Seguidores

domingo, 26 de noviembre de 2023

LA PAZ INCIPIENTE


         A las 24 horas de ser elegido presidente del gobierno español y en calidad de presidente de turno de la Comisión Europea, se ha dirigido a Gaza para entrevistarse con israelíes y palestinos. Al presidente palestino le ha mostrado solidaridad por el tamaño del desastre de la zona y por la urgencia del alto el fuego inmediato. A los israelíes les ha dicho sencillamente, que tanto muerto civil palestino resulta sencillamente insoportable, pese al salvaje atentado de Hamás y al derecho a defenderse que le reconoce. Al israelí le ha faltado tiempo para decirle que Israel no olvidará la crítica y a acusarle de que defiende el terrorismo.      España ha llamado a consultas a la embajadora israelí para afearle  la posición de su gobierno y aclararle la mentira de la defensa del terrorismo y proponerle la solución de los dos estados en la zona como solución definitiva para garantizar una paz justa y duradera, con seguridad para ambos bandos. A mismo tiempo ha entrado en vigor  el silencio de las bombas, la entrada en Gaza de los camiones de ayuda humanitaria, que esperaban hacía días en el paso de Rafah  y el intercambio de prisioneros con cuenta gotas.



         Todas las guerras son endemoniadas. Que se lo digan a Ucrania, por ejemplo, que soporta la invasión de Rusia desde hace más de un año y tiene que escuchar al Señor Putin que diga en la reunión del G20 que el conflicto de Rusia con Ucrania necesita una solución negociada y terminarlo de una vez. Y se queda tan fresco, como si él fuera un invitado que pasaba por allí y que opinaba haciendo gala de su cinismo sin cuento, como si Rusia fuera una víctima del conflicto que ella misma provocó. Israel también se siente víctima de la maldad de Hamás, cuyo atentado en suelo israelí fue ciertamente terrorífico y completamente condenable pero que todos sabemos que no surge de la nada sino que se ha venido cociendo a lo largo de los años, en los que el pueblo palestino ha venido sufriendo la ocupación sistemática de su territorio por los colonos israelíes y la instalación de muros de separación entre ambos pueblos, como en los mejores tiempos sudafricanos, anteriores a la presencia de Mandela.



         No hace falta tener mucha memoria para recordar cómo los israelíes colaboraron en la creación  de Hamás para separar los territorios palestinos y debilitar el gobierno de Fatah recluyéndolo a Cisjordania mientras que Gaza pasaba al poder de Hamás. Poco a poco las cosas han evolucionado, cada bando con sus propios intereses, mientras Israel no ha parado un  momento de anexionarse territorio palestino y haciendo que el odio y el rencor no pare de aumentar en la zona hasta que, en un momento hace poco más de un mes, la situación explota de una manera trágica y crea este drama que ojalá prologue el alto el fuego por la presión de los mediadores, Egipto, Qatar y EEUU, porque el odio acumulado en la zona entre israelíes y palestinos no parece muy proclive al entendimiento. Hasta 150 países han reconocido hasta el momento al estado palestino en Cisjordania y en Gaza y da la sensación que, pese a la dificultosa distribución  territorial, nadie dispone de una solución más aceptable para este problema que arrastra ya más de 70 años.



         Pese a las protestas de la oposición interna por la visita del presidente español y por sus palabras en la zona de Gaza, también es conveniente aclarar que en 2014, con un gobierno del PP precisamente, se aprobó por unanimidad en el parlamento español, a propuesta suya,  una moción para que en la zona se establecieran los dos estados y para que los dos pueblos en conflicto pudieran vivir en paz y con la seguridad suficiente y eso es justamente lo que ha defendido el presidente español, una vez más. Convendría que tuviéramos un  poco de memoria para que las exageraciones y el ruido en el que nos desenvolvemos en determinadas épocas, y esta es una de ellas que nos embota el equilibrio y nos hace olvidar decisiones que hace unos años se aprobaron, por unanimidad, en nuestro parlamento. Quien las pudiera emular hoy en día, en que apenas logramos saludarnos con desconfianza.






