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domingo, 27 de julio de 2014

LIBROS


         Algún tipo de referencia a los libros como la que hicimos la semana pasada con la propuesta que me hizo Enca es suficiente para que se plantee un tiempo por delante metido en el tema. Hay que seleccionar mucho la cantidad de recuerdos y de ideas que vienen a la mente sin mucho orden y de esa nebulosa es de donde hay que conseguir un hilo que sea capaz de ordenar y dar forma a una posible historia, si es que se logra, cosa que en este momento inicial no está garantizada ni mucho menos. El tiempo dirá.

         Pero resulta que la mente es suficientemente variopinta como para no solo seguir el camino que se le sugiere sino para encontrar, con esos datos, vericuetos o veredas colaterales que no tienen relación directa con lo que se le ha pedido pero que se encuentran cerca. De modo que, mira por dónde, la relación con los libros me lleva a interesarme y me invita a ofrecer una propuesta de libros para las primeras edades que, bien en una biblioteca pública cercana o en la propia casa, se pueden encontrar y poner al servicio de los pequeños y hacer un poco más rico el paso del tiempo teniendo a su alcance una serie de propuestas de conocimiento y de expresión que enriquezcan sus posibilidades naturales. Es posible que alguien pueda pensar que si los niños no leen todavía, no es posible que encuentren la utilidad de un libro pero hoy sabemos que hay libros que no necesitan palabras para contar una historia y que cuando hablamos de leer no tenemos por qué referirnos sólo a la lectura de palabras, cosa que se aprende hacia los cinco años, sino que podemos estar hablando de la lectura de formas, de imágenes y eso es posible hacerlo desde mucho antes.

         Estoy seguro que en este tiempo se está produciendo con internet una revolución de tal calibre que no creo que seamos capaces todavía de calibrar su profundidad y mucho menos sus consecuencias. Pero pienso que estamos empezando todavía y habrá que seguir el hilo hasta ver a dónde nos lleva ese mundo recién encontrado como quien dice. La familia que pueda no es mala idea que le facilite a los pequeños cualquier aparato de última generación para que disponga de capacidad de juego y de intromisión en ese mundo que para los adultos es muy nuevo y difícil de desenvolverse en él, pero que para los pequeños no va a significar más que una herramienta propia de esta época y con la que sin demasiado esfuerzo vamos a ver la facilidad con que entran, salen y se mueven. Pero también es posible y conveniente que los libros puedan formar parte de su vida desde muy pronto. Hay algunas colecciones de libros de plástico, impermeables, que son de gran utilidad para acompañar en el baño cada tarde o noche a la vez que los pequeños son capaces de  mantener la atención y seguir historias sencillas que se cuentan sólo con imágenes y el color. Este puede ser un buen comienzo para contactar con el libro y con la mecánica de seguir una historia desde el principio hasta el final.


         También, si seguimos mirando en librerías especializadas, podemos descubrir pequeñas colecciones con hojas de cartón y con llamativos colores, con suficiente atractivo para que los pequeños se interesen y les llame la atención seguir las historias que se cuentan. Destaco especialmente, por si hay quien se interese en el tema, que hacia los dos o tres años, las fotografías de colores pueden ser elementos muy útiles para que los niños aprendan. Pueden ser de animales cercanos y que ellos pueden ver por la calle: perros, gatos, palomas…, de cosas de la vida cotidiana, vasos, platos, cucharas, tenedores, cuchillos…, o de secuencias sencillas que seguro que han podido vivir con sus familias: visita al médico, un paseo por la calle, jugando con los amigos…Cualquier secuencia en imágenes se convierte en una historia y en una posibilidad para ser recreada por los pequeños y revivida. Seguramente eso y no otra cosa, es lo que en el fondo significa la lectura y se puede empezar a vivir desde muy pronto si queremos.


domingo, 20 de julio de 2014

PROPUESTA


         La primera idea era continuar con el tema de la prioridad económica a la hora de ofrecer una propuesta de escuela infantil para el próximo curso. En la Comunidad de Madrid se ha producido el concurso público y en cualquiera de estos días se van a abrir las plicas y las familias se van a enterar si quienes van a atender a sus hijos son los mismos que el curso pasado o ni los conocen siquiera. No me hubiera importado hincarle el diente. Recuerdo en la piscina de mi pueblo que cada año teníamos un nuevo responsable del ambigú para el verano, que era el que mejor oferta había hecho al dueño para quedarse con el servicio.

