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domingo, 28 de agosto de 2022

VOLVER


         Como vulgares prometeos sin grandeza hemos cruzado alguna forma de Rubicón. Nos hemos librado de un nuevo tormento de calor, ese que nos azota un poco más cada año: una vez yo lo llamé CALORÍN para el extinto Diario de Granada. Este verano el anuncio por excelencia lo ha llamado ACHICHARRAÍTO. En los dos casos la pretensión es la de mostrar el proceso creciente de asfixia al que nos somete la evolución climática. Este año han superado 40 días los que nos hemos codeado con temperaturas de 40 grados. Lo hemos notado dejando de manifiesto que nuestra vegetación ha volado en los brazos del fuego en dimensiones alarmantes a la vez que constatamos que nuestras reservas de agua dulce descienden casi hasta la desesperación después de obras y obras de pantanos para buscar niveles de seguridad futuros que hoy se nos antojan imposibles al verlos tan bajos. La sentencia se llama CAMBIO CLIMÁTICO según todos los datos que conocemos.



         Como ya tiene uno una cierta perspectiva de años no es posible olvidar determinados datos que se llevan a la espalda,  formando parte de este ser arrastramos cada vez con más dificultad. 1995, de infausto recuerdo, Granada había conseguido la sede del campeonato mundial de esquí alpino, confiando en esa reserva de nieve que entra y sale de nuestra Sierra Nevada con el ritmo de las estaciones. Se produjo una inversión desconocida en la zona de Pradollano y las pistas para que, llegado el momento no faltara un detalle y el evento se celebrara con todas las garantían. Pero he aquí que se nos mete el otoño y vemos pasar con desesperación los días y que la nieve no llega por más que es su momento. A trancas y barrancas hubo que paralizar todos los preparativos para el magno evento y hasta pactar con los bancos que paralizaran los importantes pagos comprometidos porque la nieve no llegaba por más que era su momento y había que suspender el campeonato hasta el año próximo. Caso insólito pero no hubo más remedio y así se hizo. Todo aquel invierno tuvimos que ver la estampa de la Sierra que no tuvo de Nevada más que el nombre,  para vergüenza nuestra ante el mundo entero.



         Pero en esta vida todo pasa y aquella anomalía también pasó. Seguimos viviendo como si nada pero con el pellizco en el cuerpo de lo que podría pasar en el invierno de 1996 si dios nuestro señor no tenía a bien hacer que la nieve llegara en tiempo y forma a donde estaba previsto. Se terminó de preparar el evento apostando a que era imposible que dos rarezas de semejante tamaño pudieran unirse. No pretendo mantener el suspense más allá de lo que la historia requiere. El invierno de 1996 llegó y la nieve también, como había pasado desde siempre. Es más, parecía que nos íbamos a ahogar en nieve, no sé si por exceso o por recuerdo de su ausencia en el invierno anterior. El evento se produjo con todo su esplendor y Granada lució ante el mundo perfectamente capaz de superar un desafío semejante. A los inversores no creo que se les olvide tan fácil que en la nieve no manda nadie y llega cuando es su momento pero obedeciendo sus propias leyes y no los plazos de los inversores.



         Algún otro campeonato del mundo hemos podido organizar en años posteriores y no lo reseñamos porque todo sucedió como estaba previsto, por lo dejó nada especialmente reseñable. Pero el invierno de 1995 se nos quedó clavado en el recuerdo porque llegó y pasó y nos quedamos compuestos y sin novia blanca. Para ser precisos algunos meses pudimos ver un leve tul en las crestas como señal de que aquel era el sitio señalado pero que nos quedábamos con tres cuartas de narices por creernos más listos que nadie. No sé qué pasará el verano que viene, para quién viva. Ojalá que no haya que bregar de nuevo contra 250000 hectáreas de fuego como este año,  que apagar y que repoblar. Quizá tampoco estaría mal que aprendamos que nuestro poder es limitado y debemos ceñirlo a sus posibilidades. De lo contrario tendremos que asumir, una vez más, consecuencias indeseadas hasta ver si tomamos conciencia de lo que somos y de hasta dónde llegamos.  



domingo, 21 de agosto de 2022

CRISIS

 




