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domingo, 30 de mayo de 2021

MORDERSE LA COLA


         Con cierto dolor me veo empujado a tratar de la temática de Cataluña, siendo, como soy, una persona que no entiende de más país que el que llamamos mundo, ni más bandera que aquella que nos envuelve en el momento en que nos cubren en cuanto salimos del vientre de nuestra madre. Pues con esta condición tan apátrida, convicta y confesa, heme aquí hojeando la prensa de hoy y contemplando discursos e imágenes que me recuerdan otros de hace quince años, en los que la lideresa de entonces, Esperanza Aguirre pedía con todo su fervor patriótico, que era mucho, firmas y firmas hasta alcanzar los cuatro millones para que Cataluña no se fuera de España. A las firmas le siguió una campaña bastante más dudosa de enfrentamiento a los productos catalanes que alcanzó niveles de dramatismo importantes. La respuesta desde Cataluña no se hizo esperar y se concentró en un santo y seña que hizo su agosto ESPAÑA NOS ROBA. Con este formato de acción y reacción alcanzamos cotas de desentendimiento desconocidas hasta entonces.



         Todo este proceso de agitación venía encadenado después de varias legislaturas en que gobiernos de derecha y de izquierda habían compartido poder con las fuerzas catalanas desde el momento en que los resultados electorales no ofrecían mayorías absolutas estables. El resultado de la agitación anticatalana por parte de la derecha dio como resultado que la derecha catalanista, en justa correspondencia, se fue alejando de posiciones pactistas y fue acuñando el soberanismo y la reivindicación de independencia que siempre andaba pululando alrededor de sus discursos, pero que terminaba escondiéndose en las concesiones que obtenía de Madrid. En 2017 las divergencias llegaron a tal punto que el parlamento catalán se atrevió en el mes de septiembre a legislar lo que dieron en llamar leyes de desconexión, sin que los respaldara legalidad alguna, a partir de la cual pretendían comenzar una estructura estrictamente republicana al margen de España.



         La pugna jurídica alcanzó extremos desconocidos hasta entonces que terminaron con la aplicación del artículo 155 de la Constitución y con la suspensión de la autonomía y la toma del poder autonómico por el gobierno central. El desafío alcanzó su cénit con la propuesta de un referéndum unilateral, al margen de la legalidad vigente que terminó celebrándose el fatídico 1 de octubre, que fue reprimido con dureza, según los independentistas, y que terminó ofreciendo unos resultados, al margen de la legalidad vigente, pero importantes en número de votantes, hasta el punto que desde entonces ha valido como punto de arranque de la pretendida república catalana, altamente pretendida y nunca materializada. En las últimas elecciones catalanas, por primera vez en la historia ERC, un partido soberanista de izquierdas se alzó con una incipiente victoria y ahora está gobernado con la derecha catalanista y permitiendo que pueda abrirse una mesa de diálogo político que facilite desempantanar la situación.



         Y volvemos a empezar. Ya tenemos anunciada la gran manifestación de la derecha españolista en bloque y la recogida de firmas (seguramente estarán guardados los millones de firmas de hace 15 años y podría usarse para no malgastar papel). Es verdad que las condiciones de entonces no son idénticas a las de ahora, pero es innegable que el punto de partida de entonces se parece mucho al de ahora y no es difícil augurar el recorrido y hasta el resultado en gran medida. Hoy la excusa es la propuesta de indulto a los políticos catalanes que han pasado por la cárcel, con la idea, por parte del gobierno, de que los asuntos políticos no anden atascados en la justicia y dispongan de su propio espacio de discusión. El total es que todo parece un bluf que se repite hasta el hartazgo como si la noria de la vida no tuviera más que un circuito de sube y baja permanente y nos viéramos en este momento de nuevo en la imperiosa necesidad de desentendernos una vez más. Y todo lleno de golpes bajos, de ilegalidades ramplonas que da ganas de mirar para otro lado, que al final tampoco conduce a nada. 

     

domingo, 23 de mayo de 2021

SIN COMPLEJOS


         No es posible jugar en política  con criterios objetivos que para unos son válidos pero para otros no. Que el órgano de los jueces se ha de renovar cada cuatro años, pues hay quien lo cumple y hay quien no. En este momento hace casi tres años que se tendrían que haber renovado pero la derecha, en vez de aceptar lo que tiene prescrito, lleva ya tres años inventándose criterios que no están en ninguna normativa pero que mantiene una mayoría de gobierno de cuando ostentaban una mayoría política que hoy han perdido. Resulta que aceptar que los cambios deben producirse cuando toca no hay modo de obligarlo y aquí tenemos un fraude de ley que lleva ya tres años y no lleva trazas de cumplirse porque en cada momento la oposición se inventa una excusa que le vale  para incumplir los plazos, sencillamente porque se sacan de la manga un argumento que no está dicho en ningún sitio, pero que les vale para mantener una mayoría de gobierno afín a sus tesis con todo descaro, sin complejos.  La mayoría gubernamental intenta establecer un cortafuegos legal para terminar con el abuso y en vez de terminar cumpliendo con su obligación, la derecha reclama a Europa que la izquierda se extralimita.



