Reconozco
con toda humildad que nunca han sido mi fuerte. Sólo una vez estuve en el
fútbol. Me invitó mi bendito cura y amigo Jorge Guillén. Jugaba el Granada
contra el Sabadell y en el estadio, el antiguo Los Cármenes, estábamos varios
miles de espectadores. No tengo ni idea de cómo fue el juego, ni del resultado ni
de cualquier otro fenómeno que no fuera lo que podría pasar si alguna persona
perdiera la cabeza, por casualidad y tuviéramos que desalojar aquel recinto rápidamente.
Nunca he vuelto, ni a Los Cármenes ni a ningún otro estadio y, a mi edad, ya no
creo que lo haga. Un amigo Paco, que yo tenía en Sevilla, nos invitó un año a la
Feria a mí y a mi familia de entonces: Nino, Alba, Paqui, su madre, que en paz
descanse y yo. Me consta que se gastó 28000 pesetas en las 4 entradas de
barreras. Por supuesto no recuerdo los toreros. Sí sé que salió el primer toro
y fue recibido con el capote. Bien. Pero en cuanto empezaron a picarlo y a
sangrar, mi Alba se embarracó y en vez de ver la corrida nos dedicamos a
consolarla. Como no hubo consuelo posible, en cuanto se mató al primer toro y
las mulillas lo arrastraron, nosotros 4 salimos detrás y…, hasta hoy. Nunca más
hemos pisado una plaza.
En lo
que toca a mi familia, no sé las razones de cada uno y no puedo hablar, pero yo si recuerdo que
teniendo 4 o 5 años me llevaron a la iglesia y se metió un pequeño fuego. La
gente salió huyendo despavorida por la puerta principal. No sé por qué, yo me
quedé sólo y un familiar, al que llamaban Jazmín, me cogió en brazos y me tuvo
a salvo hasta que toda la gente salió y pudo entregarme a mi madre, que me
buscaba como loca. Todo el rato que me tuvo en brazos, yo no hacía otra cosa
que pegarle porque quería irme con mi
madre y no atendía sus razones. No sé si es por eso o sabe dios por qué, pero
ciertamente estoy vacunado contra cualquier tipo de aglomeración. Aquel refrán de dónde va Vicente, donde va la gente,
ciertamente no ha ido nunca conmigo. A lo mejor le he pegado a mi familia la
costumbre de salir pitando ante cualquier aglomeración, pero no puedo
asegurarlo. Tampoco me he molestado en aclararlo con ellos, pero es tal como lo he contado.
Sé que
hoy hay una concentración en Madrid de la oposición contra el gobierno y muchos
autobuses han salido de madrugada para llevar toda la gente posible. Una vecina
de mi pueblo nos comentó que iba a ir porque era gratis. Ni yo ni mi familia
vamos a estar presentes, independientemente de porque podamos no estar de
acuerdo con las razones por las que ha sido convocada, que no lo estamos,
porque el solo hecho de que veamos un chorro de gente que quiere concentrarse
en Madrid, es razón suficiente para nosotros salir que nos las pelamos en
dirección contraria. Es más, tengo que confesar que hace un rato, cuando empecé
a dar forma a este texto, mi preocupación era el peligro de tanto autobús extra
por esas carreteras y el peligro añadido de cualquier accidente. Espero que
todos regresen con su objetivo cumplido, aunque no coincida con el mío y duerman
esta noche tranquilamente en su cama.
Sí me acordé del primer 5 a las 5, que se celebró en Fuente Vaqueros, hace muchos años, en honor a Federico García Lorca. Asistí en el mini de mi amigo puertorriqueño y poeta, que en paz descanse, Juan Saez Burgos. Con la cantidad de personas que nos reunimos en la plaza, nos autorizaron media hora de acto. Había mucha policía y fue impresionante, todo el mundo en silencio, hasta que a las cinco en punto de la tarde, se produjo un gran aplauso cuando se soltaron unas palomas para inaugurar el acto y Aurora Bautista y no sé si alguien más, leyeron una serie de poemas suyos hasta completar los 30 minutos de autorización que se nos habían autorizado, cumplidos los cuales, tuvimos que desalojar el espacio porque allí estaba la fuerzas pública para hacer cumplir las normas gubernamentales. Conseguir la libertad ha sido un largo camino que estamos recorriendo poco a poco, con mucho esfuerzo y tropiezos a montones. Pero se hace lo que se puede.
Buenos días Antonio por hacer lo que se puede. Un abrazo amigo
ResponderEliminarSon muy peligrosas las grandes concentraciones. Suficiente con las experiencias que nos cuentas para no desear estar en ninguna. Imagino lo conmovedor que habrá sido aquel silencio en el acto en honor a García Lorca.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo también, querido Antonio, estuve en Fuente Vaqueros, nunca había estado allí, yo fui con mi vespino y desde la carretera de Atarfe me fue guiando la guardia civil, todo el camino hasta el pueblo de Federico había parejas de picoletos. También me acuerdo que también estaba Nuria Esper, el poeta Blas de Otero, Alberti que mandó un audio desde Italia entre otros.
ResponderEliminarAlfonso Torres
Nunca he vivido uun silencio como aquel, todo el mundo esperando que dieran las cinco. Un abrazo
EliminarQue puedo decir acerca de las aglomeraciones, pues este sábado en la ciudad de Bogotá, en cierta aglomeración producida por el discurso de un político, hubo un atentado contra su vida. Tal cual sucedió en otra aglomeración cuando asesinaron a Galan otro que iba para presidente y cuyo asesinato fue ordenado por Pablo Escobar, ustedes ya deben saber quién fue el asesino. Todo para decir que las aglomeraciones tampoco son mi fuerte. Un abrazo guapo
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