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domingo, 31 de julio de 2022

PLAYAS


         Mientras mi hija menor, Elvira, crecía comprobé en primera persona una de las locuras del verano: esa en la que se constata que todo el bullicio de la ciudad se traslada al litoral, allí donde los haya, los meses de julio y agosto. Este fin de semana, por tanto, se convierte en el de más circulación del año. Ya nos hemos comido mentalmente todo aquello que el covit 19, ¿te acuerdas?, nos trajo a malparir desde el 15 de 2019 hasta hoy. Seguir sigue entre nosotros lo que aun llamamos pandemia pero entre las vacunas salvadoras, allí donde se han podido inocular y las distintas variantes de ómicron, hemos decretado que recuperamos la normalidad y eso implica que julio y agosto recupera  el reinado de la playa. Como el descanso legal no supera el mes, este fin de semana en el que julio termina y empieza agosto, nos faltan pies, manos, coches, carreteras y espacios disponibles en general para salir y para entrar. Con el sobrepeso de material humano que no cabe en las playas hemos inventado lo del turismo cultural y el de interior para ver si así cabemos todos fuera de los domicilios habituales, que es de lo que se trata.



         Aquí nos quedamos cuando el bicho nos invadió para cambiarnos la vida y ahora que intentamos recuperar el punto donde estábamos, nos encontramos con el mismo contubernio que entonces: la fórmula de dos meses de verano y diez de normalidad nos vuelve demasiado locos. Ya entonces andábamos intentando encontrar ampliaciones veraniegas con junio, septiembre y octubre con una importante ocupación de ocio que permitiera repartir los contratos veraniegos en unos fijos discontinuos tirando de abuelos, vacaciones escolares y aledaños, porque la fórmula de dos meses de verano pelados se queda demasiado corta y no permite resolver la distribución temporal con una cierta dignidad por más que nos terminemos convirtiendo en un país de camareros, que estamos ya a punto de conseguir al paso que vamos. Si alguien quiere una prueba del nueve de lo que digo no tiene más que pasarse por cualquier playa un 25 de agosto y un 5 de septiembre y lo comprobará.



         ¿Recordáis lo de la guerra de Ucrania, que había sido invadida por Rusia y que iba a suponer cambios geoestratégicos en el mundo entero? Pues superamos ya los cinco meses de bombardeos, miles de muertos de uno y otro bando que nadie cuenta porque, para qué, si no impresiona. El último litigio ha sido dar salida a los millones de toneladas de grano que estaban y siguen estando almacenadas en el puerto de Odesa, al sur de Ucrania, cuando su destino tenía que haber sido África para evitar una hambruna de consecuencias imprevisibles. Como el conflicto no cede, por ahora, Turquía, miembro de la Unión Europea y aliado de Rusia, ha tomado las riendas y se ha convertido en mediadora para que el grano de Ucrania salga de Odesa y llegue allí donde lo esperan como agua de mayo. Con algunos bombardeos de por medio, parece que los barcos cargados están consiguiendo salir. No sé si hablar de esperanza ante tan escasos resultados. Demasiada sangre en el camino me parece a mí.



         Habrá que decir que se avanza por decir algo pero el camino se torna pegajoso y abarrotado de despojos, lo que da pie a que tirios y troyanos dispongan de argumentos suficientes para leer que mejoramos o que nada merece la pena según la intención de salida que unos u otros tuvieran al empezar el discurso. Y, si bien se mira, seguramente que las evoluciones de este mundo no son muy distintas en ningún caso. Hemos sufrido un dramático año de incendios, por ejemplo, que no tendría por qué habernos extrañado si atendemos a las debilísimas precauciones con que recibimos a los extremos calores de la temporada, que ha sido suficiente como para que nos hayamos tirado las culpas a la cabeza, según los gobiernos responsables, antes que sentarse unos y otros, analizar la situación que se nos había venido encima y poner en funcionamiento cambios que pudieran prevenir los dramas que luego no sabemos más que lamentar. Aprender no es nada fácil pero se hace casi imposible si el afectado no quiere.  


