Hacia
mediados de Junio de 2020 estuvimos a punto de alcanzar el cero en el número de
infecciones diarias. El gobierno tuvo un fuerte desgaste renovando cada quince
días el ESTADO DE ALARMA, figura
legal recogida en la Constitución que nunca se había puesto en vigor hasta el
momento, hasta que una de las veces no logró que se aprobara la renovación
y de buenas a primeras tuvo que poner en marcha la primera desescalada bajo la
denominación de NUEVA NORMALIDAD. Los
consejos de las autoridades sanitarias insistieron en que el virus seguía
estando entre nosotros y que convenía mantener las precauciones porque veríamos
algún repunte en poco tiempo. La
traducción para el común de los mortales fue que la pandemia estaba dominada y
la NUEVA NORMALIDAD de la que se nos
hablaba nadie la había visto. Tardamos poco en ver que las cosas no eran como
esperábamos. Las infecciones volvieron a cubrirnos de nuevo y el gobierno,
cansado de ver cómo la oposición había encontrado el desgaste con las
renovaciones después de la segunda ola, a partir de noviembre logró una
aprobación del ESTADO DE ALARMA
hasta el 9 de mayo de 2021.
La
oposición se vio sorprendida por el gobierno con la aprobación de ese paraguas excepcional
de unos meses sin tener que pasar por el parlamento cada dos semanas. Fuimos
conociendo datos sobre el funcionamiento del virus en otros países vecinos. El
gobierno se encontró con alguna experiencia que le facilitó un cierto colchón
sobre el que poder elaborar un plan para hacer frente a los ataques furiosos de
la oposición que, fuera del parlamento, se agarró al frío invierno y a las
grandes nevadas para desgastarlo como podía. Pero en esta vida lo mismo para lo
malo que lo bueno. El invierno de 2020 pasó y la primavera de 2021 nos trajo al
9 de mayo sin que la oposición lograra que el gobierno tuviera que pasar de
nuevo por el parlamento, acogido a la figura del ESTADO DE ALARMA o compartir el desgaste de la pandemia con las
comunidades autónomas.
Ha
llegado el 9 de mayo y hemos visto diluirse la cómoda figura en la que se había
escondido. Sin más resguardo que compartir el poder hemos visto las calles
abarrotadas de personas sin las limitaciones precisas y los estados de ánimo
agotados por el paso de los meses que en conjunto superan ya el año, con todos los
argumentos inutilizados en el ánimo de las personas. Es verdad que ha aparecido
un nuevo poder bastante sólido al que acogerse con las. Desde finales de
diciembre de 2020, que aparecieron como un punto en la lejanía del horizonte,
han ido asumiendo presencia a medida que han ido llegando a los países de Europa
y alcanzando un nivel importante de inyección con la perspectiva de alcanzar la
inmunidad de rebaño, 70% del total de la población durante el verano. En la medida
que la población inyectada aumenta, el gobierno se siente fuerte, en función de
que el reparto de vacunas se cumple.
El
segundo desmadre ha llegado, vemos que podemos alcanzar una nueva ola en quince
días sabiendo que vamos a encontrar vamos a encontrar en las vacunas puestas un
sólido pilar de defensa. El gobierno se agarra con uñas y dientes a la idea de
compartir el poder para compartir al mismo tiempo la responsabilidad se desgaste.
Queda, pues, por tanto, la vacuna como única tabla de salvación para el
gobierno, junto al reparto del poder con las comunidades autónomas en una nueva
guerra contra el tiempo por alcanzar cuanto antes la inmunización de la
totalidad de la población, pendiente solo de la puntualidad con la que lleguen
las vacunas que faltan por servir y que en cada lote de retraso que se produce,
una baza a favor para la oposición y menos para el gobierno que ya no le quedan
más recursos que el cumplimiento en las vacunas.
Y lo que nos queda, amigo.
ResponderEliminarHasta los ateos rezan.
Sobrevivir hasta hoy a esto, es milagroso.
No sé mañana.
Besosss