         Hay pactos no escritos, como por ejemplo en política internacional, que gobierno y oposición se unen para dar imagen de solidez política ante el resto de los países. Esta semana varios miles de marroquíes han atravesado la valla de Ceuta y se han introducido en territorio español impunemente. Por un hecho parecido hace unos años, el gobierno de la derecha de entonces contó con el consenso de la oposición socialista y salió del atolladero con casi todo el parlamento a su favor. En este momento, con varios miles de marroquíes inundando las calles de Ceuta, el gobierno se ha visto en la necesidad de afrontar la angustiosa normalización en solitario y la oposición, en vez de apoyar a su gobierno,  lo ha abandonado y casi ha simpatizado más con las fuerzas invasoras, sin complejos. Todo se resuelve, al fin y al cabo, en un juego de excusas tras las que se esconde el verdadero argumento: La culpa ha sido de Marruecos pero la responsabilidad del gobierno.



         Hace unos años, cuando la banda terrorista ETA estaba en activo todavía, el Parlamento acordaba que no se aceptaría meter el terrorismo en el juego político. Cuando la izquierda estaba en la oposición, el gobierno de la derecha contaba con el refuerzo de la oposición cada vez que pretendía sacar mociones de lucha contra el terrorismo adelante, pero todos podemos recordar cómo, sin complejos, el Sr. Rajoy, líder por entonces de la oposición de derechas, esgrimía los muertos de ETA y los echaba a los pies del gobierno cada vez que le venía en gana. Con ese juego cínico de a lo mío, mío y a lo tuyo entramos, es muy difícil mantener una política parlamentaria coherente. No es fácil gobernar con dos varas de medir. Estoy seguro que si las cosas cambiaran y la derecha volviera al gobierno porque hubiera ganado las elecciones, no tardaría lo más mínimo en volver a esgrimir las normativas que ella misma viene incumpliendo mientras se mantiene en la oposición.



         La figura de sin complejos,  parece un argumento que viene a significar que no hay límites y que cada opción es capaz de encontrar una tesis y su contraria, según le convenga. Tenemos sobradas pruebas que abalan lo que digo, por más que quien incumple las normas no escritas disponga a la vez de una serie de excusas para justificar lo que mantiene cuando le conviene. En estas condiciones no veo la manera de entenderse porque se trata de un asunto de dos en el que cada uno asume sus propios argumentos y valora o ignora los argumentos del contrario según le interesa. Tendremos que seguir aprendiendo, lo que significa el respeto del contrario, que parece que es el asunto más duro de pelar.


domingo, 16 de mayo de 2021

LIBERTAD NO ERA ESTO

 


         Ya sé que la semana pasada hablé de desmadre porque desmadre me ha parecido el resultado de las elecciones de Madrid el 4 de Mayo. La Sra. Isabel Díaz Ayuso las ha ganado por goleada y yo no voy a discutir el resultado por más que me duela. Hemos tardado muy poco en averiguar cuál era el verdadero grito de guerra de la ganadora: LIBERTAD, una de las palabras que han acompañado mi ya larga vida como santo y seña de mi comportamiento, de mis aspiraciones y de mi lucha por alcanzar uno de los destinos más nobles del ser humano. A los pocos días de su impresionante victoria hemos podido comprobar cuál era el contenido de su mensaje de libertad, que no pasaba de un burdo desmadre, de inundar las calles a base de borracheras, aprovechando el innegable hartazgo que todos estamos atravesando por esta larga pandemia que nos tiene desesperados pero que de ninguna manera se va a resolver a base invitar a la gente al desmadre confundiéndolo con el noble y eterno grito de LIBERTAD. Hasta su propio compañero de partido, el alcalde de Madrid,  Sr. Almeida, ha tenido que salir a la palestra para llamar la atención y puntualizar que Libertad no es saltarse las normas.



         Con dolor estoy aquí sentado reflexionando, no el resultado electoral de la Comunidad de Madrid, que ha ganado la Sra. Ayuso sin paliativos, sino lo que a mí me parece una instrumentación espuria de una palabra tan digna y cuya lucha por su conquista a lo largo de la Historia tantas vidas ha costado y sigue costando. Quiero pensar al menos que su victoria por el triunfo de su slogan ganador indiscutible es el fruto de la ignorancia y de la apropiación indebida de ella y  del cerebro que hay detrás de, MAR, de una palabra que no sé si ignoran pero que tal vez han aprendido escuchando tantos gritos como hemos dado por las calles miles y miles de personas entre los cuales me cuento, aspirando a conseguir su contenido más profundo, repleto de esfuerzo, y de aspiración a conseguir un futuro mejor para toda la humanidad, muy lejos de la realidad del pacato desmadre en el que se ha convertido la libertad de la Comunidad de Madrid.