  

domingo, 24 de julio de 2022

JUICIO

 


         Estos días, la justicia de EEUU está terminando de analizar la toma del capitolio que se produjo hace año y medio en el momento en que los representantes recién elegidos se reunieron en el Congreso para proclamar los resultados de las elecciones y, como consecuencia, la victoria de Joe Biden. Todo el mundo pudimos ver entonces, en vivo y en directo, cómo una horda aparentemente descontrolada tomaba el capitolio por la cara intentando imponer que los resultados habían sido robados a favor de los demócratas y en contra de los republicanos. También vimos cómo el señor Trump arengaba a los asaltantes a través de la televisión, les declaraba su afecto y valoraba positivamente lo que estaban haciendo. En la revisión de aquellas declaraciones, ahora hemos podido comprobar cómo los técnicos le iban sugiriendo a Trump lo que tenía que decir y cómo él, una y otra vez se negaba a pronunciar que en el Congreso se iban a proclamar los resultados finales de las elecciones que se acababan de producir. Estamos a la espera de que los jueces dicten sentencia sobre aquellos hechos.



         El espectáculo que presenciamos entonces, en cualquier otro lugar del mundo no hubiéramos dudado en calificar como un intento de golpe de estado pero tratándose de EEUU, modelo y cuna de la democracia para todos, se nos heló la voz ante aquel insoportable espectáculo que hemos mantenido en nuestras pupilas desde entonces. Ahora que empezamos a tener acceso a las consideraciones de los jueces, antes de pronunciar la sentencia que estimen oportuna y se empieza a pronunciar con todas sus letras lo que todos pudimos ver en vivo y en directo y era, sencillamente, un intento de golpe de estado por un importante grupo de personas, apoyadas por el señor Trump, que intentaron suspender la sesión en la que debían proclamarse los resultados finales, anularlos e imponer de manera ilícita que había trampa en los recuentos y que el señor Trump había ganado, aunque los números no dijeran eso.



         No sé qué resultará al final, una vez que los jueces decidan emitir su veredicto pero si estamos hablando de algo redondo como un huevo, si lo acaba de  poner una gallina y si lo acabamos de traer del corral, mucho me temo que estamos hablando de un huevo, o sea de un intento de golpe de estado en toda regla, producido a la vista de todos en donde el mundo entero fue testigo de las distintas secuencias que se produjeron sin lugar a dudas, y en la que los encargados de enjuiciar, valorar y calificar los hechos que todos presenciamos se las van a ver y se las van a desear para ajustarlos a derecho, acotarlos a  las distintas responsabilidades que se aprecian según sus grados de participación y estipular, como consecuencia, las responsabilidades que se estimen oportunas en cada caso. Estoy seguro que el resultado se vería mucho más claro si lo que se hubiera juzgado pudiera asignarse casi a cualquier otro país del mundo. Pero el problema es que estamos hablando de los EEUU. Hay términos, actitudes de personas y secuencias de comportamiento que son muy duras de tragar con  toda la claridad que las contempló el mundo entero.



         Por nada del mundo quisiera estar en el pellejo de los jueces que tienen que emitir semejante sentencia. En demasiadas ocasiones los EEUU han ejercido, y lo siguen haciendo, de jueces de unos y de otros. Hemos sido testigos no solo de calificaciones tomadas demasiado a la ligera sino de valoraciones que han terminado en importantes acciones de guerra como consecuencia  de valoraciones tomadas demasiado a la ligera. Hoy, algunas de ellas las reconocemos de abiertas injusticias y como abusos de poder. Lo que se espera como resultado final del asalto al Congreso propio es algo parecido a valorar su evidente desaguisado teniendo como modelo una imagen de espejo en la que se manifiesta cada comportamiento con todo el cinismo con que se quiso mostrar sin que quepa ignorancia ni forma alguna de edulcoramiento. Y lo que es peor: el mundo entero está expectante para ver el resultado con el que se juzga a sí mismo quien se ha mostrado juez de tantos.    


