En el
comienzo del artículo anterior nos vimos obligados a incluir la secuencia del
tiroteo de Pensilvania, en el que Donald Trump fue alcanzado en una oreja por
un tirador de 20 años que, inexplicablemente, pudo instalarse en un tejado a
unos 130 metros frente a él, con un arma
de repetición, y efectuar hasta ocho disparos durante 30 segundos, antes de ser
abatido por los servicios de seguridad, instalados frente al agresor. Tan
insólito pareció que el segundo disparo atravesara sólo la oreja del señor
Trump, teniendo tan cerca toda su cabeza a disposición que, una amiga, votante
demócrata, con la que hablé minutos después del atentado, me confesó con toda
tranquilidad que aquello estaba preparado. Yo no supe qué responderle en aquel
momento. Toda la secuencia posterior hemos podido seguirla por los noticiarios
de todo el mundo y, con los datos aportados hasta el momento, resulta insólito
que un muchacho de 20 años haya podido perpetrar semejante atentado en
solitario, casi a la vista de todos, y consumar lo que pudo ser un magnicidio
de alcance mundial, como si tal cosa.
Esta semana pasada se ha producido la nominación del candidato del Partido Republicano. Se presentaban cuatro aspirantes, si no recuerdo mal, entre ellos Donald Trump. Después del atentado, todos dieron un paso atrás, dejando sólo a Trump, que si bien tenía casi todas las papeletas para salir nominado, cuando apareció ante los compromisarios con el apósito blanco en la oreja y su cara de haber salvado la vida por centímetros, su proclamación fue una especie de paseo triunfal frente a sus colegas, que no les faltó más que sacarle en hombros, a bombo y platillo, como nominado indiscutible, teóricamente por el partido republicano, pero en la realidad como el enviado de Dios, recién salvado de la muerte, que se presenta para salvar a América, como ha sido siempre su santo y seña, y al mundo, de manera impepinable. Nada que alegar sobre el resultado. Solo aclarar que este candidato todavía sigue pensando que las elecciones de hace cuatro años las ganó él y todos los poderes del estado se las robar
on.
A esta
excepcionalidad, que ha venido a fortalecer al recién nominado candidato
republicano, se une la debilidad manifiesta de su oponente demócrata Joe Biden,
que en el debate organizado por la CNN dejó manifiestamente claro ante el mundo
entero, su incapacidad para responder con solvencia a los esfuerzos que precisa
una dura campaña hasta noviembre que se celebrarán las elecciones a lo que, a
todas luces, se presume una derrota anunciada del partido demócrata, por más
que, con todo el respeto del mundo, sus compañeros y amigos estén intentando convencer a Biden,
que reconozca sus deficiencias manifiestas y dé un paso atrás para que sea
Kamala Harris, su vicepresidenta, quien asuma el testigo de la candidatura
demócrata para enfrentarse a Trump, si bien, a estas alturas, ya resulta poco
menos que imposible igualar la potencia con que ha salido investido el
candidato republicano.
Como colofón de las desdichas, desde que quedó patente el sonoro fracaso de Biden en el debate de la CNN, parece que todo el mundo vio su manifiesta debilidad frente a su contrincante republicano menos él. Desde entonces no ha parado de recibir presiones de sus compañeros de partido para que abra los ojos y mire la realidad sin que, hasta el momento, su voluntad inquebrantable sea otra que la de que él manifieste que se siente capaz de ganar las elecciones de noviembre, mientras las encuestas, que nunca le habían sido muy favorables, día que pasa, no paran de certificar que sus posibilidades no hacen otra cosa que retroceder como si su enfrentamiento con Trump no fueran más que la historia de un fracaso anunciado. Uno no termina de explicarse cómo es posible que un previsible cataclismo del mundo entero, se vea venir de manera tan inexorable y no haya fuerza humana capaz de hacerle frente. Quizá tengamos que terminar asumiendo que merecemos lo que nos pasa y hacerle frente lo mejor que podamos.
Buenos días querido amigo. Totalmente de acuerdo con todo lo que dices. Un abrazo
ResponderEliminarEse mismoabrazo te lo planto a tí, con acuerdo o sin acuerdo.
EliminarEs muy desconcertante ver la decadencia del imperio yanqui. Es como ir viajando en avión, con piloto automático de principio a fin. Más que claro que los países no los gobiernan los "gobernantes", sino el grupito de poder mundial.
ResponderEliminarUn abrazo desde México.
ESO SE LLAMA PROFUNDIZAR Y CONVIENE HACERLO SE UNO PRETENDE LLEGAR AL MEOLLO DE LAS COSAS. UN BESO
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