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sábado, 8 de febrero de 2025

LOS GOYA EN GRANADA

 




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domingo, 2 de febrero de 2025

LA RUTA DEL DINERO

 


         Una vez resuelta la dimensión del drama valenciano y retratadas las distintas administraciones, cada una con la responsabilidad que le compete, es el momento de ponerse todos manos a la obra y convertir aquel drama en nuevos puentes, carreteras habilitadas, apertura de negocios, reparación de ascensores, localización y reposición  de vehículos para normalizar la vida que se llevó el agua aquel fatídico 29 de octubre. Por lo pronto, aquella esperanzadora señal de las administraciones unidas para meter mano a tanto desastre, fue una señal positiva que, desgraciadamente, no duró demasiado. En este momento, los enfrentamientos de los dos grandes partidos no parecen encontrar vías de acuerdo para afrontar los problemas que dejó abiertos la dana desde el primer momento. A los pocos días ya dieron señales de que los desacuerdos vigentes en el conjunto del país iban a seguir el mismo rumbo en Valencia, para desgracia de todos. Y en ello estamos. La primera visita del señor Sánchez ha tenido que ser con la ausencia del poder autonómico, si bien, al menos, lo hemos podido ver reunido con los alcaldes y alcaldesas de la zona, intercambiando en directo la valoración de las necesidades, tanto en volumen como en orden de preferencia.



         Si soslayamos la manifestación palmaria del desacuerdo institucional, lo único que nos queda como vía futura es aceptar la situación de desencuentro, que parece no tener arreglo a corto plazo, delimitar los ámbitos que cada administración va a asumir como propios y ponerse a trabajar con el mayor respeto posible porque los ciudadanos son los que no tienen culpa de que los desencuentros que soportamos cada día sobre cualquiera de las cuestiones sobre las que habría que entenderse y no es posible por el momento, al menos permita que no tengamos que ver como se tiran los trastos a la cabeza por cualquier causa, con el consiguiente perjuicio de una labor que debería ser común y que tendremos que aceptar como  respetuosa y coordinada, No debería bastar pero puede permitir, al menos, que las labores de reconstrucción sean posibles.



         Los inmensos volúmenes de aquella desgracia significan enormes cantidades de dinero que deben irse movilizando a los distintos sectores, todos  necesitados y con reclamaciones urgentes de solución. Cualquiera de los afectados se cuantifica en  cantidades muy importantes que deben ser aplicadas con toda claridad para que no se convierta su reinversión en un nuevo problema tan grande o mayor que el que ocasionó el drama en el que estamos inmersos. Ayer la prensa reflejaba, por ejemplo, la gran dificultad de muchos propietarios de vehículos, para identificarlos y gestionar su reposición frente a las aseguradoras. Hay un importante número de viviendas y negocios que ya se sabe que habrán de ser demolidos porque sus estructuras quedaron fatalmente dañadas por el agua y tendrán que rehacerse por completo. Otro enorme capítulo económico que tendrá que emplearse, con un criterio de eficiencia máxima. Ya hemos podido leer en la prensa cómo han subido, en poco tiempo, los vehículos de segunda mano, en un momento en que su demanda, en aquella zona, se ha puesto por las nubes.  


          

         Y así debemos ir acercándonos a unas soluciones que, en cualquier caso, son muy voluminosas, tanto por separado como en conjunto. Quizá convenga destacar todo lo que ha necesitado la puesta a punto de infraestructuras ferroviarias y de carreteras, que han sido asumidas por el ejército y que, a pesar de que cuantitativamente han supuesto un capítulo económico de los más altos, se han podido obviar porque su aportación se ha reflejado en personas y se ha visto resuelta, relativamente pronto, corriendo presupuestariamente, a las arcas del gobierno central, que se puso a disposición desde los primeros días. Por último, quedan todavía tres cadáveres por localizar que, una vez pasados tres meses de búsqueda, sin éxito por el momento, sus familias podrán tener acceso a las ayudas correspondientes aunque se siga con la búsqueda.