         Hay determinadas palabras que a muchos nos duele ver cómo las traen y las llevan sin respeto alguno. Las hacen bailar la conga o el chotis si hace falta con tal de conseguir un oportuno resultado electoral en medio de una asfixiante pandemia que nos tiene oprimidos hace ya más de un año. En  este momento, lo que más se necesita es rigor y esfuerzo. Contener el aliento si hace falta, colaborar con tesón hasta alcanzar la salud para el mayor número de ciudadanos posible, hacer valer la vacunación, que cada día extiende la salud y la seguridad por un número mayor de ciudadanía. Ese esfuerzo de contención y esperanza es el que necesita la población en un momento como el que atravesamos ahora. De ningún modo una llamada simplona y descarada para que la propia desesperación que padecemos sea capaz de romper los diques con que nos contenemos mientras nos va llegando a golpe de vacuna el anhelado momento de liberarnos de esta plaga que nos ha cogido por sorpresa y tanto nos está haciendo sufrir.



         No, Sra, Ayuso, la LIBERTAD que yo ansío y por la que daría mi vida no tiene nada que ver con esa libertad pequeña y chata que le ha hecho ganar las elecciones sin contenido político alguno,  más allá de una cerveza o de una borrachera irresponsable, en este momento que lo que necesitamos es rigor y contención. El cerebro gris que la ha asesorado desde atrás, sí, Miguel Ángel Rodríguez, no te escondas, que te veo. Te sigo desde el  “váyase, señor González”, de hace bastantes años, ¿recuerdas? Sé quién eres y el nivel tan bajo de conciencia que manejas. Yo duermo con dolor cuando veo pervertir lo poco noble que en el mundo ha sido con tanto esfuerzo, pero mi conciencia está limpia y no me atrevo a  forzar el lenguaje y cambiar semejante aspiración por un plato de lentejas o por unas cuantas cervezas, como si en esta vida todo valiera lo mismo. No Miguel Ángel Rodríguez, un poco de conciencia, que no mata. Te deseo que esta noche puedas dormir con la misma paz con que lo voy a hacer yo.



domingo, 9 de mayo de 2021

SEGUNDO DESMADRE

 


         Hacia mediados de Junio de 2020 estuvimos a punto de alcanzar el cero en el número de infecciones diarias. El gobierno tuvo un fuerte desgaste renovando cada quince días el ESTADO DE ALARMA, figura legal recogida en la Constitución que nunca se había puesto en vigor hasta el momento, hasta que una de las veces no logró que se aprobara la renovación y de buenas a primeras tuvo que poner en marcha la primera desescalada bajo la denominación de NUEVA NORMALIDAD. Los consejos de las autoridades sanitarias insistieron en que el virus seguía estando entre nosotros y que convenía mantener las precauciones porque veríamos algún repunte  en poco tiempo. La traducción para el común de los mortales fue que la pandemia estaba dominada y la NUEVA NORMALIDAD de la que se nos hablaba nadie la había visto. Tardamos poco en ver que las cosas no eran como esperábamos. Las infecciones volvieron a cubrirnos de nuevo y el gobierno, cansado de ver cómo la oposición había encontrado el desgaste con las renovaciones después de la segunda ola, a partir de noviembre logró una aprobación del ESTADO DE ALARMA hasta el 9 de mayo de 2021.



         La oposición se vio sorprendida por el gobierno con la aprobación de ese paraguas excepcional de unos meses sin tener que pasar por el parlamento cada dos semanas. Fuimos conociendo datos sobre el funcionamiento del virus en otros países vecinos. El gobierno se encontró con alguna experiencia que le facilitó un cierto colchón sobre el que poder elaborar un plan para hacer frente a los ataques furiosos de la oposición que, fuera del parlamento, se agarró al frío invierno y a las grandes nevadas para desgastarlo como podía. Pero en esta vida lo mismo para lo malo que lo bueno. El invierno de 2020 pasó y la primavera de 2021 nos trajo al 9 de mayo sin que la oposición lograra que el gobierno tuviera que pasar de nuevo por el parlamento, acogido a la figura del ESTADO DE ALARMA o compartir el desgaste de la pandemia con las comunidades autónomas.



