Me llamo
Antonio apenas,
y triste de apellido; quizá vulgar, incluso.
Soy natural de aquí y vivo de milagro.
Me sustenta la tierra, es inútil decirlo, pero aclaro
que me compongo de agua sobre todo.
Ya murió
el bisabuelo cucaracha
y no pude llorarle como se merecía
porque andaba, mientras tanto, gozando eternidades.
Mucho tiempo después, he conocido
los parientes lagartos, las encinas,
algunas amapolas, peladas cumbres altas
y todos me han contado largamente
sus célebres hazañas: nocturnas caminatas,
refugios, comilonas, intrépidas huidas...
Después
nació la higuera, prima hermana,
coincidió con el surco y, desde entonces,
hasta la lluvia mansa me mira de otro modo,
como si se tratara de mi madre.
Debo tener los ojos de semilla
o el tronco retorcido
o la misma nariz como un tomate.
De otro modo no se explica que confunda,
por ejemplo, la lágrima más simple
que brota en un momento de descuido
con parte de su carne torrentera,
fluyente, bardomera, desbordable.
Actualmente
procuro ser discreto
para no confundir miedo con aire
ni reja con latido, ni punto con planeta.
- ¡Como el canto es tan grande
la propia fuerza del rumor quisiera
cubrirlo todo con sus propias manos! -.
Con lo cual, ¿hasta dónde llegaría
la ciencia de soñar?. ¡Pues no se sabe!.
¡Para evitar la mezcla inconveniente
mejor será que en este punto calle!.
Recupero
de mi historia este poema que pretendía ser un retrato en palabras de mí mismo.
Digamos que así es como me veía en aquel momento. Pero la vida es múltiple y
tiene ángulos a tutiplén de modo que nosotros, mismos, los de entonces, podemos
ser tantos, según desde dónde nos miremos o quién nos mire y con qué ojos. Os
comenté un encuentro del domingo pasado, unas horas después de escribir el
texto correspondiente. Un grupo de alumnos de los que tuve la coincidencia de
ser su superior, hace mil años, se
ha empeñado en incorporarme a sus encuentros, un par de veces al año y me han
citado de nuevo el domingo pasado. Como que me han hecho suyo y yo, en ambas
ocasiones, he aceptado gustoso y me he sentido querido a pesar de los muchos
años durante los que no nos habíamos visto. Sencillamente nos hemos encontrado.
Las familias de sangre nos vienen dadas, tanto si queremos como si no. En el caso de los amigos, uno los elige y no se establece más ligazón que la que se quiera. Eso fue lo que pude comprobar, reunido con ellos, una vez más. Me he sentido incorporado al grupo y he percibido la corriente afectiva corriendo de unos a otros por voluntad propia de cada uno. Así me sentí yo mismo, como saliendo de un largo túnel de silencio y de distancia que se deshacía como un azucarillo, sencillamente porque los componentes queríamos. Ya veremos el futuro lo que nos depara pero, para concluir este nuevo encuentro, se me hace imposible cerrarlo hasta la próxima sin referir aquellos hermosísimos versos de gracias a la vida, que me ha dad
o tanto.
UN poema precioso querido Antonio
ResponderEliminarAy la vida Antonio tan dolorosa y gozosa!!! Precioso poema
ResponderEliminarNinguna mejor canción para celebrar tan afortunada reunión.
ResponderEliminarEnhorabuena!
Un abrazo.
Que bonito poema lleno de vida por sus vidas. Eso es felicidad momentos y otros momentos que sumados en los recuerdos logran sonrisas o carcajadas queriendo decir, que bueno fue todo eso. Lo de tus alumnos es s sencillamente bonito nos recuerda quienes fuimos pero también nos enfrenta a lo que ahora somos. Besos guapo. Gracias por el libro.
ResponderEliminarBonito poema y nuevo encuentro con quienes te quieren junto a ellos.
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