Por no dejar las cosas a medias, la semana pasada dimos  noticia del apuñalamiento del escritor Salman Rushdie a manos de un ciudadano americano de 24 años, hijo de inmigrantes libaneses, que justifica su acción por los ataques de Rushdie al Islam, pero que niega relación alguna con Irán ni que su acción esté relacionada con la FATUA que el Ayatolá Jomeini firmó contra Rushdie en 1989 por las supuestas blasfemias vertidas contra el profeta y contenidas en los VERSÍCULOS  SATÁNICOS, novela publicada por este autor por entonces. El agresor se ha declarado no culpable y se encuentra en la cárcel de  Chautauqua, cerca de Nueva York a la espera de juicio. No consiguió su propósito de terminar con la vida de Rushdie, pese a las 10 puñaladas que logró infrigirle antes de ser detenido. El novelista se encuentra grave pero hoy no se teme por su vida. La recuperación será larga, según informa su hijo Zafar y arrastrará consecuencias importantes, por causa de la gravedad de las heridas.                                                                                       

 La guerra de Ucrania está impregnando el panorama internacional de modo que lo que pudo ser un conflicto localizado como tantos otros como existen en el mundo, se está convirtiendo en un juego de fuerzas entre Rusia y su posición geoestratégica en el mundo y lo que se ha conocido hasta hoy como Occidente, que ha tomado opción por Ucrania, con lo que factores al margen de la guerra en sí, las enormes reservas de grano de las que Ucrania dispone y que el mundo entero necesita y las no menos enormes reservas de petróleo y, sobre todo,  de gas que almacena Rusia de las que Occidente se quiere liberar y encontrar proveedores alternativos como arma de presión contra Rusia para que termine abandonando lo que llamó OPERACIÓN MILITAR ESPECIAL para desnacificar Ucrania y termine volviendo a sus fronteras y abandone la invasión injustificada en la que está comprometida desde hace ya seis meses, si bien los primeros escarceos comenzaron en 2014  y Occidente entonces reaccionó mirando para otro lado, como si el asunto no le incumbiera. Ahora no es el caso y aquí estamos todos enfrascados en un conflicto que lleva toda la pinta de modificar la estructura de poder en el mundo, que venía más o menos fija desde la caída del muro de Berlín en 1989 y la desaparición de la Unión Soviética.



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  Como trasfondo se encuentra la influencia creciente de China que, sin tener ningún papel determinante en el conflicto actual, los dos bloques en pugna son muy conscientes de que el papel de China en el mundo no para de crecer y puede que a la vuelta de muy pocos años se encuentre convertida en primera potencia mundial y con un papel hegemónico en el mundo para administrar áreas de influencia juego de colaboraciones entre los países que considere oportunos. Con lo cual el conflicto tiene tintes de globalidad aunque por ahora esté constreñido a Ucrania y con todos mirándose de reojo porque la posibilidad de ampliar las hostilidades a dimensiones nucleares que a nadie le interesa, está presente en todo momento aunque hasta el momento, nadie ha dado un paso firme en esa dirección y todos se limitan a veladas amenazas de los unos contra los otros. El otoño, que está a las puertas, promete ofrecer la verdadera cara de la crisis y todos nos veremos involucrados

domingo, 14 de agosto de 2022

FATUA

 

    Dictamen sobre algún punto de la sharia, la ley religiosa del Islam, pronunciado por un experto llamado muftí o un panel de los mismos, cuyo conjunto constituye el fiqh o jurisprudencia en temas religiosos. Los versos satánicos, cuarta novela del escritor indio nacionalizado británico Salman Rushdie, publicada por primera vez en 1988, inspirada en parte en la vida del profeta islámico Mahoma. Como en sus libros previos, Rushdie usa el realismo mágico y se apoyó en eventos y personas contemporáneas para crear a sus personajes. El título hace referencia a los versos satánicos, un grupo de versículos del Corán que se refieren a tres diosas preislámicas de La Meca: Allāt, Uzza, y Manāt. Los versos satánicos son palabras de supuesta «inspiración satánica» que supuestamente el profeta islámico Mahoma confundió con una revelación divina, según es descrito en la biografía de Mahoma escrita por Ibn Ishaq. La parte de la historia que trata de los «versos satánicos» se basó en relatos de los historiadores Al-Waqidi y Al-Tabari.1