domingo, 26 de enero de 2025

ACUERDOS


         Sucedió el 20 de enero, el lunes pasado, que el presidente electo de EEUU tomó posesión de su cargo con la única salvedad de que, en vez de hacerlo en las escalinatas del Capitolio, los -11 grados aconsejaron refugiarse en el interior para no helarse. Salvo esta particularidad, todo funcionó como estaba previsto y a nadie se le ocurrió echar en  cara al aspirante, señor Trump, que hacía 4 años, él, que había perdido las elecciones, se negó a acompañar al aspirante, señor Biden, después de haber arengado, unos días antes, a una serie de exaltados, a que invadieran el Capitolio e intentaran impedir la certificación de su derrota, emperrado, como un niño malcriado, que le habían robado sus elecciones. Desde entonces, ni una sola vez ha reconocido que las perdió. Varios miles de agitadores ofrecieron al mundo un vergonzoso espectáculo que causó 4 muertos y mostró un ejemplo ignominioso de que la ejemplar democracia americana hacía aguas por el capricho de un candidato que no supo reconocer su derrota, por más que todas las instancias de su país, así lo dictaminaron.



         Más de mil de aquellos invasores terminaron en la cárcel, una vez que los tribunales los juzgaron y dictaron las correspondientes sentencias personalizadas. Hoy, seis días después de haber tomado posesión de su cargo nuevamente, sin que nadie se lo haya discutido, ya están todos en  la calle de nuevo, gracias a que, el señor Trump, ya investido presidente, ha decretado una amnistía para todos, cosa que puede ser legal, como lo es haberse amnistiado a sí mismo los 37 delitos pendientes de los que nunca será juzgado. Pero este es el día en el que ha vuelto a la presidencia sin haber reconocido, ni una sola vez, que el presidente saliente, señor Biden, ha ejercido los 4 años de su presidencia legítimamente. Él sigue emperrado en que le robaron las elecciones y de ese supuesto no se ha movido un ápice. Entonces ya señalamos que la democracia es muy frágil porque debe ser aceptada por quien gana las elecciones, pero también  por quien las pierde.



         El mundo entero ha reconocido, afortunadamente, al nuevo presidente americano, quien en los pocos días que lleva en su cargo, ya ha firmado una serie de decretos relativos a la emigración, que pretende que se vayan de su país varios millones de inmigrantes que llevan años trabajando en él, pero que no disponen de los requisitos que sus leyes establecen para que tengan su legalidad de permanencia correspondiente. Del mismo modo ha dictaminado con otro decreto que en su país no hay más géneros para las personas que el masculino y el femenino. Y sigue dictaminando decretos a medida que le van proporcionando plumas suficientes, que él se encarga de distribuir, lanzándoselas al público que presencia embobado sus hazañas, como si ese intento de hacer que la historia no avance hacia delante sino hacia atrás,  haya quien se lo crea. Hasta el momento no ha habido tiempo suficiente, no quiero pensar que hayan sido ganas lo que no haya habido, que le intente hacer ver que la vida no evoluciona en función de su voluntad personal, sino en función de procesos históricos regados por el esfuerzo de millones de personas que empujan en una dirección.



         Todo hace pensar que la recuperación del poder por parte del señor Trump, aparte de su mandato legítimo de los 4 años correspondientes, lejos de significar una estabilidad deseada para los ciudadanos de su país y del mundo entero, dada la importancia de los EEUU en el concierto internacional, lo que significa es un permanente estado de inquietud porque su figura como  nuevo mandatario, está mostrando un  carácter de que por fin se le ha reconocido lo que él venía promocionando de que las elecciones tenían que ser suyas, casi por la gracia de Dios, en vez de aceptar con humildad los resultados y dedicarse a gobernar lo mejor que sepa, que es lo que verdaderamente han dictaminado las urnas. Ya aparecen algunas sombras con las que tendrá que convivir y los demás soportar sus caprichos.    
