   

domingo, 17 de julio de 2022

FUEGO


         ¿Se acuerda alguien de qué fue de aquella Ucrania a la que Rusia decidió desnacificar hace unos meses y occidente llamó invasión desde el primer día? Ahora estamos calibrando lo que nos va a costar la decisión de haberle levantado la voz a Rusia, sobre todo cuando llegue el frío y nos demos cuenta de lo que significa dejar de consumir gas ruso, tan cómodo y tan barato como lo hemos tenido durante años. Podíamos guardar un poco del fuego que nos acosa y destinarlo a calentar el otoño e invierno que nos amenaza. Como los fenómenos se nos echan encima sin que tengamos mucha conciencia de las causas – efecto por las que las cosas suceden, mañana nos helaremos y entonces demandaremos auxilio a no sé quién y hoy lo estamos demandando porque nos achicharramos sin que tengamos mucha conciencia de si existe o no una razón para que nos pase lo que nos pasa.



         Y sí que existe. Estamos en pleno julio, sobreviviendo a los 40 grados más o menos de temperatura y quejándonos como cada año de lo que podríamos hacer y no hacemos para protegernos de la importante amenaza de los incendios por la que tenemos que atravesar. Es imposible controlar todas las incidencias que se nos imponen, en este caso por las altas temperaturas, pero es verdad que resulta sospechosamente inocente, la del fuego en este caso, para sentirnos justificados ante la reiterativa ineficacia de que cada veranos tengamos que dejarle a Vulcano tan alto tributo de campos, bosques y a veces de vidas humanas, sabiendo como sabemos que no nos vamos a librar de las peligrosas temperaturas que nos van a rozar e ignorando como ignoramos las imprescindibles medidas que deberíamos haber puesto en funcionamiento en invierno para proteger la enorme cantidad de espacios y que abandonamos como si no existieran. Los fuegos se apagan en invierno decimos cada verano, pero los montes siguen atascados de hierba, que en su momento fue verde y pudo ser comestible para los animales pero que se quedó abandonada y hoy arde con solo mirarla.



         No pasa un año que no se me ocurra que no puede ser casualidad que apenas haya fuegos en los olivares de Andalucía, con la del millones de olivos que la cubren, cuando lindando con ellos, sea monte bajo, dehesa o bosque sencillamente, el fuego consume una alta cantidad de hectáreas, porque no cuentan con los espacios imprescindibles limpios que protejan su inexorable visita. Seguramente será imposible prevenir todas las amenazas que las altas temperaturas, cada año un poco más, pasan junto a nosotros y que terminan prendiendo por lo mismo que tanto va el cántaro a la fuente que cualquier día termina roto. Sería inútil asumir todos los riesgos posibles, sencillamente porque estarían fuera de nuestro alcance. Pero cuando uno ve tantísimo avión y helicóptero repartiendo baldes de agua por doquier, necesariamente tiene que pensar que las cosas no pueden hacerse solamente de ese modo.



         Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena y no está mal pero sin duda que es insuficiente. Los montes, los matorrales, los sembrados y los millones de hectáreas de barbecho tenemos que saber que son muy hermosas como paisaje para contemplar desde las orillas, pero también peligros ciertos cuando el verano los convierte en teas y los eleva por encima de los 40 grados. Y esto no es una maldición divina que nos cae de la noche a la mañana. Es algo que la ciencia elemental nos dice que ha de producirse cada año, sencillamente porque tenemos el clima que tenemos y no otro. Sería pretencioso suponer que vamos a ser capaces de prevenir todos los peligros posibles pero sí podemos conocer lo que significan determinadas causas y muchos de los efectos que producen si nos paseamos por su lado con los conocimientos que tenemos y nos comportamos como si las leyes de la naturaleza no existieran. El fuego es uno de los grandes monstruos de la vida. Puede ser nuestro amigo si aprendemos a convivir con él, pero también puede ser nuestra perdición si lo ignoramos. 


