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domingo, 29 de enero de 2012

PRISAS

Resulta descorazonador toparse con esa furia por lograr cualquier objetivo que se pretenda lo más rapidamente posible. Cuanto antes la primera palabra, la primera sonrisa, el primer paso. Cuanto antes el control de los esfínteres. En realidad da igual el objetivo. Lo que importa es que mi pequeño lo consiga cuanto antes. Y como no tengo puntos de referencia pues me valgo de los vecinos o de los compañeros de cole para orientarme y para poder medir que mi hijo es especial y más listo que cualquier otro. Nos pasamos la vida, por tanto, en una permanente competición que, sobre todo, nos lleva a sentirnos ansiosos porque nunca estaremos seguros de que nuestro pequeño sea el primero absoluto. Siempre podrá haber algún otro desconocido que lo superará en algún aspecto para nuestra desdicha.


Cómo hacer entender que es más importante que un bebé ensaye libremente miles de veces las posturas posibles de los músculos de la cara antes que definirle y cargarle con la primera sonrisa, sencillamente por nuestra necesidad de que progrese cuanto antes. Que es más importante el libre gorgeo con los sonidos todo lo que necesite al empeño porque concluya en MAMÁ o PAPÁ para nuestro regocijo. Que al niño le beneficia más poder gatear a su gusto todo lo que necesite utilizando cualquiera de los objetos que le rodean para progresar a forzarlo en dar el primer paso sin que le apetezca lo más mínimo y hacerlo que sienta innecesariamente una fuerte sensación de terror y de inseguridad de ver que no domina él sus movimientos hasta donde nosotros queremos. Así podrtíamos seguir en las miles de adquisiciones que necesitan lograr.


Es una lucha inútil y hasta contraproducente. Pero los adultos, no sé por qué, probablemente para resolver problemas nuestros pendientes, entramos en esa vorágine de adquisiciones, sometiendo a los pequeños a niveles de ansiedad insoportables. Casi siempre conseguimos que odien aquello que nosotros queremos que deseen o que sientan rechazo por nuestra influencia cada vez que nos ven acercarnos a ellos. O lo que me parece peor y es que terminen por desentenderse de ellos mismos y de sus deseos y posibilidades y se abandonen en nuestros brazos por completo y aprendan que las cosas no llegan por el esfuerzo y por el progreso a partir de nuestras propias posibilidades, sino que hay que olvidarse de ese camino y echarse en los brazos de las personas que nos rodean, que son las que saben lo que necesitamos y que encontrarán la forma de satisfacer nuestras necesidades.


Les sometemos, por tanto, a una lucha inútil contra el reloj, contra el tiempo en general, como si verdaderamente fuera importante ser capaces de utilizar el orinal un mes o dos antes de lo que lo hubieran conseguido si se les hubiera dejado en paz. Somos capaces de4 tener sentados a los niños en el orinal ratos y ratos, cada vez que se nos ocurre, por tal de conseguir que aprendan a hacer sus necesidades sólos. Como si eso fuera un fin en sí mismo. Olvidamos, por ejemplo, todo lo que significa la relación y el placer de la limpieza, del contacto físico que el cambio de pañales lleva implícito y de las conversaciones íntimas que se producen en esas secuencias. Todo sacrificio parece que está justificado con tal de conseguir los objetivos que pretendemos cuanto antes. Como si quisiéramos comernos la vida con ansia, cuando sabemos de sobra que la comida que aprovecha es aquella que se ingiere lentamente, charlando agradablemente y dando tiempo al tiempo. Cuánto tendremos que insistir en que NO POR MUCHO MADRUGAR AMANECE MÁS TEMPRANO.

domingo, 22 de enero de 2012

DÍA A DÍA

La vacaciones de Navidad, con todo el aparataje de regalos que siempre llevan aparejados, han sido tiempo más que suficiente como para que los menores se desquicien y se sientan fuera de la estructura escolar y de lo que significa una cierta ordenación de vida. Una vez pasadas, es la hora de volver al concierto de vida que significa levantarse a una hora, volver al cole y disponer de una vida ordenada que lleva aparejado la relación con los iguales y variedad de estímulos para poner los aprendizajes a funcionar.


