den. Muchas veces ni sabe lo que está pidiendo. Solo pide porque puede pedir. Lo que está pidendo de verdad es que alguien,o en algún momento le diga basta, hasta aquí se puede llegar. Es sorprendente que, justo en el momento en que alguien querido le para los pies a un caprichoso con amor, la reacción es la relajación total de alguien que ha encontrado una seguridad que necesitaba y que le acaba de llegar.
Y cuando alguien está exigiendo caprichos continuamente y los va consiguiendo todos, no sólo no se tranquliza sino que cada vez se siente más insatisfecho y más inseguro porque no está encontrando los límites que necesita para saber en qué terreno se mueve, para saber si lo está haciendo bien o mal. Eso son los límites para los niños. Y esa es la principal función de las personas encargadas de su crianza.


Es verdad que en un momento determinado la presencia del límte signfica frustración, y cuesta trabajo asumirlo. Los niños protestarán porque la satisfacción de los deseos tiene mucha fuerza y cuesta reprimirla o desviarla en un momento determinado, pero es una fuerza que no lleva dirección alguna y su único destino se agosta en sí misma. Con el establecimiento y la asunción de determinados límites los niños van a ver el sentido de la satisfacción de sus deseos y la dirección y el destino que deben tomar .
Nuestra responsabilidad está en saber que los niños necesitan sus deseos porque sin ellos es como si estuvieran muertos, pero del mismo modo necesitan los límites que nosotros les tenemos que imponer porque sin ellos se van a sentir desorientados y perdidos, por más caprichos que logren satisfacer.