En el Reino Unido, Los versos satánicos recibió críticas positivas, fue finalista del Premio Booker y ganó el Premio Whitbread de 1988 a mejor novela del año. Sin embargo, se suscitó una gran controversia cuando musulmanes acusaron la novela de blasfemia y de burlarse de su fe. La indignación entre los musulmanes concluyó con que el Ayatolá Ruhollah Jomeiní, para entonces Líder Supremo de Irán, pidiera la muerte de Rushdie el 14 de febrero de 1989. En consecuencia, ocurrieron varios intentos fallidos de asesinato contra el escritor, que fue puesto bajo protección policial por parte del gobierno del Reino Unido, así como ataques contra varias personas vinculadas, incluyendo el asesinato del traductor Hitoshi Igarashi. El libro fue prohibido en la India como discurso de odio hacia los musulmanes.

El detenido por el apuñalamiento del escritor Salman Rushdie ha sido acusado de intento de asesinato y está detenido sin fianza, según informó este sábado la oficina del fiscal del condado de Chautauqua, donde fue apuñalado el autor el viernes. A Hadi Matar, un hombre de 24 años de Fairview (Nueva Jersey), se le imputan cargos de intento de asesinato y asalto, concretó la oficina del fiscal del condado, Jason Schmidt, en un comunicado. Matar se ha declarado no culpable. Schmidt dijo que las agencias policiales estatales y federales, también en Nueva Jersey, están trabajando para desentrañar la planificación y preparación del ataque para determinar si presentan acusaciones adicionales.



         Rushdie había conseguido dar esquinazo a la furia fundamentalista durante 33 años, hasta que Hadi Matar se abalanzó sobre él, apuñalándole repetidas veces en el cuello y el abdomen, en el escenario de un centro cultural de Chaupauqua, especializado, ironías del destino, en programas de acogida y residencia para escritores amenazados. El tema de la última conferencia de Rushdie antes de la agresión fue precisamente el papel de Estados Unidos como puerto seguro para los autores perseguidos.

Nacido en Bombay (India) hace 75 años en el seno de una acomodada familia musulmana ―religión de la que renegó hasta definirse como ateo militante―, Rushdie se trasladó a Inglaterra para estudiar, licenciándose en Cambridge. En 1964 adquirió la nacionalidad británica. El escritor debe su reputación a su segundo libro, Hijos de la medianoche (1981), una gran novela coral sobre la India posterior a la independencia. La medianoche del título hace referencia a la del 15 de agosto de 1947, cuando se consumó la separación de los británicos y también la traumática y dolorosa partición de Pakistán. El libro ganó el premio Booker en 1981.

Tras varias incursiones en la narrativa, el periodismo y el ensayo, la publicación de Los versos satánicos en 1988 le situó en el ojo del huracán por culpa de la fetua (decreto religioso) dictada por el ayatolá Ruhollah Jomeini. La novela retrata la experiencia de los inmigrantes musulmanes en Gran Bretaña, y en especial la tensión entre las formas de pensar laica y religiosa, entre la modernidad y la tradición. El tratamiento de uno de los personajes, identificado por sus críticos como el profeta Mahoma, fue considerado irrespetuoso y varios países musulmanes prohibieron la publicación de la obra.



El experto en islamismo Romain Caillet contó en Twitter que Matar es de origen libanés y seguidor del partido-milicia chií Hezbolá, proiraní. En los medios de Irán la noticia fue recibida con júbilo. “Un héroe libanés”, llamaba el portal Irán en árabe al agresor en un tuit que fue borrado posteriormente. Desde Beirut, un portavoz de Hezbolá aseguró este sábado que el grupo no sabe nada del ataque. Caillet explicó, sin embargo, que Matar usaba un carné de conducir falso emitido en Nueva Jersey, a nombre de Hassan Mughniyah. Imad Mughniyah fue jefe de seguridad y uno de los más importantes comandantes de Hezbolá, eliminado por Israel en Damasco en 2008.