         Pero en medio del proceso me ha llegado una grata invitación de mi amiga Enca para que le ofrezca un texto que ella se compromete ilustrar y, entre ambos, podamos presentar un libro de literatura infantil para pequeños de cuatro años más o menos. Reconozco que me ha costado pasar de la polémica sociopolítica porque no me faltan las ganas todavía y cuando la  arbitrariedad o el disparate es tan notorio, te pica la moral y la primera reacción es meterle mano al tema. Luego me ha podido el afán artístico. Ya llevamos varias semanas tocando aspectos sociales y no quiero que nos centremos sólo en ellos. Le he respondido a Enca que le voy a dar vueltas a su propuesta porque así, de entrada, me llama la atención y me gustaría hacer algo con ella, que también es maestra de educación infantil en un barrio de Granada. Para empezar lo que he hecho ha sido dirigirme a su facebok y mirar sus dibujos y sus pinturas para imbuirme de su estética y permitir que de mis interiores fluyan propuestas que puedan casar con esa estética.

         Después de varios días intercambiando sugerencias con Enca por correo van centrándose un poco las intenciones y parece que a ella no le desagrada lo que le sugiero. Mi tema con los pequeños siempre ha girado alrededor del miedo. Hace ya muchos años con Rubén Garrido, otro magnífico ilustrador, saqué a la luz MI AMIGO EL MIEDO, que se anuncia aquí a la derecha pero el tema del miedo en los pequeños lo impregna casi todo en sus vidas. Hemos focalizado provisionalmente en SOCORRO, PAPÁ el título y el contenido versaría alrededor de los terrores nocturnos que viene apropiado para esta edad y que es un asunto que en las familias se vive con bastante angustia. Casi todos los pequeños viven episodios de terrores nocturnos más o menos espectaculares entre los tres y los cinco años. Suelen suceder en plena noche y sin venir a cuento. Son muy espectaculares y los padres se asustan y no saben cómo reaccionar porque los pequeños les suelen partir el sueño sin, según ellos, que exista una razón que lo justifique.


         A Enca le ha parecido bien y lo vamos a centrar en estos episodios alarmantes que concentran todos los aspectos fantasmáticos que sueñan los pequeños y que con facilidad se convierten en pesadillas. El contenido de estas sensaciones tan vivas que manifiestan los niños lo podemos ver en los cuentos infantiles: la antropofagia de Caperucita, el abandono de Hanssel y Grettel, la relación con extraños de Blancanieves y otros muchos por el estilo que, a pesar de suceder en mundos muy lejanos al nuestro, los contenidos no son tan lejanas. De una u otra manera, casi todos los menores los sienten en sus momentos de crecimiento entre los tres y los cinco años. Las soluciones nunca existen porque lo que hay que lograr es aprender a convivir con estas sensaciones e incorporarlas a nuestra vida con el valor que tienen. No porque se vayan a producir, sino porque el sentimiento que las pone de manifiesto nos impulsa a superarlas y a crecer. El mejor alivio de los padres es abrazar a los pequeños cuando gritan o se despiertan  despavoridos y mantenerlos abrazados hasta que poco a poco se les vaya pasando el pánico y vuelva el sueño reparador pero a esa hora no suele ser fácil porque el mayor también quiere dormir y no está en ese momento para muchas bromas.


domingo, 13 de julio de 2014

GRATUITO


         La educación en España  es obligatoria  hoy en día entre los seis y los dieciséis años. A partir de los tres años se puede considerar generalizada aunque no es obligatoria ni tiene por qué ser gratuita. Entre los cero y los tres años no se puede considerar generalizada ni tampoco gratuita. El tramo más polémico es precisamente este último porque es el que precisa una cierta selección para dilucidar quién tiene más derecho a una plaza pública cuando no hay para todos. La competencia es de las comunidades autónomas lo que permite que cada una disponga de sus propios criterios de selección y de organizar las aportaciones de las familias.