domingo, 10 de julio de 2022

PROPUESTAS

 


         Se llama Yolanda Díaz. Es vicepresidenta segunda de este gobierno de coalición que, con una mala salud de hierro, prometió que  culminaría la legislatura y que con amenazas casi diarias de que se rompe, y es posible que no le falten razones para ello, ahí va cumpliendo su cometido como puede, desarrollando un bagaje legislativo que, como todo en esta vida puede ser mejorable, pero que ha enfrentado situaciones tan excepcionales como la pandemia de covit 19, que todavía colea y ya tenemos una guerra en Ucrania, detrás de la puerta como quien dice y soportando una oposición efervescente que se confiesa un partido de estado pero que no para de poner zancadillas a ver de qué modo consigue que este gobierno caiga sin que se pueda decir que exista una alternativa constructiva para reemplazarlo, al menos hasta el momento. Con este estado de cosas, la vicepresidenta Yolanda Días no para de sacar las más altas notas de aceptación por la ciudadanía en todas las encuestas. Al margen de la formación política que la sustenta parece que a esta gallega le surge de su modo de ser y de su forma de comportarse, algún atractivo que comunica con la gente.



         Desde que comencé con este humilde blog, allá por septiembre de 2010, me confesé una persona del ámbito de la izquierda, si bien es verdad que nunca he militado bajo la disciplina de ningún partido concreto. En esa posición me mantengo hoy, con el máximo respeto para quien lo haga o para quien su opción política sea distinta a la mía. Ayer, Yolanda Díaz se reunió ayer con unas 5000 personas en la sala Matadero de Madrid para presentar su opción SUMAR. Les había pedido a los primeros espadas políticos que no fueran porque lo que quería era escuchar a los distintos sectores de la calle sobre sus propuestas para encontrar soluciones posibles a la problemática que nos rodea y que muchas veces nos angustia. Con los contenidos dice que pretende armar un cuadro de acción, al margen de los partidos, que implique a la gente en la elaboración de propuestas transversales en las que puedan sentirse concernidos amplios colectivos, lo más diversos posible.



         No conozco a Yolanda Díaz más que por sus apariciones en la prensa y por sus apariciones parlamentarias. La considero una persona pragmática, que afronta con valentía los problemas de su departamento, profundamente democrática, y consciente de que las soluciones que se adopten deben ser negociadas para que todos nos sintamos implicados porque este país no puede ser de unos frente a otros sino que nos necesita a todos. Básicamente esa actitud abierta e inclusiva es la que he pretendido mantener y desarrollar en los distintos espacios en los que me ha tocado intervenir en mi vida, que no han sido pocos. Es la actitud en la que creo  y me voy a involucrar en la medida que pueda con un proyecto como SUMAR porque considero que puede ser útil como vehículo de entendimiento que encuentre salidas a los problemas que nos acucian. Sé por experiencia que se puede entender como una actitud ingenua. No sé si lo es o no, pero no me importa demasiado. Me parece honesta y fiable y eso me basta.



         He trabajado con la derecha muchos años. Hemos discrepado miles de veces en los planteamientos que unos y otros defendíamos pero siempre nos hemos respetado, tanto cuando nuestras propuestas se aprobaban como cuando eran las de ellos. No encuentro otra manera de vivir que nos incluya a todos. Tenemos que entender que ninguno tenemos toda la razón aunque muchas veces nos lo creamos. En las negociaciones imprescindibles sobre cualquier aspecto de la vida, es preferible ceder en algo si lo que se consigue a cambio es que nos podamos poner de acuerdo en el resultado final. Seguramente los acuerdos a los que se lleguen puede que nos satisfagan un punto menos de lo que nos parezca lo mejor. Pero un resultado final acordado entre diferentes posiciones tiene una solidez y una profundidad muy superior a cualquiera de las tesis de inicio, por muy brillantes que fueran. ¡Ánimo, Yolanda!.     