 


domingo, 19 de noviembre de 2023

ETERNO RETORNO

 

         Podría, quizá debería, centrarme una y otra vez en los conflictos armados que nos acosan, con la carga de muerte y desolación que nos va destrozando por dentro. Seguro que tampoco sería inútil centrarme  en el proceso electoral de España, que parece que no va a acabar nunca, aunque es cierto que ya se encuentra en la última fase, con un Presidente recién elegido y pendiente de la formación de su gobierno de un momento a otro. En este punto debía de terminar el proceso y dar comienzo a la legislatura. Ojalá termine siendo así, cosa que es posible todavía, pero hay nubarrones en medio de las fuerzas políticas, sobre todo de la que ha perdido, que puede enrarecer el tiempo venidero, con parte de su discurso pendiente, que no termina de cerrar el ciclo electoral y mantiene en vilo el ánimo de casi todos. O sea,  que asuntos de los que ocuparse no faltan y todos del máximo interés y de palpitante actualidad. Pero el devenir del tiempo tiene su propia lógica y nos lleva y nos trae un poco a su capricho.



         Enfrascado como me encuentro en este tiempo con mis lecturas y con mis actividades de apoyo a las necesidades especiales de los adultos, vuelvo tan tranquilo con la bolsa del Mercadona y hablando con mi hija Elvira y recibo una llamada de Rafa, a quien no conozco hasta el momento, Vicedecano de Prácticas de la Facultad de Educación que me ofrece la posibilidad de un par de horas de clase para los alumnos que están realizando un Master. Tradicionalmente, una llamada parecida significa entrar en el corazón de mi profesión y, con todos los respetos, cualquier asunto pasa a la espera porque en la vida de cada uno, lo primero es lo primero y la Educación Infantil me hizo suyo, hace unos 50 años y por más que esté jubilado hace ya unos cuantos años, cualquier llamada sobre este asunto me pone en alerta por delante de cualquier otro tema. Por supuesto le dije que aceptaba al momento y ya me encuentro inmerso en el tema, pensando qué puedo yo aportar a los que empiezan, no tanto a partir de nociones técnicas, que seguro que ellos las tienen mucho más actualizadas, sino desde mis años de práctica de maestro y de pedagogía cooperativa en la estela de Freinet.



         Desde el momento del encargo no paro de darle vueltas a la cabeza, consciente de que el arsenal de vivencias que puedo aportar puede ser útil y valer a los estudiantes como un complemento a ras de tierra si logro seleccionar mis recuerdos profesionales, sistematizarlos y contarlos con acierto en el rato de clase que se me ha encomendado, de 90 a 120 minutos, para que los asistentes puedan incluir lo que me escuchen como parte de su formación, desde una perspectiva profesional desligada de los libros, pero ligada por completo al devenir de la vida cotidiana. El día 30 de noviembre a las 6´30 de la tarde veremos lo que da de sí mi respuesta a la propuesta institucional que he recibido. No sé ya cuántas horas llevo con la preparación del acto porque le memoria es la depositaria del contenido que pienso transmitir y debo acumular, no tanto muchos recuerdos, que también, sino recuerdos significativos que a los que empiezan, que me estén escuchando, les ofrezcan un soplo de realidad que quizá los libros que hayan estudiado se encuentren en otro nivel más teórico.



         Anoche me llama mi amiga Mercedes Toro, maestra de Educación Infantil pública toda su vida,  para contarme sensaciones del viaje hasta Bariloche que acaba de concluir. Hemos intercambiado opiniones toda la vida sobre la educación, sobre el trabajo de la escuela y también sobre la vida personal, porque al final somos un todo y como tal nos comunicamos. No he podido, por tanto, callarme el ofrecimiento y mi preocupación por ofrecer un contenido solvente y diferenciado a los asistentes, como tantas cosas nos hemos intercambiado a lo largo de nuestra prolongada vida personal y profesional. Antes de terminar se ha ofrecido a acompañarme y me ha faltado tiempo para aceptar la oferta encantado. Siempre que hablo a un grupo me oriento por dos o tres ojos que me sirven de guía. Ahora sé que unos serán los de Mercedes, en los que voy a encontrar apoyo y complicidad, como tantas otras veces.      