         Ha llegado el 9 de mayo y hemos visto diluirse la cómoda figura en la que se había escondido. Sin más resguardo que compartir el poder hemos visto las calles abarrotadas de personas sin las limitaciones precisas y los estados de ánimo agotados por el paso de los meses que en conjunto superan ya el año, con todos los argumentos inutilizados en el ánimo de las personas. Es verdad que ha aparecido un nuevo poder bastante sólido al que acogerse con las. Desde finales de diciembre de 2020, que aparecieron como un punto en la lejanía del horizonte, han ido asumiendo presencia a medida que han ido llegando a los países de Europa y alcanzando un nivel importante de inyección con la perspectiva de alcanzar la inmunidad de rebaño, 70% del total de la población durante el verano. En la medida que la población inyectada aumenta, el gobierno se siente fuerte, en función de que el reparto de vacunas se cumple.



         El segundo desmadre ha llegado, vemos que podemos alcanzar una nueva ola en quince días sabiendo que vamos a encontrar vamos a encontrar en las vacunas puestas un sólido pilar de defensa. El gobierno se agarra con uñas y dientes a la idea de compartir el poder para compartir al mismo tiempo la responsabilidad se desgaste. Queda, pues, por tanto, la vacuna como única tabla de salvación para el gobierno, junto al reparto del poder con las comunidades autónomas en una nueva guerra contra el tiempo por alcanzar cuanto antes la inmunización de la totalidad de la población, pendiente solo de la puntualidad con la que lleguen las vacunas que faltan por servir y que en cada lote de retraso que se produce, una baza a favor para la oposición y menos para el gobierno que ya no le quedan más recursos que el cumplimiento en las vacunas.   



domingo, 2 de mayo de 2021

FIN DE FIESTA


         En medio de este fregado de las vacunas, que hemos venido desmoronando semana tras semana, se estaba dirimiendo una campaña de elecciones de la comunidad autónoma de Madrid. Desde el punto de vista territorial no es muy significativo Madrid pero,  por la concentración de habitantes y por la posición estratégica de ser la capital de España, sí lo es. El resultado es que parece que quien gane en Madrid compite directamente con el gobierno de la nación,  aunque en realidad no es así porque lo que se dirime es sólo el poder dentro de su demarcación autonómica. Una candidata ha llegado a decir que Madrid es España dentro de España en uno de sus mítines más desmesurados. La votación se va a producir el día cuatro, día laborable cuando casi todas las elecciones se producen en domingo. Entre unas cosas y otras, esta noche a las doce que terminará la campaña, en verdad terminará algo más que la campaña por el nivel de agitación en el que hemos vivido. Ojalá produzca un poco de paz, una vez que las elecciones se hayan producido.



          Cualquier campaña electoral trae de por sí un nivel de agitación particular. Este de Madrid ha venido mezclado con la vacunación  contra la pandemia que nos acosa y que se ha convertido en una especie de pugna por conseguir que el 70% de la población se encuentre vacunada para el verano, sin especificar si al principio o al final, dependiendo siempre de las condiciones  con que nos lleguen las vacunas. El Gobierno juega con tres meses de intervalo frente a la oposición que juega con que estemos vacunados al principio porque la fecha está asociada a la campaña turística y si hay que esperar al final del verano para terminar la vacunación se habrá perdido una buena parte de los ingresos previstos por el turismo. Con toda esta pugna  hemos bailado los unos y los otros y esta noche comienza la jornada de reflexión que puede ser un remanso que nos calme, que buena falta nos hace después de tanta agitación como hemos vivido a lo largo y ancho de la campaña.



         La pugna por el resultado de Madrid que no tendría por qué ir más lejos que lo que significa una Comunidad Autónoma, que es lo que es Madrid a fin de cuentas, ha inflado su contenido bastante más del que le corresponde porque la oposición tiene opciones de conseguir el poder, con lo que dificultaría el reparto de poder con el gobierno central, no por criterio objetivo sino por la carga política que la oposición quiere adosar a la victoria en Madrid, que nos ha traído a todos un poco locos durante los quince días de la campaña. Hemos tenido una guerra de palabras con muchas subidas de tono, bastante más altas de lo normal. Todas las campañas alzan la voz lo que pueden, como si lo que se habla en campaña tuviera el doble o el triple de significado. En este caso en que lo que se dirime es Madrid, unos y otros nos hemos colado bastante más de lo que sería prudente.



         Lo de fin de fiesta del título no pasa de una imagen un poco más exagerada que lo que sería lógico, por lo que deberíamos dormir especialmente bien esta noche para que el día de la votación, el martes, fuéramos capaces de afinar todo lo posible para que el resultado nos dejara todo lo pacíficos que fuéramos capaces. Sobre todo, sabiendo que el resultado va a durar sólo dos años por tratarse de unas elecciones extraordinarias.  Por sintetizar no creo que sea demasiado decir que estamos de fiesta de campaña hasta el flequillo y con bastante gana de coger el sueño esta noche.