domingo, 19 de enero de 2025

SÁLVENSE QUIEN PUEDA


         Vamos en busca de los tres meses de la dana y parece que las cosas se van situando como conviene a unos y a otros. Ya empezamos a saber que el tiempo de reparación no va a ser menos de año y medio, en función de lo que se pretenda. Más sí, en función de hasta dónde queramos llevar los aprendizajes que dejó dana,   para que la prevención a futuro permita vivir con un poco de tranquilidad. De valoración andamos un poco verdes todavía, al menos los ciudadanos de a pie. Los primeros libramientos gubernamentales alcanzaron 17000 millones así, para abrir boca. La comunidad valenciana habló de 35000, muy a primera hora. Entre ambas cifras, por tanto, anda el juego y tendrá que ser el desarrollo de la propia rehabilitación la que nos vaya precisando cifras, siempre tomando como referencia las dos anteriores. Quiero pensar que el gasto del factor humano: solidaridades individuales y corporativas, UME, ejército y maquinaria pesada aparte, queda más en la imprecisión, porque las primeras referencias se hicieron los primeros días y entonces era muy difícil cuantificar algunos capítulos. Al menos no nos movemos en el vacío, si bien las diferencias entre un cálculo y otro son bastante amplias.



         No se tardó mucho en empezar a reclamar responsabilidades políticas que, a estas alturas, siguen en litigio, sin un empeño preciso de encontrar los distintos ámbitos de responsabilidad. En todos los discursos se admite que el desastre ha sido de tal naturaleza que no hay modo humano de haberlo enfrentado con algunas garantías de éxito. Otra cosa muy distinta es el número de víctimas mortales, 226 según los últimos datos, que es donde se encuentra el conflicto de pareceres. Con determinados comportamientos por parte de las autoridades autonómicas, más concretamente del señor Mazón, su presidente, que se le achaca una actitud imperdonable en las primeras horas, por una supuesta comida de varias horas, cuando su intervención al frente del desastre, podía haber significado un número bastante menor de víctimas mortales, ya que la fuerza destructora del agua, se admite que estaba fuera de otras posibilidades.



         Desde el principio se le empezaron a reclamar precisiones sobre su comportamiento y las que fue dando, lejos de ser precisas y contundentes, se convirtieron en imprecisiones y en versiones equívocas que en vez de convencer y tranquilizar a la población, lo que ha venido significando desde el primer día, no ha sido otra cosa que una indignación creciente, hasta el punto que, hoy por hoy, hablar del Ventorro, lugar en el que se produjo el interminable ágape, se ha convertido en el nudo de la cuestión. Si las primeras respuestas hubieran resultado creíbles, seguramente estaríamos a estas alturas, centrados en las labores de rehabilitación, que desde el principio se vieron inmensas. Al no resultar convincentes los argumentos del señor Mazón sobre su paso por el Ventorro el asunto ha quedado como una herida abierta, que hasta el momento no se ha encontrado manera de cauterizar. Ahora vale más reclamar la factura de la comida, los datos de su móvil u otras menudencias por el estilo, porque es su credibilidad la que está dañada.





         El todas las explicaciones que él intenta dar, bien en el parlamento valenciano o en cualquier otra declaración, intentando desesperadamente pasar del asunto del Ventorro y centrarse en el tema de qué hacer para resolver el desastre, le sigue persiguiendo la infausta comida de aquella tarde, que no termina de ser digerida por todo aquel que le pide explicaciones centradas en aquel hecho inicial, origen, al parecer de la mayoría, del cuestionamiento de su actitud, en el momento en el que se le hubiera exigido su presencia al frente del desastre, tanto si hubiera sido capaz de resolverlo, cosa muy poco probable, dadas sus dimensiones. La gente piensa que en aquel momento, tenía que habérsele visto a la cabeza y, sencillamente, no dio la talla. A partir de entonces, su empeño no es otro que echar la culpa a unos y a otros y no asumir su responsabilidad personal en ningún momento. El partido al que pertenece, que al principio manifestó un criterio propio, ahora ha optado por unirse a él y aplaudir sus intervenciones. Ellos sabrán.    

