Ya sé
que la semana pasada hablé de desmadre porque desmadre me ha parecido el
resultado de las elecciones de Madrid el 4 de Mayo. La Sra. Isabel Díaz Ayuso
las ha ganado por goleada y yo no voy a discutir el resultado por más que me
duela. Hemos tardado muy poco en averiguar cuál era el verdadero grito de
guerra de la ganadora: LIBERTAD, una
de las palabras que han acompañado mi ya larga vida como santo y seña de mi
comportamiento, de mis aspiraciones y de mi lucha por alcanzar uno de los
destinos más nobles del ser humano. A los pocos días de su impresionante
victoria hemos podido comprobar cuál era el contenido de su mensaje de
libertad, que no pasaba de un burdo desmadre, de inundar las calles a base de
borracheras, aprovechando el innegable hartazgo que todos estamos atravesando
por esta larga pandemia que nos tiene desesperados pero que de ninguna manera
se va a resolver a base invitar a la gente al desmadre confundiéndolo con el
noble y eterno grito de LIBERTAD. Hasta
su propio compañero de partido, el alcalde de Madrid, Sr. Almeida, ha tenido que salir a la palestra
para llamar la atención y puntualizar que Libertad no es saltarse las normas.
Con
dolor estoy aquí sentado reflexionando, no el resultado electoral de la
Comunidad de Madrid, que ha ganado la Sra. Ayuso sin paliativos, sino lo que a
mí me parece una instrumentación espuria de una palabra tan digna y cuya lucha
por su conquista a lo largo de la Historia tantas vidas ha costado y sigue
costando. Quiero pensar al menos que su victoria por el triunfo de su slogan
ganador indiscutible es el fruto de la ignorancia y de la apropiación indebida
de ella y del cerebro que hay detrás de,
MAR, de una palabra que no sé si
ignoran pero que tal vez han aprendido escuchando tantos gritos como hemos dado
por las calles miles y miles de personas entre los cuales me cuento, aspirando
a conseguir su contenido más profundo, repleto de esfuerzo, y de aspiración a
conseguir un futuro mejor para toda la humanidad, muy lejos de la realidad del
pacato desmadre en el que se ha convertido la libertad de la Comunidad de
Madrid.
Hay
determinadas palabras que a muchos nos duele ver cómo las traen y las llevan
sin respeto alguno. Las hacen bailar la conga o el chotis si hace falta con tal
de conseguir un oportuno resultado electoral en medio de una asfixiante
pandemia que nos tiene oprimidos hace ya más de un año. En este momento, lo que más se necesita es rigor
y esfuerzo. Contener el aliento si hace falta, colaborar con tesón hasta
alcanzar la salud para el mayor número de ciudadanos posible, hacer valer la
vacunación, que cada día extiende la salud y la seguridad por un número mayor
de ciudadanía. Ese esfuerzo de contención y esperanza es el que necesita la
población en un momento como el que atravesamos ahora. De ningún modo una
llamada simplona y descarada para que la propia desesperación que padecemos sea
capaz de romper los diques con que nos contenemos mientras nos va llegando a
golpe de vacuna el anhelado momento de liberarnos de esta plaga que nos ha
cogido por sorpresa y tanto nos está haciendo sufrir.
No,
Sra, Ayuso, la LIBERTAD que yo ansío
y por la que daría mi vida no tiene nada que ver con esa libertad pequeña y
chata que le ha hecho ganar las elecciones sin contenido político alguno, más allá de una cerveza o de una borrachera
irresponsable, en este momento que lo que necesitamos es rigor y contención. El
cerebro gris que la ha asesorado desde atrás, sí, Miguel Ángel Rodríguez, no te escondas, que te veo. Te sigo desde
el “váyase, señor González”, de hace
bastantes años, ¿recuerdas? Sé quién eres y el nivel tan bajo de conciencia que
manejas. Yo duermo con dolor cuando veo pervertir lo poco noble que en el mundo
ha sido con tanto esfuerzo, pero mi conciencia está limpia y no me atrevo
a forzar el lenguaje y cambiar semejante
aspiración por un plato de lentejas o por unas cuantas cervezas, como si en
esta vida todo valiera lo mismo. No Miguel Ángel Rodríguez, un poco de
conciencia, que no mata. Te deseo que esta noche puedas dormir con la misma paz
con que lo voy a hacer yo.
