Hemos
alcanzado una situación en España en la que la diversidad de fuerzas políticas
se ha simplificado hasta alcanzar la mentira de vernos como dos bloques. Hemos
llegado al absurdo de tirarnos los discursos de unos contra otros con el mismo argumento.
La Constitución es el parapeto que nos sostiene a la gran mayoría, pero nos
damos cuenta de que hay minorías, vascos y catalanes sobre todo, que sienten
tener particularidades que no están bien recogidas y se convierten en fuerzas
disgradoras que unas veces se definen como nacionalistas y en este momento dan
un paso más y se llaman independentistas. Las dos fuerzas mayoritarias serían
las encargadas de hacer valer el gran bloque que integra España pero el devenir
dialéctico ha dado como resultado que ambos están empeñados en tirarse los trastos
a la cabeza y enfrascarse en el inútil empeño de excluir al otro, a base de
exagerar las diferencias de puntos de vista sobre quién es más patriota y quien
menos. Y andamos en una deriva ficticia porque ninguno reniega del tronco
común, España, que debería ser el punto de partida en el que sentirse
identificados ambos, cuando la realidad ofrece como resultado niveles de
enfrentamiento preocupantes.
Hemos
atravesado dos procesos electorales muy cercanos que, lejos de haber despejado
las diferencias, como hubiera sido lo lógico, más bien lo que han conseguido es
agudizar los diferentes puntos de vista. En la primera contienda la derecha
obtuvo un buen resultado, de modo que el reparto de poder municipal y autonómico
se volcó a su favor. Como las siguientes elecciones se propusieron a los tres
meses, la derecha entró en el proceso de las generales convencida de que
culminaría su buena estrella y obtendría la victoria. Es más, los sondeos
abundaban en que, efectivamente, los resultados finales se decantarían a su favor.
Pero no fue así. La derecha fue la fuerza más votada, pero al pactar con VOX,
se cerró las puertas para acceder a otros posibles pactos con el resto de minorías y los números finales no
les daban los 176 que les garantizaran la mayoría absoluta. Consiguieron sólo
172 diputados.
El
PSOE y SUMAR, dos fuerzas de izquierdas, se coaligaron y obtuvieron unos
resultados que no alcanzaban tampoco la mayoría absoluta, pero se propusieron
incluir todo el mundo nacionalista y abrir sus planteamientos de modo que esas
minorías quedaran incluidas en su candidatura, una vez que concluyeran las
negociaciones y cada una consiguiera beneficios suficientes para justificar su
apoyo. Las negociaciones han concluido y los resultados con que piensan
presentar su candidatura al congreso suman 179 votos, suficientes para que su
candidato logre la Presidencia del Gobierno y se inicie una nueva legislatura.
Las cosas son así de sencillas si somos capaces de aceptarlas como las muestra
la aritmética parlamentaria. Pero en la vida muchas veces dos y dos no son necesariamente
cuatro porque existen componentes que no forman parte de la aritmética y
condicionan el resultado. Lo cierto es que la candidatura de la derecha ha
decidido tomar las calles con el argumento de que las concesiones ofrecidas a
algunas minorías se salen de lo razonable y que el candidato de la izquierda
sólo pretende conseguir el poder a cualquier precio.
Estamos, por tanto, en una espiral de desentendimiento que, quiero pensar que la próxima semana entrará en una fase descendente, una vez que, como es previsible, el congreso imponga su soberanía y cada uno entienda que su posición en el reparto del poder es la que han dictado las urnas y no las pretensiones particulares, al margen de los resultados. No se conoce un sistema más justo hasta el momento que la de cada persona, un voto y a eso nos tenemos que atener. Lo que pasa es que algo tan simple lleva incluido una alta dosis de fragilidad porque todos debemos estar de acuerdo y aquí viene el problema. Los argumentos de unos y de otros no siempre concuerdan y hay que deslindar la parte de razón que tiene cada uno. Y en ello estamos.
La derechona española no ha aprendido nada ,tienen el odio clavado en sus genes ,no es normal!!!
ResponderEliminarPero se sienten muy constitucionalistas.
EliminarNada que añadir...
ResponderEliminarO sí.
Pero en privado.
Enhorabuena de nuevo.
Besos hasta Granada.
Cuando me digas ven, lo dejo todo... Sólo unos días. Jajajaja 😂😂😂😂
Feliz domingo 😊🫂😘
Gracias, Nieves por tus palabras.
EliminarGuapo, excelente artículo este, tu análisis tan cercano es porque lo vives y de alguna manera tu , yo y todos , nos volvemos actores tanto principales como secundarios en este acto complejo y algo loco como lo es la política , que nos arrastra , nos lleva y nos pone donde menos te lo imaginas.
ResponderEliminarUn beso, nuestro beso, el de siempre.
Los que creemos en la política sufrimos cuando escuchamos determinadas cosas. Salud.
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