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domingo, 21 de agosto de 2022

CRISIS

 




Por no dejar las cosas a medias, la semana pasada dimos  noticia del apuñalamiento del escritor Salman Rushdie a manos de un ciudadano americano de 24 años, hijo de inmigrantes libaneses, que justifica su acción por los ataques de Rushdie al Islam, pero que niega relación alguna con Irán ni que su acción esté relacionada con la FATUA que el Ayatolá Jomeini firmó contra Rushdie en 1989 por las supuestas blasfemias vertidas contra el profeta y contenidas en los VERSÍCULOS  SATÁNICOS, novela publicada por este autor por entonces. El agresor se ha declarado no culpable y se encuentra en la cárcel de  Chautauqua, cerca de Nueva York a la espera de juicio. No consiguió su propósito de terminar con la vida de Rushdie, pese a las 10 puñaladas que logró infrigirle antes de ser detenido. El novelista se encuentra grave pero hoy no se teme por su vida. La recuperación será larga, según informa su hijo Zafar y arrastrará consecuencias importantes, por causa de la gravedad de las heridas.                                                                                       

 La guerra de Ucrania está impregnando el panorama internacional de modo que lo que pudo ser un conflicto localizado como tantos otros como existen en el mundo, se está convirtiendo en un juego de fuerzas entre Rusia y su posición geoestratégica en el mundo y lo que se ha conocido hasta hoy como Occidente, que ha tomado opción por Ucrania, con lo que factores al margen de la guerra en sí, las enormes reservas de grano de las que Ucrania dispone y que el mundo entero necesita y las no menos enormes reservas de petróleo y, sobre todo,  de gas que almacena Rusia de las que Occidente se quiere liberar y encontrar proveedores alternativos como arma de presión contra Rusia para que termine abandonando lo que llamó OPERACIÓN MILITAR ESPECIAL para desnacificar Ucrania y termine volviendo a sus fronteras y abandone la invasión injustificada en la que está comprometida desde hace ya seis meses, si bien los primeros escarceos comenzaron en 2014  y Occidente entonces reaccionó mirando para otro lado, como si el asunto no le incumbiera. Ahora no es el caso y aquí estamos todos enfrascados en un conflicto que lleva toda la pinta de modificar la estructura de poder en el mundo, que venía más o menos fija desde la caída del muro de Berlín en 1989 y la desaparición de la Unión Soviética.



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  Como trasfondo se encuentra la influencia creciente de China que, sin tener ningún papel determinante en el conflicto actual, los dos bloques en pugna son muy conscientes de que el papel de China en el mundo no para de crecer y puede que a la vuelta de muy pocos años se encuentre convertida en primera potencia mundial y con un papel hegemónico en el mundo para administrar áreas de influencia juego de colaboraciones entre los países que considere oportunos. Con lo cual el conflicto tiene tintes de globalidad aunque por ahora esté constreñido a Ucrania y con todos mirándose de reojo porque la posibilidad de ampliar las hostilidades a dimensiones nucleares que a nadie le interesa, está presente en todo momento aunque hasta el momento, nadie ha dado un paso firme en esa dirección y todos se limitan a veladas amenazas de los unos contra los otros. El otoño, que está a las puertas, promete ofrecer la verdadera cara de la crisis y todos nos veremos involucrados

1 comentario:

  1. Tal cual, querido amigo.
    La situación se presenta demasiado fea.
    Muchas gracias.
    Felicidades.

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