No entraré en si las vacaciones son necesarias o no para no abrir todos los frentes de golpe. Por hoy vamos a asumirlas sin más y a darlas por supuestas. Lo que no me cabe mucha duda es el desorden de vida que llevan consigo sobre la hora de levantarse, sobre las comidas y el resto de los horarios del día, sobre las actividades sorpresivas y puede que hasta desordenadas en las que cada día puede ser una acción distinta. Pero por fin de nuevo ha vuelto la normalidad y el ordenamiento de vida que supone la escuela. Se plantea un trimestre, este segundo, bastante largo y sin apenas fiestas, aparte de los fines de semana lo cual significa un tiempo prometedor y constructivo.


Unas veces le hemos llamado rutinas, otras de cualquier otra forma. Hoy preferimos referirnos a este tiempo ordenado como de vida escolar para afirmar los beneficios de un orden de vida que significa tener que asumir un horario, unas actividades y unas relaciones en periodos distintos con personas distintas. No hay otro tiempo en el que la vida de los menores se encuentre mejor encuadrada y con más riqueza de medios, de experiencias y de personas con las que relacionarse. Me parece importante centrarnos hoy en esta riqueza porque muchas veces lo que tenemos demasiado cerca no lo valoramos suficientemente y quizá convenga subrayarlo para que se destaque.


Es verdad que se trata de una opción como otra cualquiera. Sé que hay personas que consideran que la vida casi en solitario merece más la pena y que hasta la misma Escuela puede ser sustituída por enseñanzas mucho más individuales y en casa. Con todos los respetos, esa no es la mía y reivindico la grandeza de la relación de unos menores con sus iguales para aprender juntos y para iterrelacionarse y compartir toda la problemástica que el crecimiento y el aprendizaje lleva aparejado. Singnifica, además, como colectivo, una enorme inversión en medios y en personas que se han impuesto socialmente después de una larga lucha por implantar un tiempo de enseñanza obligatoria para todos. En España son 10 años, entre los seis y los dieciseis, si bien la estructura escolar garantiza un puesto escolar, aunque no obligatorio, desde los tres años.
Tiempo habrá de entrar en los contenidos y en la forma de aprender que la estructura escolar ofrece a los pequeños y de sus posibilidades de mejora, cosa que siempre es posible y muchas veces hasta conveniente, pero hoy sólo me interesa destacar esta forma de vida como una riqueza social de primer orden que todos debiéramos defender y cuidar porque significa un logro largamente buscado y alcanzado por fin. Estoy seguro que un trimestre como el que acaba de comenzar es una palanca de largo alcance que nadie debiera dejar pasar y que todos, por el contrario, debiéramos valorar como una enorme riqueza colectiva al servicio de nuestros pequeños. No hay que dejarse engañar por coyunturas que llaman a la desesperación como aquellas de qué más da si luego nadie va a encontrar un empleo, que se oye bastante en estos últimos años.

domingo, 15 de enero de 2012

INCLUSIÓN

El texto de hoy va dedicado a la docencia de mi amiga Enca con el amor que nos une y con el dolor de que su docencia la sienta tan lejos de estas páginas, que pretenden ser reflexiones inclusivas y participativas, en las que se puedan sentir incluidos cualquier docente de los primeros años y cualquier familiar. Con su permiso quiero incluir el texto que me respondió y que yo asumo como mío. Es más, quiero decir que experiencias como las de mi amiga Enca son para mí tan potentes que me plantearía si mi página tiene sentido si verdaderamente el sector social al que ella atiende yo lo considerara fuera de este ámbito.Lo que sí es cierto es que yo intento escribir para todos y afortrunada o desgraciadamente, también la realidad es muy diversa. Pero aquí dejo sus palabras a las que me uno y que me llegan como una puñalada de realidad que, de ningún modo, considero que deban estar al margen de esta página. Todo lo contrario.



“COMO NIÑOS está muy bien, pero es que yo vivo en otro planeta...mis niños son de otra especie que no es la humana. Mis niños llevan una vida perra desde que nacen, pero perra...Nadie se preocupa por su alimentación ni por sus miedos, ni por sus deseos o sentimientos. Nadie se esfuerza por su felicidad o por su educación. Tienen padres y madres adolescentes que los quieren, no lo dudes, pero es todo violento y misero . Son niños con los que nadie habla si no es para gritarles, con los que nadie juega. Y aunque no tengan para comer tienen hasta la última play de las plays mas plays...Nadie los consuela nunca. Hacen lo que sea (desde no aprender a leer con 12 años hasta romper los cristales ) para que alguien por un momento se fije en ellos ...Niños a los que sus madres no han quitado los piojos desde que los pillaron el dia que vinieron al mundo. Mi realidad se parece mas a Oliver Twist que a tu blog... Me gusta ..., pero está tan lejano para mi…” De tu respuesta en Facebok.