Rushdie ha sido desconectado del respirador al que se le había conectado en un hospital de Erie (Pensilvania), a donde fue trasladado tras el ataque e intervenido durante horas. Según su agente literario Rushdie está “hablando (y bromeando)”, ha dicho este sábado, después de que el viernes informase de que “Salman probablemente perderá un ojo; los nervios en su brazo fueron seccionados y su hígado quedó dañado por las puñaladas”. 



domingo, 7 de agosto de 2022

FRENESÍ


         El 15 de marzo de 2019 se nos paró del mundo conocido. Le llamamos covit 19 y desde entonces hemos tenido que aprender a vivir de otra manera: a ignorar cosas que creíamos saber, a salir y a entrar de nuestras casas con permiso, como si estuviéramos en guerra, a ver morir a nuestros vecinos sin que supiéramos por qué, a tomar conciencia de que no éramos más que pobre gente al albur de un virus que no podíamos ni ver, que nos traía y nos llevaba a su antojo, que al parecer venía de China pero que saber, saber…, nadie sabía a ciencia cierta. Éramos conscientes como nunca de que estábamos en pañales en pleno siglo XXI. Nos pusimos entonces como corderillos indefensos a hacer lo que se nos mandaba, conscientes de que quien lo hacía no sabía lo que hacía, pero sin tener a la mano otra alternativa que la de la simple obediencia. Me da escalofrío recordar aquellos momentos pero quiero ser fiel con mis recuerdos y, por más que miro, no veo más que lo que acabo de decir. En realidad falta una cosa que no he dicho hasta el momento: la voluntad sin límite de medios de encontrar una vacuna cuanto antes que también se puso en marcha por entonces.



         Todo fue nuevo. En el plazo de un año pasamos de la desesperanza absoluta a encontrar un punto de luz al final del túnel. Le llamamos vacuna. Nos tiramos como locos a recibir vacunas, siempre entendiendo en qué mundo vivimos y sabiendo que irían primero los que pudieran pagarla y que el resto, la amplísima mayoría de pobres, estaría a la espera, para cuando les tocara. Sé que hoy paso por todos los dramas de puntillas. No quiero detenerme en ninguno para poder ofrecer el proceso completo, que es lo que me interesa. También hubo entre los ricos quienes dijeron que las vacunas no servían para nada. Todavía hay quien lo dice y se le respeta su derecho. El señor Trump llegó a decir que la mejor vacuna tenía que ser la lejía y él solito elucubró que si la lejía limpiaba por fuera, si nos la bebíamos podría limpiar por dentro. Hoy sigue diciendo barbaridades parecidas aunque ya lleva en su cuerpo todas las vacunas a las que ha podido acceder sin límite de dinero.



         Hoy el covit 19 sigue con nosotros con el nombre de ómicron. Los que hemos tenido el privilegio de recibir las vacunas que se han prescrito, en mi caso tres, nos sentidos inmunizados. Pese a las controversias verbales, que no han desaparecido en ningún momento, la vacuna es el antídoto de garantía para lograr sobrevivir al virus que nos sumió en lo desconocido hace algo más de dos años y que hoy hemos aprendido a convivir con él, utilizando algunos medios que la ciencia ha puesto en nuestras manos y que el mundo rico no ha tenido empacho alguno en usar en su propio beneficio. Ya no hay números que digan ni siquiera por dónde vamos vacunando, quienes faltan y en qué momento les va a tocar recibirlas. Tampoco veo que estemos muy preocupados por eso. Han llegado volcanes, guerras, fuegos y demás calamidades, se han colocado por encima del virus y nos hacen ver, como si tal cosa, que nunca ha existido. Parece que tenemos memoria de pez.



         Este verano algunos han insistido en que estábamos en la séptima ola, si bien es cierto que el bicho ha caído en la insignificancia y ya la gente lo maneja como quiere, lo trae y lo lleva y no se siente en la obligación de comunicarlo. Podríamos empezar a decir que nunca existió si no fuera porque parece que nos hemos vuelto locos. Queremos viajar a todos los sitios, bañarnos en todos los ríos, comer en todos los restaurantes, lucir todos los últimos modelos y todo lo queremos hacer a la vez, como si el tiempo hubiera desaparecido de nuestra memoria y nos hubiera secuestrado las secuencias, que la prisa no era buena consejera, que después de un momento venía otro y que no por mucho madrugar amanecía más temprano. Estoy seguro de que es la propia angustia de nuestra insignificancia acumulada la que está reverdeciendo para que volvamos a sentirnos dueños y señores de este mundo que vuelve a ofrecérsenos a nuestra disposición, cuando creíamos haberlo perdido desde aquel fatídico marzo de 2019. Ojalá hayamos aprendido algo.