domingo, 12 de noviembre de 2023

ESPIRAL

 

         Hemos alcanzado una situación en España en la que la diversidad de fuerzas políticas se ha simplificado hasta alcanzar la mentira de vernos como dos bloques. Hemos llegado al absurdo de tirarnos los discursos de unos contra otros con el mismo argumento. La Constitución es el parapeto que nos sostiene a la gran mayoría, pero nos damos cuenta de que hay minorías, vascos y catalanes sobre todo, que sienten tener particularidades que no están bien recogidas y se convierten en fuerzas disgradoras que unas veces se definen como nacionalistas y en este momento dan un paso más y se llaman independentistas. Las dos fuerzas mayoritarias serían las encargadas de hacer valer el gran bloque que integra España pero el devenir dialéctico ha dado como resultado que ambos están empeñados en tirarse los trastos a la cabeza y enfrascarse en el inútil empeño de excluir al otro, a base de exagerar las diferencias de puntos de vista sobre quién es más patriota y quien menos. Y andamos en una deriva ficticia porque ninguno reniega del tronco común, España, que debería ser el punto de partida en el que sentirse identificados ambos, cuando la realidad ofrece como resultado niveles de enfrentamiento preocupantes.



         Hemos atravesado dos procesos electorales muy cercanos que, lejos de haber despejado las diferencias, como hubiera sido lo lógico, más bien lo que han conseguido es agudizar los diferentes puntos de vista. En la primera contienda la derecha obtuvo un buen resultado, de modo que el reparto de poder municipal y autonómico se volcó a su favor. Como las siguientes elecciones se propusieron a los tres meses, la derecha entró en el proceso de las generales convencida de que culminaría su buena estrella y obtendría la victoria. Es más, los sondeos abundaban en que, efectivamente, los resultados finales se decantarían a su favor. Pero no fue así. La derecha fue la fuerza más votada, pero al pactar con VOX, se cerró las puertas para acceder a otros posibles pactos con  el resto de minorías y los números finales no les daban los 176 que les garantizaran la mayoría absoluta. Consiguieron sólo 172 diputados.



         El PSOE y SUMAR, dos fuerzas de izquierdas, se coaligaron y obtuvieron unos resultados que no alcanzaban tampoco la mayoría absoluta, pero se propusieron incluir todo el mundo nacionalista y abrir sus planteamientos de modo que esas minorías quedaran incluidas en su candidatura, una vez que concluyeran las negociaciones y cada una consiguiera beneficios suficientes para justificar su apoyo. Las negociaciones han concluido y los resultados con que piensan presentar su candidatura al congreso suman 179 votos, suficientes para que su candidato logre la Presidencia del Gobierno y se inicie una nueva legislatura. Las cosas son así de sencillas si somos capaces de aceptarlas como las muestra la aritmética parlamentaria. Pero en la vida muchas veces dos y dos no son necesariamente cuatro porque existen componentes que no forman parte de la aritmética y condicionan el resultado. Lo cierto es que la candidatura de la derecha ha decidido tomar las calles con el argumento de que las concesiones ofrecidas a algunas minorías se salen de lo razonable y que el candidato de la izquierda sólo pretende conseguir el poder a cualquier precio.



         Estamos, por tanto, en una espiral de desentendimiento que, quiero pensar que la próxima semana entrará en una fase descendente, una vez que, como es previsible, el congreso imponga su soberanía y cada uno entienda que su posición en el reparto del poder es la que han dictado las urnas y no las pretensiones particulares, al margen de los resultados. No se conoce un sistema más justo hasta el momento que la de cada persona, un voto y a eso nos tenemos que atener. Lo que pasa es que algo tan simple lleva incluido una alta dosis de fragilidad porque todos debemos estar de acuerdo y aquí viene el problema. Los argumentos de unos y de otros no siempre concuerdan y hay que deslindar la parte de razón que tiene cada uno. Y en ello estamos.    