Se hace difícil siempre centrarse en un estrato de población que pueda servir de paradigma y ejemplo en el que la inmensa mayoría se pueda ver reflejado. Yo sé que el mundo que refleja mi amiga Enca es perfectamente real y que incluso no se puede pensar que ella sea la única profesional que lo encarna. Y dentro del primer mundo. A la vuelta de la esquina, vamos. Pero también me parecería excesivo y deformante de un criterio que pretende ser general, centrar los análisis y las propuestas en este tipo de niños. Me resultaría perfectamente parcial y no faltaría quien me reprendiera en el sentido de que esa realidad podría resultar un poco exagerada aunque se pudiera estar produciendo en algunos casos.


Pero hoy no quiero concesiones y me centro en el doloroso lamento de mi amiga Enca, que sé positivamente que no tiene nada de gratuíto porque ella es una profesional como la copa de un pino y lleva toda la vida, primero en Madrid y ahora en Granada ofreciendo lo mejor de sí misma, que es mucho, a esta causa de la educación de los más pequeños. Para ella y para todos los profesionales o padres que se desenvuelvan en una situación similar a la suya, vaya todo mi respeto, mi profundo reconocimiento y mi aportación de esta ventana que está abierta a todos a favor de los primeros años de la vida, pero a ellos sobre todo.

domingo, 8 de enero de 2012

REYES MAGOS

Cuando la realidad no es suficientemente sustantiva se recurre a la magia. No sé si en algún tiempo la magia funcionó. Imagino que en cualquier periodo de la Historia las mismas miserias der la realidad, que han sido más significativas a medida que nos vamos atrás en el tiempo, la han hecho más necesaria. Probablemente también la ignorancia haya contribuído a su presencia, como en otras materias. La Astrología ha sido un tema importante de estudio durante siglos y hoy, a medida que la Astrofísica se impone, la Astrología retrocede ostensiblementehasata dequar reducida a términos de superchería o similar.


Mis Reyes Magos eran una forma de satisfacer en alguna medida e volcán de deseos insatisfechos, supongo que para eludir la desesperación completa. Llegaban un par de días antes de que comenzara la Escuela de nuevo con lo cual, apenas había tiempo de satisfacer el ansia de juego con los objetos soñados y deficientemente satisfechos. Cuando empezaba la escuela, los regalos desaparecían como por ensalmo porque las obligaciones eran primero y no era plan de estar dándose gusto con juegos placenteros cuando el cumplimiento de las obligaciones requería nuestro esfuerzo. A partir de ahí, lejanas referencia a lo nuevo y esperanzas o sueños lejanos de que, en alguna ocasión se pudieran volver a repetir: cumpleaños, fiestas especiales o, sencillamente, el próximo año.


La situación es muy otra en el tiempo que vivimos. La mejora económica, a pesar de todas las crisis reales y las inventadas y la universalización del concepto de ciudadanía han venido a parar en la creación de todo un sector económico que en origen surgió para dar satisfacción a las demandas pero que con el tiempo se ha ido estabilizando y hoy forma una estructura económica que necesita su propio proceso de oferta y demanda porque no puede mantenerse elaborando materiales para la coyuntural satisfacción de un par de días al año. No hay que alarmarse. Las cosas son así casi siempre y no es este un tema escepcional. Con los turrones pasa otro tanto: ya andamos estudiando la forma de hacerlos extensivos a todo el año. O los mantecados. El helado ya casi lo ha conseguido. Las estaciones de esquí y el veraneo andan como locos intentando encontrar una estabilidad que no tienen y a la que se ven obligados para rentabilizar las inversiones que se realizan.


