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domingo, 24 de mayo de 2020

IMPACIENCIA



         Burla burlando ya llevamos con este bichito, covit 19 como objeto fundamental de nuestras vidas, más de dos meses. Y pasa un día…, y otro…, y otro y poco a poco nos vamos dando cuenta de hasta qué punto vamos cambiando de manera de vivir. Cuando se nos planteó el confinamiento, allá por mediados de marzo, la cosa  se asumió como si se tratara de un juego. Nos sorprendió de tal manera que asumimos una medida tan drástica y tan insólita sin pestañear. Como figura jurídica para justificar tal decisión se utilizó el estado de alarma, figura contemplada en nuestra constitución, que permitía algunas medidas de restricción de derechos fundamentales que asumimos en su momento sin apenas contestación, en parte por la novedad y en parte por la virulencia del contagio en los primeros días. A medida que han ido pasando las semanas el gobierno ha ido comprobando que cada vez se le hace más difícil sacar adelante la ampliación del estado de alarma porque la impaciencia se va apoderando del cuerpo social y mucho más de la oposición parlamentaria.

         Con bastante descaro y sin demasiado análisis nos hemos venido pavoneando estos años de que nuestra sanidad era una de las mejores del mundo y en justicia debíamos valorarla como una joya nacional. Como no teníamos a nadie que nos contradijera nos lo hemos creído sin más. Pero ha llegado esta dura realidad y nos ha mostrado nuestras vergüenzas de manera palmaria. Ni disponíamos de forma alguna de producción de equipos de seguridad para hacer frente a las necesidades perentorias, por lo que hemos tenido que hacer cola ante la gran madre China para que nos provea de ellos, cosa imposible porque todos los países pedían lo mismo y al mismo tiempo por lo que la guerra por el aprovisionamiento ha sido obscena y despiadada, ni nuestras capacidades humanas eran tan idóneas como pensábamos porque las habíamos ido reduciendo por cuestiones presupuestarias hasta llegar a cerrar plantas hospitalarias completas, en un alarde de arrogancia insultante.

         En estos momentos, cuando ya las fases van pasando con agotadora lentitud pero de manera implacable, aquellos que en un principio acusaban al gobierno de que había retrasado intencionadamente el confinamiento para permitir la manifestación del 8 de marzo, ahora se saltan las medidas de precaución que dictan los expertos y piden libertad a gritos y ocupan las calles porque parece que antes y ahora, ellos son los que tienen que decidir lo que hace falta hacer en cada momento. Un bochornoso espectáculo que tiene una parte de impaciencia comprensible porque estamos todos cansados de tanto encierro a estas alturas, pero otra de indecencia porque los que están promoviendo caceroladas antigubernamentales lo que están es aprovechando ese cansancio de todos para embarrarnos la vida, precisamente ahora que ya empezamos a ver la salida y poniéndonos en riesgo de que todo el drama que ha supuesto la paralización del país en estos últimos dos meses se pueda venir abajo si dejamos de cumplir las precauciones pertinentes para terminar la desescalada, arriesgándonos a un peligroso repunte.

         Las previsiones apuntan a que el gobierno necesita para cerrar el ciclo todo el mes de junio. Este último tramo es el más esperanzador porque la curva de contaminación se está venciendo, los casos de muerte se acercan al cero y la gente empieza a tomar las calles de nuevo, con algunas medidas de higiene y de distanciamiento que no conocíamos hasta ahora. Pero claro, se mete en medio la política de cortos vuelos, esa que no ve más allá de las narices del día a día. Resulta que, parecer, si el gobierno termina con éxito este ciclo de terror insólito podemos tener gobierno para rato y eso es demasiado al parecer para una derecha que está en la oposición, dividida y con fuertes dificultades para alcanzar el poder en un futuro próximo. Solución: embarrar el discurso político a base de argumentos falaces, exageraciones verbales y peticiones de libertad como si estuviéramos en una cárcel y como si esta pandemia la hubiera traído el gobierno en su bolsillo y la hubiera soltado en medio de las calles para su propio beneficio. No hay peor ciego que el que no quiere ver.


1 comentario:

  1. In Italia siamo già nella fase due ma la strada per la ripresa economica è dura.Speriamo bene.

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