 

domingo, 3 de julio de 2022

EFECTOS COLATERALES


         Martes, miércoles y jueves de la semana pasada, Madrid ha estado literalmente tomada por la mejor estructura militar del mundo para que pudieran reunirse a sus anchas los miembros de la OTAN. España era la responsable de que la reunión se celebrara en las mejores condiciones posibles y vive dios que se ha notado en cantidad y en calidad. Durante los tres días de reuniones Madrid ha sido un bunker sin otra función que hacer que los miembros de esta estructura militar, de la que España forma parte desde 1982 trataran sus asuntos con toda tranquilidad. Más de 2000 corresponsales del mundo ocupando el centro de Madrid a la busca y captura de cada una de las ruedas de prensa a través de las que hemos podido conocer los contenidos de lo que se ha tratado en esta importante concentración de jefes de estado y de gobierno, miembros de su estructura. España ha sido, por tanto, la capital del mundo durante  estos tres días para la historia. De su contenido reconozco humildemente no entender apenas nada y no simpatizar con contenidos militares, de los que toda mi vida he vivido lo más alejado

posible, por cuestiones de principio.


         Me interesan, sin embargo, las cuestiones colaterales que hemos podido ver en los momentos distendidos, que los ha habido. Me resulta todo un espectáculo ver a los jefes de la estructuras militares del mundo, reunidos en el Museo del Prado alrededor de LAS MENINAS en una foto que ha dado la vuelta al mundo como cualquier otro acto de los que se han celebrado en el encuentro y que su contenido no tiene nada que ver con la guerra sino que representas una secuencia íntima de palacio en la que algunas infantas de entonces comparten su vida con un pintor, con un perro y con los reflejos de los propios reyes durante una visita que realizan al taller de Velázquez. A primera vista uno diría que qué tiene que ver la velocidad con el tocino pero me parece una ocasión de oro para mostrar una joya semejante al mundo entero, en un instante en que sus jefes le rinden pleitesía, por más que es evidente que no tiene nada que ver ni con la guerra ni con la estructura militar que los ha reunido.



         Se me ha ocurrido destacar otra secuencia en la que las esposas y acompañantes posan delante del GUERNICA que, no solo no tiene nada que ver con la guerra sino que es un alegato contra la guerra y así ha quedado para el mundo. No han faltado comentarios que insistan en este aspecto del cuadro, y no les falta razón. Pero mi visión no quiere entrar en el contenido belicista que justifica tal reunión y prefiere optar por mirarlo como un aspecto colateral y posible que se puede transmitir, ya que estamos. También podíamos verlo como un  alegato antibelicista, el mayor conocido que yo sepa, cuando se han reunido para mejorar, agrandar y glorificar los beneficios de la carrera armamentística, aprovechando la guerra de Ucrania de fondo que soporta el contenido. Ni una palabra en ese momento del salto de la valla de Melilla de más de mil subsaharianos con el resultado de varias decenas de muertos y heridos que nos avergüenzan a todos, como si los negros no contaran una vez más.



         Cuando se acumulan las noticias parece que la boca tiene un nivel de preferencia en el que no salen todas de golpe. Lo que pasó en aquel momento fue que todo el foco se concentró en la OTAN y su circunstancia y su brillo deslumbró a lo que estaba sucediendo a su alrededor. Ahora que el fulgor ha bajado, que cada mandatario ha vuelto a su espacio, que España ha gozado de su momento de brillo merecido, los efectos colaterales vuelven al primer plano porque son parte de la realidad y hablamos de la valla de Melilla cuando los muertos ya duermen el sueño eterno, enterrados más que de prisa para que no se noten demasiado. La complejidad del mundo tiene todas estas aristas que se muestran sin avisar en un momento determinado, sin más orden que la vida que pasa y nos deja su huella. Probablemente sean los efectos colaterales los que nos permitan ver las lecciones más profundas, si es que queremos ver lo que pasa y no nos hacernos los sordos y los ciegos, como si lo que está pasando a nuestro alrededor no fuera con nosotros.