Antes
de ayer, viernes, a las ocho de la tarde se estrenó un documental de 70 minutos
dirigido por Miguel Ángel Martínez, con el nombre de EL ÁRBOL DE LAS ESCUELAS.
Significa un empeño personal de un padre que hace años tuvo a sus dos hijos en
una de ellas, DUENDE, y que, vaya usted a saber por qué, se empeñó en que esa
experiencia la quería recoger en imágenes, darle forma narrativa, y sacarla a
la luz desde su perspectiva personal para que se pueda conocer este valor neto
de Granada, según su opinión, y compartir o extender a otros lugares según los
casos. Hace tres años recibí una llamada suya porque quería entrevistarme para
que participara en su proyecto, a lo que yo accedí encantado como siempre. En
el árbol central del Carmen de los Mártires, a la espalda de la Alhambra nos
pasamos una tarde tirándome de la lengua para que fuera explicando mi experiencia infantil y la
ligazón con la fundación de las escuelas infantiles municipales de Granada a
las que contribuí a fundar y en las que trabajé gran parte de mi vida.
Me
pareció una magnífica idea porque las experiencias valiosas de la vida está
bien vivirlas y hacerlas inolvidables, pero también contarlas para que se
puedan convertir en foco de luz para
quien quiera acercarse a ellas. Pero tres años dan mucho de sí. Uno puede hasta
pensar que sería demasiado bonito pero que las dificultades para ponerlo en pie
son tantas que no es la primera vez que se terminan diluyendo y pasan a formar
parte de todos esos muertos que uno tiene en el olvido y que los deja que
descansen en el amplio cementerio de lo que pudo ser y no fue. Yo sé lo que
esta experiencia significó para mí porque la viví, la gocé y la sufrí en
primera persona, pero no puedo entender el impacto en la mente de un padre que
la ha vivido sólo con sus ojos y en lo que ha visto reflejado en sus hijos
mientras asistieron o luego después, una vez que se incorporan a los centros
públicos a los que asisten en este momento.
Es
verdad que el empeño de Miguel Ángel no se ha puesto en pie sólo y que mucha
gente ha colaborado para verlo hoy como un elemento más del proyecto global de
Granada con la primera infancia a tantos niveles. Estoy seguro que en momentos
de soledad se habrá visto tentado de tirar la toalla y aceptar que se había
empeñado en una quimera y que es posible que no mereciera tanto esfuerzo y
tanta incomprensión. Algunos lo hemos experimentado unas pocas veces en la vida
y hemos tenido que admitir que solo algunas de las ideas que un día nos
hicieron vibrar han visto la luz. En aquellos momentos nos hundíamos en la
miseria pero no sé de dónde sacábamos la fuerza para poner en marcha nuevos
proyectos, algunos de los cuales podemos hoy mirarlos a la cara, dormirnos con
ellos y sentir que nuestra vida ha tenido sentido por lo que toca a la
realización personal y por la obra realizada para una ciudad y para cualquiera
que quiera compartirla. En su soledad y en su desánimo, este hombre lo tiene
que haber sentido del mismo modo pero de donde sea ha sacado fuerzas y ha visto
cumplido su sueño.
Su
empeño ha ido sacando colaboraciones muy diversas. Una labor tan amplia es
imposible hacerla sólo, pero ha sido su fuerza interior la que ha permitido que
ese hilo frágil que su empeño significaba, haya ido realizando los pespuntes
imprescindibles para convertirlo en este hermoso documental que acabamos de
vivir y que espero que tenga larga vida y pueda ser compartido por muchas más
personas sensibilizadas con la primera infancia. El equipo de realización habrá
celebrado muchas reuniones para seleccionar de todo el material acumulado el
filtro suficiente como para que quede una historia aceptable en tiempo, en
calidad técnica y en contenido temático. Siempre podrá ser discutible como
cualquier obra humana y estoy seguro que habrá nuevos proyectos más perfectos
en el futuro pero hoy EL ÁRBOL DE LAS ESCUELAS se incorpora al acerbo común de
Granada, uno más de tantos, llegado de México de la mano y del empeño de Miguel
Ángel. Enhorabuena a todos.