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domingo, 7 de julio de 2024

NEGLIGENCIAS Y OLVIDOS


         Dos acontecimientos suceden este fin de semana que atraen mi atención y que me dicen que no debo pasar por ellos sin pararme, mirarlos y echar mi mente a rodar, consciente de mis grandes limitaciones para ser capaz de aportar alguna reflexión que merezca la pena ser compartida, pero con la conciencia bastante clara de que si paso de largo, como si tal cosa, voy a tener sentir que estoy dejando ir una parte de la realidad que considero de alto valor y no me atrevo a meterle el diente. He dudado antes de entrar en este par de asuntos y, al final, he optado por entrar en ellos.



         Europa está mirando expectante la segunda vuelta de las elecciones francesas porque cabe la posibilidad de que la extrema derecha se convierta en la primera fuerza, cosa que ya pasó en la primera vuelta, y hasta de que alcance la mayoría absoluta, si la recomposición de las fuerzas de centro-izquierda reagrupadas en un solo bloque no consiguen ponerle freno y superarla. Seguramente, a estas alturas, no cabe hacer otra cosa. Pero reflexionar nunca es malo y hace años que estamos viendo cómo la extrema derecha se va imponiendo en  toda Europa, sobre todo en Francia, conocemos también los principales argumentos en los que se fundamenta, y vamos dejando pasar su capacidad de penetración, que no cesa, como si no fuera con nosotros. Solo en momentos como éste, en el que le vemos las orejas al lobo, nos revolvemos para parar el golpe, ya veremos si somos capaces de lograrlo, pero me temo que con muy pocas ganas de tomar el toro por los cuernos y entrar en los contenidos que nos han traído hasta aquí y darnos cuenta que, por este camino, si no pasa esta vez, pasará la siguiente porque la evolución está a la vista y no se arregla de la noche a la mañana.



         Ya, dentro de nuestra casa, ayer vimos cómo Madrid se llenaba por completo de banderas Arcoiris y de más de un millón de personas, y no es la primera vez, para reivindicar libertad para sus distintas formas de amarse porque sienten que, aunque la evolución social se va abriendo en distintas direcciones, respondiendo a las distintas realidades que se vienen manifestando, un acto como el de ayer nos dice que son muchos los que consideran que no se hace suficiente y que no vale dormirnos en los laureles como si los olvidos que la sociedad asume no pueden hacerse eternos y requieren respuestas en las costumbres ancestrales porque hay personas, muchas personas como ayer pudimos ver, una vez más, que se sienten sin espacio reconocido y que tienen los mismos derechos que cualquiera para disponer de un  lugar en este mundo que los respete, que los valore y que reserve paras ellos un espacio donde se sientan miembros de pleno derecho.

         Reconozco que este tema me tiene en mantillas porque, como cualquiera, soy hijo de mi historia y mi historia ha tenido muchas deficiencias que yo arrastro sin duda. Seguramente no soy solo y cada uno va arrastrando su mochila como puede. Quizá una actitud razonable puede ser la de arremangarnos todos un poquito, reconocer nuestras limitaciones y dedicarnos a aprender sobre quiénes somos y qué queremos porque situaciones como las que ayer se manifestaron en Madrid no tienen pinta de ser casuales y seguro que necesitan la colaboración de todos.   


  

         Por cierto que no vi por ningún sitio a ese par de reyezuelos, alcalde y presidenta, que parecen tres, y que debieron pensar, y con razón, que no iban a ser demasiado bien recibidos porque lo que ayer se manifestó en Madrid necesita un nivel de aprendizaje que no está al alcance de ninguno de ellos, demasiado enfangados en enseñar a unos y a otros como es y cómo tiene que ser cada cosa, como si no hubiera más realidad que la que ellos proclaman. Los manifestantes de ayer estaban huérfanos de la presencia de los poderes legales constituidos. Está claro que Madrid es bastante más Madrid que los poderes que lo representan, por más legales que sean.     




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