Me temo, querido amigo, que sea en Madrid o en Teror, la ausencia de conciencia, vergüenza, honestidad, coherencia, preparación y cultura necesarias, son valores que no vamos a encontrar en NINGÚN POLÍTICO, sea del partido que sea y donde quiera que esté. Todos, absolutamente todos los derechos que con sudor, trabajo, sangre y lágrimas hemos conseguido, se los ha tragado el AGUJERO NEGRO de la avaricia, poder,... Los de izquierdas, estamos y somos huérfanos desde hace mucho. Incluso en los chupópteros Sindicatos. Eso sí es desesperante. Frustrante e indignante. Para quê nos hemos dejado la vida y la salud durante décadas??? Nos han robado hasta el Sentido de nuestras vidas. Ser político, se ha convertido en una profesión para vagos y maleantes. Chorizos y sanguijuelas analfabetos e IGNORANTES LISTILLOS del tres al cuarto, pero con PODER. Y eso último es lo que los hace tan peligrosos. La desazón y el desánimo, son tremendos. No nos quedemos en Madrid. Ni en un par de personajillos... España es muchísimo más que Madrid. Y esos personajes peligrosos, se multiplican como hongos asesinos en todas las esquinas.
ResponderEliminarNo nos hemos dejado la vida y la salud para esto, les hemos educado en otros valores.
Sin nosotros, ninguno existiría ni estaría dónde está.
Pero, si dependiese de nosotros, maestros/profesores, NINGUNO estaría tampoco dónde está.
Otra enorme frustración vocacional.
Otro OARA QUÉ amargo como la hiel que nos llevaremos a la tumba.
Conste que me considero OPTIMUSTA.
Pero llegados a este punto, la esperanza es casi inexistente. Y eso es peor que la muerte.
Felicidades de nuevo.
Besosss
No, Sra, Ayuso, la LIBERTAD que yo ansío y por la que daría mi vida no tiene nada que ver con esa libertad pequeña y chata que le ha hecho ganar las elecciones sin contenido político alguno, Miguel Ángel Rodríguez, no te escondas, que te veo. Te sigo desde el “váyase, señor González”, de hace bastantes años, ¿recuerdas? Sé quién eres y el nivel tan bajo de conciencia que manejas. Yo duermo con dolor cuando veo pervertir lo poco noble que en el mundo ha sido con tanto esfuerzo, pero mi conciencia está limpia y no me atrevo a forzar el lenguaje y cambiar semejante aspiración por un plato de lentejas o por unas cuantas cervezas, como si en esta vida todo valiera lo mismo. No Miguel Ángel Rodríguez, un poco de conciencia, que no mata. Te deseo que esta noche puedas dormir con la misma paz con que lo voy a hacer yo.
Antonio Fernández López en 1:44
1 comentario:
Nieves Merino Guerra
17 de mayo de 2021, 3:28
Con dolor también. Mucho dolor...
Me temo, querido amigo, que sea en Madrid o en Teror, la ausencia de conciencia, vergüenza, honestidad, coherencia, preparación y cultura necesarias, son valores que no vamos a encontrar en NINGÚN POLÍTICO, sea del partido que sea y donde quiera que esté. Todos, absolutamente todos los derechos que con sudor, trabajo, sangre y lágrimas hemos conseguido, se los ha tragado el AGUJERO NEGRO de la avaricia, poder,... Los de izquierdas, estamos y somos huérfanos desde hace mucho. Incluso entre los chupópteros Sindicatos. Eso sí es desesperante. Frustrante e indignante. Para qué nos hemos dejado la vida y la salud durante décadas???
Nos han robado hasta el Sentido de nuestras vidas.
Ser político, se ha convertido en una profesión para vagos y maleantes. Chorizos y sanguijuelas analfabetos e IGNORANTES LISTILLOS del tres al cuarto, pero con PODER.
Y eso último es lo que los hace tan peligrosos.
La desazón y el desánimo, son tremendos. No nos quedemos en Madrid. Ni en un par de personajillos...
España es muchísimo más que Madrid. Y esos personajes peligrosos, se multiplican como hongos asesinos en todas las esquinas.
No nos hemos dejado la vida y la salud para esto. Les hemos educado en otros valores.
Sin nosotros, ninguno existiría ni estaría dónde está.
Pero, si dependiese de nosotros, maestros/profesores, NINGUNO estaría tampoco dónde está.
Otra enorme frustración vocacional.
Otro PARA QUÉ, amargo como la hiel, que nos llevaremos a la tumba.
Conste que me considero OPTIMISTA.
Pero llegados a este punto, la esperanza es casi inexistente.
Y eso es peor que la muerte.
Felicidades de nuevo.
Besosss
Nieves Merino Guerra