        

domingo, 5 de noviembre de 2023

QUÉ PALABRAS


         Llevo un buen rato mirando el teclado y el espacio en blanco que espera mi decisión de volcarme entero para ir desgranando palabras que vayan ocupando el espacio y convirtiéndose en argumentos que me ayuden a pergueñar explicaciones a lo que pasa. Veo con claridad que mi incapacidad puede consolidarse y  soy capaz de pasarme la mañana entera mirando el espacio en blanco. Se me agolpan los argumentos en el cerebro y muchas veces, esta es una de ellas, me siento con dificultades para abril el discurso sobre cualquier asunto en concreto. Me dolió en su día darme cuenta de que Ucrania se me iba relegando en la mente, no porque su contenido hubiera perdido dramatismo, sino porque el conflicto de  Israel y Hamás se coló en tromba y no hubo forma de pasar del asunto sin detenerse y poner palabras a ese drama que remueve mi conciencia y no me permite mirar a otro sitio como si no estuviera pasando. Me doy cuenta de que el conflicto ha debido adolecer de ese silencio mental colectivo porque lleva vivo decenas de años y pasamos y cruzamos como si no fuéramos capaces de centrar  los ojos en esa pupa vida que nos interpela sin  descanso.



         Sin ninguna necesidad de recurrir al ancho mundo, capaz de atiborrarnos la mente de asuntos para centrar nuestra atención y ocuparnos sobradamente, vemos que  nuestra pereza mental, con demasiada facilidad ignora lo que sucede a unos kilómetros a la redonda y se justifica mentalmente con todo tipo de argumentos, suficientes para seguir viviendo con una cierta satisfacción y todo. Es más, ni siquiera hace falta mover la mente demasiado. En nuestra propia casa tenemos el asunto mismo del proceso de investidura del próximo gobierno, que no para de tensarse, en parte porque los resultados electorales de julio lo permiten y en otra parte porque la incongruencia inicial sobre las expectativas de los sondeos y lo que significaron los recuentos de los votos no coincidieron demasiado. Andamos, desde entonces, con una deriva que no termina de aclararse. Quiero pensar que la sensatez se  imponga, que entendamos que la realidad tiene más fuerza que las ilusiones y que las disputas deben tener un fin.



         Desde que los números dictaron sentencia se vio que cabían, al menos, dos opciones. La de que la fuerza ganadora entendiera que con sus votos no eran suficientes para formar gobierno y que los hechos son los que son, tanto si te gustan como si no. El juego de los pactos entre diferentes tendría que ser el que ofreciera la mayoría suficiente, 176 votos, para formar gobierno. La fuerza ganadora usó más de 30 días intentando armar esa mayoría y no lo consiguió. Terminado su plazo, la segunda fuerza tenía su derecho a intentarlo y en ello está. Tiene de plazo hasta el 27 de noviembre para hacerlo. Si es capaz de lograrlo, tendremos gobierno con toda legitimidad. En caso contrario habrá que convocar nuevas elecciones para el 14 de enero. Estamos en ese paso intermedio de que la primera fuerza está digiriendo su incapacidad para formar gobierno como puede y la segunda se alarga en el tiempo para lograrlo y el 27 de noviembre se acerca cada día un poco más.



         Los hechos objetivos son más o menos estos pero pasa que los argumentos se pueden exponer con cierta concreción, pero su reflejo en la realidad viva significa que nada está cerrado mientras que las fechas no digan lo contrario. Entre el punto de salida y el de llegada andamos como podemos. Las presiones de unos y de otros se hacen presentes y los juegos de fuerzas actúan con las limpiezas que cada uno considera adecuadas. El que ya fracasó en su momento presiona, bien para hacer valer que hay que votar de nuevo, porque considera que le favorece, y lo argumenta deslegitimando los argumentos del aspirante en el intento de dificultar las posibilidades de que disponga el segundo, por la complejidad de las negociaciones que tiene entre manos. Como los plazos van pasando y parece que el segundo va cerrando acuerdos poco a poco, el primero se impacienta y lo  manifiesta de todas las formas que puede, unas más limpias y otras bastante más discutibles. Paciencia y resignación, que todo pasa.