domingo, 12 de enero de 2025

LAS COSAS EN SU SITIO


         Una vez que espero que la semana pasada quedara más o menos clara mi posición sobre la Toma de Granada, mi Granada: Que no fue un hecho militar, por más legionarios que desfilen con sus armas al hombro sino un hecho negociador, larguísimo y angustioso en el que se pretendía cerrar un ciclo religioso, ya que el Reino de Granada era el último bastión musulmán dc Occidente y completar el dominio cristiano sobre una serie de países bajo el ámbito cultural de Roma y su Dios y desterrar de esta zona el ámbito de Alá y Mahoma y el de Yahvé y Moisés, que habían sido expulsados de Sefarad, España, unos años antes y repartidos por el mundo con su sueño perdido y con una lengua, el castellano, que todavía mantienen donde se encuentren sus descendientes. Vano empeño, como tantos otros, si tenemos en cuenta la cantidad de monumentos, repartidos por todo el país, de los que hoy seguimos alardeando, así como la enorme riqueza lingüística, todas las palaras que empiezan por a, por ejemplo, que usamos de manera habitual hoy, para comunicarnos y entendernos.



         Volvemos, por tanto, a nuestro asunto de fondo, el desastre del 29 de octubre por la dana que arrasó todo el cinturón sur de la ciudad de Valencia. Dos meses después del fatídico día y de la fatídica noche, nos muestra la profundidad de las discrepancias políticas de las dos fuerzas hegemónicas, una vez superada la crisis inicial en la que  no quedó claro quién atacaba a quién. Hoy ya no hay duda de quién es cada quién y aunque la reconstrucción se encuentra en pleno funcionamiento, tenemos un conocimiento más preciso de la amplitud del desastre y una idea más certera de lo que va a costar la rehabilitación, tanto en euros como en tiempo. Los 120000 coches que fueron arrastrados por la fuerza  del agua, por poner un ejemplo, van desapareciendo de las 60 campas en las que se encontraban apilados. Hasta el momento parece que alcanzan los 30000 los que han desaparecido de los almacenamientos y han resuelto sus expedientes con las aseguradoras correspondientes y van concluyendo el desguace imprescindible, que termine con la reposición que corresponda a cada propietario.



         Se reforzó, desde el principio todo el aparato administrativo para que los 320000 perjudicados de la zona fueran explicando, uno a uno, la dimensión de su caso y parece que, hasta el momento, hay resueltos unos 92000 casos que, con ser muchos, no llegan todavía ni al 30% del conjunto. Un día para producir semejante tragedia y hoy se habla de que reponer cada deterioro como estaba, puede alargarse entre año y año y medio. Otra cosa muy distinta es que muchas de las reposiciones pendientes no podrán quedar como estaban, sencillamente porque estaban mal hechas. Ni siquiera se nos ofrece una previsión de tiempo si de lo que se trata es de estudiar qué es lo que hay que eliminar de lo dañado para futuras danas, de las que nadie duda en el futuro. Por simplificar, podemos decir sin temor a equivocarnos, que la cosa va para largo. Lo sustancial e inevitable son las 226 vidas que se llevó el agua y que pueden ser los asuntos sin resolver porque significan 226 familias heridas sin solución, que habrán de ser escuchadas hasta que todo su dolor y su rabia de aquel momento, vaya curando poco a poco y vayan aceptando que, por encima de todo, la vida sigue.



         Lo que produce más vergüenza es darnos cuenta de que parece que no ha pasado nada, que los servicios públicos que se destrozaron aquella noche no encuentran a nadie que responda por ellos y que reponer una carretera que desapareció del mapa, un puente, una vía férrea, el alumbrado, el agua potable…, a medida que se vayan resolviendo, nos vayan diciendo que las cosas, por costosas que sean, se pueden resolver a base de dinero y de tiempo y son las vidas perdidas las que ya no tienen solución porque significan huecos insalvables en las familias a las que pertenecían. El barro fue el protagonista de los primeros días. Hoy, poco a poco va siendo el recuerdo y se impone la ausencia de los desaparecidos y la lentitud de las soluciones individuales, hasta que el puzzle que quedó deshecho en unas horas, se vaya reponiendo, pieza a pieza.   