         Yo he defendido tradicionalmente la idea de que las familias debían aportar una parte del coste de la plaza de sus hijos pequeños, siempre proporcional a los ingresos. No creo que haya una fórmula perfecta y esta me ha parecido con una dosis importante de justicia distributiva. Pero también le hemos visto lagunas a lo largo del tiempo y nos hemos quejado a nosotros mismos de que no lográbamos toda la justicia que pretendíamos. Nuestra idea era que disfrutara del servicio quien lo necesitara y quien lo deseara. Pero casar todas esas particularidades no era fácil. Más de una vez, en broma llegábamos a decir que lo más justo sería echar por alto las solicitudes y las que cayeran de canto esas podían disfrutar de una plaza. Lo que más nos decepcionaba era las plazas que asignábamos y que después se convertían en alumnos que faltaban mucho y no siempre por causas justificadas. Teóricamente podíamos disponer de la plaza si las faltas no se justificaban pero en la realidad el Consejos Escolar no imponía la normativa con suficiente dureza y diligencia.

         El criterio era que ninguna familia trajera a sus hijos sin aportar nada. Queríamos que todos se sintieran con los mismos derechos y pudieran exigir en un momento determinado lo que consideraran oportuno sabiéndose partícipes del proyecto común . Quien no tenía recursos para alcanzar siquiera el mínimo de aportación hacíamos que fueran los servicios sociales municipales los que le subvencionaran la parte que les correspondía. Hemos constatado a lo largo del tiempo, casi cuarenta años ya, que la perfección no existe y que no hay norma que no pueda ser pervertida si los ojos con que se la mira están pervertidos. También sería mentira decir que no ha habido presiones de todo tipo buscando enchufes o modos de sortear la normativa establecida sin que fuera conocida y asumida por el Consejo Escolar, órgano máximo de gobierno de cada escuela, pero es verdad que, a pesar de todo, el nivel de satisfacción es suficiente como para seguir creyendo en un proyecto de pequeñas escuelas diseminadas por los principales barrios de una ciudad, en este caso Granada – España, que prestan un servicio de calidad a las familias que viven cerca de la escuela y cuyos hijos conviven armónicamente recibiendo los mismos servicios, al margen  del nivel económico de sus familias.

         Sabemos de experiencias parecidas localizadas en barrios marginales en las que pensar en la más mínima aportación de las familias es hoy casi una quimera, en parte porque es verdad que la situación económica se ha deteriorado hasta niveles casi insoportables en muchos casos, pero en parte también porque a las administraciones al final les cuesta menos esfuerzo asumir los servicios gratuitos para estos niños por la lucha permanente que hay que librar con las familiar para que entre todos dignifiquemos los servicios y el proyecto en el que estamos embarcados. A la larga supone que la calidad se ablanda porque los recursos son escasos y terminan sufriendo  recortes que significan degradación del servicio y del proyecto. Algo parecido a lo que comentábamos sobre la experiencia de comedor escolar en aquel barrio. Con lo que se sigue degradando la distribución de la riqueza de modo que cada día hay más ricos y también más pobres, la verdad es que hay razones que uno ha defendido siempre,  como que es bueno que todos aportemos en la medida de nuestras posibilidades,  que en este momento hay que pensarlas más despacio porque no sé si son factibles. 