Todo el mundo sabe que los Reyes son los padres, si bien con los pequeños nos cebamos manteniendo el mito, aprovechando que andan en la etapa de fijar su noción de realidad y no nos cuesta demasiado jugar un poco y cebarnos de camino de nuestra superioridad que nos permite ser dueños del secreto mientras ellos, a partir de los seis años terminan descubriendo el pastel y dejándonos con el culo fuera. En ese momento averiguan por fin que los hemos engañado hasta el momento y que no pueden volver a fiarse de nosotros nunca más. La secuencia sigue que, o bien se ponen frente a nosotros y nos declaran la guerra abierta O se ponen de nuetro bando y siguen ellos la misma corriente nuestra con los más pequeños. CUANDO SEAS PADRE COMARÁS HUEVOS .
Se trata, por tanto, a qué engañarnos, de responder al mantenimiento de un sector industrial del que en Ibi y sus alrededores saben un rato y del que viven miles de familias, incluso con sus altos niveles de economía sumergida tolerada como en otros sectores como el calzado, el pan y tantos más. Una vez dicho eso, sigamos con la fiesta, que ni es fiesta a estas alturas ni quien la pintó.

domingo, 1 de enero de 2012

JUGUETES

A estas alturas de la vida muy pocas conmemoraciones me llaman la atención como no sea la de simplemente vivir. Pero es cierrto que uno no vive sólo y que este tiempo está dispuesto de modo que, entre vacaciones y todo el mercadeo que nos domina los niños tengan una cita con sus regalos, con los juguetes en definitiva. Bien es verdad que a medida que hemos ido universalizando la noción de fiesta y de regalo, el verdadero sentido escepcional de este acontecimiento va perdiendo valor. E sentido va ligado a la rareza. Todos los días no podemos sentir como algo inaudito lo que se está repitiendo y es verdad que ya cualquier cosa tiene aparejado un regalo y alcanza la categoría de fiesta.


El juguete más atractivo para cualquier bebé es él mismo, su propio cuerpo. Muy pocas veces hemos disfrutado de nuestro cuerpo. Hemos vivido tradicionalmente en una cultura para la que el cuerpo es sinonimo de pecado y había que ocultarlo a cualquier precio. Los adutos tenemos poco arreglo a estas alturas, como mucho, recuperar en la medida que seamos capaces el placer de contemplarnos sin miedo, sabiendo que somos nosotros y que todo lo que somos y lo que tenemos podemos usarlo sin miedo para nuestro propio placer o para los demás. Es importante que los niños dispongan der su cuerpo en libertad para poder moverse, para poder tocarse y para contemplarse cuando puedan hacerlo, que no es antes de un año largo. Hasta entonces no saben a quien pertenece lo que tocan.


El cuerpo de sus seres queridos. Los sentidos decimos que son cinco. Cinco son los que conocemos. Hay más, pero, en cualquier caso, también esos cinco tienen niveles: desde el más extenso y más superficial, la vista hasta el más cercano y más intenso, el tacto, hay toda una gama de calidades que nos aportan distintos niveles de placer y de conocimiento. Es fácil que los niños nos vean o nos escuchen pero no lo es tanto que nos acerquemos suficiente como para oler nuestros cuewrpo o acariciarnos más allá del momento de saludo o de la despedida. Parece como si hubiera un miedo ancestral al elemento de placer que implica la caricia en sí misma- Estaría bien que aprendiéramos a dar todo lo que somos capaces y también a recibir. En el intercambio con los niños puede sedr mucho más útil para el menor que para el adulto. Aunque no fuera más que por eso valdría la pena convertirnos en juguetes los unos para con los otros.


Los objetos. No tienen demasiada importancia los que nosotros reconocemos con la acepción de juguetes. No digo que no valgan la pena. Lo que digo es que, en cualquier caso, después de nuestros propios cuerpo y de los cuerpos de las personas a las que amamos. Si somos capaces de mirar con cierta objetividad y lucidez nos daremos cuenta de que los juegos de los pequeños con juguetes, con objetos elaborados para su entretenimiento, tienen una cierta intención de que nos dejen en paz algunos ratos. Unas veces se consigue, es ciewrto. Pero no tarda mucho tiempo en que los menores terminen despreciando las cosas que les ofrecemos y nos reclamen de mejor o peor grado, que de todo hay, lo que verdaderamente les importa y es, bien su propio cuerpo o bien nuestra presencia que tiene un enorme valor como objeto con el que interrelacionarse y con el cual identificarnos y dar y recibir placer. Un placer que nunca podrá llegar por el camino de un objeto, por más elaborado que se pretenda.