domingo, 5 de enero de 2025

LA TOMA


         Este texto se escapa de la temática de los anteriores, desde el 29 de octubre, que vienen teniendo a Valencia y a su desastre meteorológico y humano, como objeto de atención con toda justicia, dado el alcance tan enorme como alcanzó aquella tragedia y el ingente esfuerzo que está suponiendo su reparación. En esta Granada de mis entrañas, cada 2 de enero, desde hace ya 533 años, se conmemora, según el poder dominante desde entonces, el final del poder musulmán de occidente, simbolizado en el Reino de Granada, cuyas llaves entregó su rey Boabdil a los Reyes Católicos cuando abandonó la Alhambra, su residencia habitual y la de su dinastía nazarí, de más de 250 años ininterrumpidos, desde 1237 hasta el 2 de enero de 1492, la más larga de la península hasta el momento, para establecerse en la Alpujarra granadina y almeriense, desde donde, al cabo de año y medio, más o menos, dedicado a la holganza y a la caza, terminó cansándose y cruzando el Estrecho para establecerse en Marruecos, en donde terminó su vida como general del ejército marroquí, a las órdenes de su rey.    



         Desde entonces, cada 2 de enero, se conmemora con honores militares la Toma de Granada cuando Granada nunca se tomó militarmente, sino que fue entregada por Boabdil, su rey, después de larguísimas negociaciones entre cristianos y musulmanes en cuyos acuerdos finales tuvo que estampar su firma hasta el  papa de Roma y en cuyo documento final, los habitantes del reino granadino conseguían un absoluto respeto a su modo de vida, lengua y cultura, que los castellanos llegaron  a quejarse de que superaban a los que traían ellos, que eran los invasores. Hay que decir, en honor a la verdad, que los castellanos respetaron las condiciones pactadas sólo los primeros siete años. A partir de entonces, las condiciones empezaron a dejar de cumplirse por parte del poder castellano y lo que, hasta entonces había sido una convivencia aceptable entre vencedores y vencidos se fue rompiendo progresivamente hasta alcanzar la sublevación total la Navidad de 1558, que fue aplastada a sangre y a fuego por Don Juan de Austria, hermano natural de rey Felipe II, después de tres años de cruel enfrentamiento.



         Desde el final de la Guerra de los moriscos, como fueron llamados en adelante los habitantes del antiguo Reino de Granada, las condiciones de vida de los invadidos se fueron deteriorando progresivamente hasta que en 1909 llegó a publicarse un Edicto Real, según el cual se les expulsaba de sus casas, bajo pena de muerte si no se cumplía. Más de 300000 personas tuvieron que dejar sus espacios vitales en un plazo de días, cruzar el Estrecho y desaparecer de Granada. Nunca se cumplió a rajatabla aquella orden de expulsión porque muchos de los que se fueron encontraron la manera de volver a la única tierra que conocían, pero es verdad que desde la expulsión se convirtieron en perseguidos por cualquiera que quisiera cobrarse la más mínima deuda, real o ficticia. España se sumió en una profunda  crisis cultural porque desaparecieron de su suelo patrio muchos miles de profesionales de muy diversa índole ocasionando una serie de huecos en agricultura y servicios profesionales que tardaron muchos años en cubrirse.



         La expulsión de los judíos de Al-Ándalus, un poco anterior a la de los moriscos, hace pocos años se intentó finalizar por parte del gobierno español reconociendo la ciudadanía española a todos sefardíes, repartidos por el mundo tras su expulsión de Sefarad, como ellos llaman a España, de lo cual, aunque tarde, me parece una hermosa corrección histórica de la que me alegro. Cuando cada día veo llegar esos cayucos, repletos de inmigrantes, no puedo dejar de pensar si muchos de ellos no serán descendientes de los que un día fueron expulsados de sus casas. Algunos puede que en sus lugares de origen guarden todavía, como oro en paño, las llaves de sus casas de Granada y del Albaicín, que un día se llevaron sus mayores. Un poco de tristeza sí que da ver lo poco que aprendemos de la vida y cómo vivimos secuencias y dramas que se repiten una otra vez, como si la cosa no fuera con nosotros. 