domingo, 6 de julio de 2014

CRISIS


         Llega un momento en que tanta crisis y tanto número que lo corrobora resulta vomitivo. Muchas veces pienso si no será la eficaz medicina que permite asimilar tanta injusticia,  a base de contarla interminablemente hasta hacernos inmunes , que nunca aparece. Qué significa, así, sin más, decir cada día que cerca de tres millones de niños viven en España bajo el umbral de la pobreza si no nos ponemos de acuerdo antes sobre lo que significa pobreza. Ahora la hemos tomado con garantizar la comida fuerte del día y para eso hay que abrir algunos comedores escolares durante el verano. Y nos envolvemos en porcentajes, en comparaciones con otros países, en la diferencia entre lo que pasaba hace diez años y lo que sucede hoy…

         Mientras todo esto se nos mete entre pecho y espalda  no puedo olvidar mi experiencia concreta al respecto. En un barrio de Granada mal llamado Polígamo, hace ya unos años, bastantes, se puso en funcionamiento un comedor escolar para garantizar la alimentación a los menores. La responsabilidad recayó en mi compañero Pepe  Quintero quien, apoyado por el grupo de trabajo al que pertenecía, se puso en la puerta y sólo permitía la entrada a quien llevaba una pequeñísima aportación económica que se estableció. Le costó dios y ayuda mantener el tipo porque las presiones , políticas, de las familias, de los compañeros incluso, eran muy fuertes. El comedor se fue llenando de pequeños poco a poco y los que entraban valoraban lo que se les ofrecía dentro porque lo habían pagado y porque el personal les recordaba el valor de la comida y el esfuerzo de sus familias para que ellos se alimentaran adecuadamente. Terminó llenándose el comedor a lo largo de un curso de esfuerzo permanente pero la experiencia no debió ofrecer el impacto previsto. Pepe Quintero se cansó y volvió a su curso.

         El curso siguiente el comedor se llenó desde el primer día. El Ayuntamiento lo puso completamente gratuito. El equipo de profesores eludió su responsabilidad en esas condiciones y se contrataron personas que cuidaran del funcionamiento, ajenas al proyecto global que se estaba llevando en el barrio. Nuestra experiencia como grupo de apoyo fue desalentadora. El comedor se convirtió en un compartimento ajeno al proyecto. Se llenaba cada día, es cierto, pero los trozos de pan y las manzanas volaban  de una mesa a otra y los niños comer no sé si comerían. Supongo que, como casi todos los niños, lo que les gustara se lo comerían y lo que no les gustara, no. La experiencia fue frustrante para los que la habíamos animado y apoyado. Nuestra idea era que los niños comieran pero sobre todo que los niños aprendieran a comer y a valorar la comida. Han pasado muchos años, probablemente treinta o más. No sé que pensaran de ello mis compañeros, jubilados como yo o a punto de estarlo pero yo no puedo olvidar aquel empeño frustrado y el aprendizaje amargo de saber que lo que importa no es comer, que sí que importa. Que lo que más importa es aprender que la comida es importante, que hay que cuidar los alimentos y que necesitamos cuidar nuestra alimentación  porque de ella depende nuestra salud y nuestra calidad de vida.


         Sé que el tiempo ha pasado, que las condiciones de hoy no son las de entonces, que la crisis se ha impuesto porque el poder político ha logrado convencernos de que tenemos que apretarnos el cinturón y no vivir por encima de nuestras posibilidades. Y aquí estamos pagando una crisis que no hemos creado mientras los que la crearon siguen engordando sus cuentas corrientes con el sacrificio de quienes la sufren como han sufrido todo a lo largo de la historia. El ejército de parados no para de aumentar o en los últimos meses empieza a descender y nos quieren hacer creer que estamos saliendo de la crisis cuando lo que pasa en realidad es que son ellos los que han resuelto sus problemas a costa del sacrificio de todos y se han hecho más ricos de lo que ya eran mientras el pelotón de los pobres no para de engordar con comedores escolares en verano o con bancos de alimentos en los barrios. Y… la justicia… dónde.