En
medio de este fregado de las vacunas, que hemos venido desmoronando semana tras
semana, se estaba dirimiendo una campaña de elecciones de la comunidad autónoma
de Madrid. Desde el punto de vista territorial no es muy significativo Madrid
pero, por la concentración de habitantes
y por la posición estratégica de ser la capital de España, sí lo es. El
resultado es que parece que quien gane en Madrid compite directamente con el
gobierno de la nación, aunque en
realidad no es así porque lo que se dirime es sólo el poder dentro de su
demarcación autonómica. Una candidata ha llegado a decir que Madrid es España
dentro de España en uno de sus mítines más desmesurados. La votación se va a
producir el día cuatro, día laborable cuando casi todas las elecciones se
producen en domingo. Entre unas cosas y otras, esta noche a las doce que
terminará la campaña, en verdad terminará algo más que la campaña por el nivel
de agitación en el que hemos vivido. Ojalá produzca un poco de paz, una vez que
las elecciones se hayan producido.
Cualquier campaña electoral trae de por sí un
nivel de agitación particular. Este de Madrid ha venido mezclado con la
vacunación contra la pandemia que nos
acosa y que se ha convertido en una especie de pugna por conseguir que el 70%
de la población se encuentre vacunada para el verano, sin especificar si al
principio o al final, dependiendo siempre de las condiciones con que nos lleguen las vacunas. El Gobierno
juega con tres meses de intervalo frente a la oposición que juega con que estemos
vacunados al principio porque la fecha está asociada a la campaña turística y
si hay que esperar al final del verano para terminar la vacunación se habrá
perdido una buena parte de los ingresos previstos por el turismo. Con toda esta
pugna hemos bailado los unos y los otros
y esta noche comienza la jornada de reflexión que puede ser un remanso que nos
calme, que buena falta nos hace después de tanta agitación como hemos vivido a
lo largo y ancho de la campaña.
La
pugna por el resultado de Madrid que no tendría por qué ir más lejos que lo que
significa una Comunidad Autónoma, que es lo que es Madrid a fin de cuentas, ha inflado
su contenido bastante más del que le corresponde porque la oposición tiene
opciones de conseguir el poder, con lo que dificultaría el reparto de poder con
el gobierno central, no por criterio objetivo sino por la carga política que la
oposición quiere adosar a la victoria en Madrid, que nos ha traído a todos un
poco locos durante los quince días de la campaña. Hemos tenido una guerra de
palabras con muchas subidas de tono, bastante más altas de lo normal. Todas las
campañas alzan la voz lo que pueden, como si lo que se habla en campaña tuviera
el doble o el triple de significado. En este caso en que lo que se dirime es
Madrid, unos y otros nos hemos colado bastante más de lo que sería prudente.
Lo de fin de fiesta del título no pasa de una imagen un poco más exagerada que lo que sería lógico, por lo que deberíamos dormir especialmente bien esta noche para que el día de la votación, el martes, fuéramos capaces de afinar todo lo posible para que el resultado nos dejara todo lo pacíficos que fuéramos capaces. Sobre todo, sabiendo que el resultado va a durar sólo dos años por tratarse de unas elecciones extraordinarias. Por sintetizar no creo que sea demasiado decir que estamos de fiesta de campaña hasta el flequillo y con bastante gana de coger el sueño esta noche.
Cada vez más, los políticos y sus Políticas son más nauseabundos.
ResponderEliminarDe Tribunal supremo de la Haya.
Me enferma más que los virus.
Pobres hijos y nietos.
Y también nosotros, que nos MERECEMOS una vejez serena, digna en todos los sentidos.