     

domingo, 29 de diciembre de 2024

LOS TIEMPOS

 

         El tiempo de la tragedia no alcanzó ni siquiera las 24 horas. Ni un solo día bastó para que en el camino se quedaran 226 vidas, más de 100000 vehículos arrastrados como como cáscaras de nuez, miles de viviendas con sus enseres correspondientes que dejaron de ser lo que habían sido hasta el momento y pasaron a formar parte del mar de barro que se apoderó del cinturón sur de Valencia por mor del desbordamiento del río Magro y del Barranco del Poyo, que aquella noche acumuló más agua que el Ebro en las horas en que la tragedia estuvo viva. Los técnicos lo llamaron DANA y se nos quedó ese nombre clavado en el sentido y será difícil que se nos olviden las cuatro letras del desastre en lo que nos quede de vida, sobre todo a quienes la protagonizaron con su miedo y con su vida. No pasó la primera semana cuando la rabia de las víctimas se hizo presente con niveles tan insólitos como la furia del agua. Estoy seguro que cualquiera era capaz entonces y lo es hoy, de saber que el drama producido era suficientemente importante como para necesitar tiempo para volverlo a la normalidad posible. Pero las protestas airadas no podían soportar la sensación de inmovilidad que mostraba el poder ante tanta grandeza del horror.



         Uno puede comprender que los poderes se sintieran tan impactados como cualquiera de los damnificados. A fin de cuentas, personas somos todos y reaccionamos de manera parecida. Pero comprender es una cosa y justificar es otra. La autoridades tuvieron la responsabilidad de avisar con algún tiempo de lo que se venía encima y, sobre todo, lo que no se puede asumir, y lo que la gente manifiesta con su airada protesta, es que no estuvieran delante de  la reacción defensiva, tanto si podían  hacer algo para evitarlo, cosa bastante improbable, como si no. Y los grados de la ira suben a medida que nos vamos enterando de las declaraciones del señor Mazón, primer responsable, aunque no único. En su discurso de más de dos horas en el parlamento valenciano repartió culpas por doquier, pero en ningún momento asumió la suya, que fue la primera y brilló y sigue brillando a día de hoy, por su ausencia.



         Parece que no termina de entender qué es lo que la gente pide. Es innegable que el drama, del que hoy se cumplen dos meses, no se pudo evitar y no hay fuerza humana capaz de dominarlo en aquel momento, pero es que lo que la gente reclama del poder no es eso, sino qué es lo que estaban haciendo cada uno en aquel momento y por qué no se les vio en aquellos momentos en el puesto de mando, que es donde se les necesitaba. Hasta el momento, el presidente Mazón no ha sido capaz de responder dónde estuvo aquella fatídica tarde del 29 de octubre. Ha dado ya 6 explicaciones distintas y cada vez que inventa una nueva, su credibilidad baja inexorablemente. No para de decir, en cambio, que ahora en lo que hay que ocuparse es en la reconstrucción, ingente tarea de la que el nuevo vicepresidente ha manifestado que puede durar entre un  año y un año y medio, para dejar las cosas, más o menos como estaban. No digamos si se pretende modificar las estructuras que



puedan enfrentar en mejores condiciones  nuevas danas, que nadie duda que las habrá en el futuro.



         Y seguro que en eso puede tener razón, sin duda. Pero no termina de enterarse que la gente no puede aceptar ese discurso si entiende que lo que está haciendo con eso es tapar o eludir la madre del cordero y es, señor Mazón, dónde estaba usted, justo en el momento en que tenía que estar en primera línea, tanto si podía hacer algo por resolver lo que estaba pasando como si no. Lo que cuenta, señor Mazón es lo que usted hacía aquella tarde, cuando la gente empezó a ahogarse y usted no estaba a la cabeza. La gente se sintió sola y abandonada a su suerte, sin un timonel que estuviera con ellos, en las buenas o en las malas. No se canse. Por más argumentos que intente poner en medio, lo que se le está pidiendo es que diga dónde estaba usted cuando se le estaba necesitando desesperadamente. Sin esa respuesta creíble, no se canse, usted no es nada políticamente.