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domingo, 3 de mayo de 2020

DESESCALADA.


         La reconquista de la libertad frente al  COVIT 19 empieza el próximo lunes día 11. Hasta entonces sólo a los menores se les han abierto las puertas, siempre acompañados de un familiar de referencia durante una hora al día, con algunos juguetes individuales,  hasta tres menores por adulto y sin usar los espacios habituales de juego. Digamos que a media mies, pero ya ha sido un paso importante que nos ha señalado la salida. Las calles se han llenado de vida con la presencia de los pequeños y hemos contado los días hasta llegar al sábado día 9, ayer, en el que se ha dado el siguiente paso. Hasta el lunes 11, de 6 a 10 de la mañana y de 8 a 11 de la noche, los deportistas tienen opción de dar rienda suelta a sus musculaturas, cosa que suputo un reventón de vida porque en las grandes aglomeraciones de gente resultó casi imposible guardar las distancias. Parece como si todos hubieran estado detrás de la puerta esperando la señal de salida. Los abueletes tenemos de 10 a 12 de la mañana y de 7 a 8 de la tarde un tiempo reservado para dar nuestros paseos y reencontrarnos con la primavera, que siempre estuvo ahí. Comunico que tuve opción de oler mi celinda insigne, a la que todavía le quedaban unas pocas flores, aunque la mayoría ya estaban en el suelo.

         Poco a poco las calles se van cubriendo de personas, un poco encorsetadas en espacios y en tiempos, pero plenas de vida. A este tramo mi gobierno le llama Fase 0. Nos ha mostrado lo que será la fase 1 que comienza a partir del lunes 11 y que iremos detallando. A la vuelta le llama LA NUEVA NORMALIDAD lo que, de entrada, me mosquea porque significa que entramos en un tipo de vida que no conocemos y que tendremos que aprender a ejercitar. Toda la actividad que se vaya liberando tendrá que disponer de distancias físicas y de mascarillas en cantidades masivas de modo que los dos metros de distancia va a ser el espacio más íntimo porque el virus sigue ahí y porque la curva estadística que parece casi vencida puede repuntar en cualquier momento y crear un problema en el sistema sanitario como lo ha creado el primer envite. Resulta que el confinamiento estaba y está relacionado principalmente con las capacidades de atención de los servicios sanitarios. En algún caso se han visto desbordados y de lo que se trata es que eso no vuelva a suceder. Que nos vamos a seguir infectando, sin duda, pero que se va a intentar que sea poco a poco.

         Y sí, ayer volví a la calle después de 47 días confinado. No pude todavía encontrarme con mis hijos, pero sí con los jardines de Fuente Nueva, con ese pulmón cerca de mi casa que me permitió un paseo reconfortante en un día que alcanzó casi los 30 grados centígrados. Parecía que estaba preparado para todo lo que se le vino encima. No vi muchas caras porque la mayoría la llevaban cubierta. Yo no lo soporto. Me he comprado mascarillas y me las pondré cuando sea obligatorio pero parece que me estoy desenvolviendo entre marcianos. Es más, lo que hacemos no es mirarnos para saludarnos sino para ver si estamos a la distancia suficiente o hay que encontrar corredores donde sentirnos seguros, como si cada persona con la que te cruzas fuera un peligro para ti y tuvieras que resguardarte por si acaso. Y dicen que así deberá seguir siendo hasta que aparezca una vacuna que nos haga sentirnos a salvo del nuevo virus. Nueva guerra por el dominio del mundo de todos contra todos. Como siempre. Los que parecen tener más posibilidades son los EEUU y China y ahí van amenazándose a ver quién la saca primero.

         Sería hermoso hablar de aprendizajes tras el nuevo virus, que es de lo que se trata. Esto ha sido un parón seco que, aparte de las dificultades sanitarias, nos ha traído una catástrofe económica y social de proporciones desconocidas. En un par de meses hemos perdido lo que, con suerte, nos va a costar al menos un par de años remontar. La mayor dificultad para España creo que va a consistir en hacer que todo el turismo que ha dejado de venir y que se había convertido en la principal industria del país, 84 millones de personas el año pasado, vuelva a confiar en que este es un país seguro para ellos. Poner en marcha los negocios relacionados con este sector nos va a hacer sudar sangre. Lo bueno que tiene la vida es que no entiende de barcos y que detrás de un día viene otro, tanto si queremos como si no. El virus llegó y nos cambió nuestras claves. Con el paso de los días nos iremos dando cuenta de que, los que seguimos vivos nos iremos acoplando a los nuevos tiempos y a los nuevos condicionantes pero, no lo olvidemos…, nosotros…, los de entonces…, no seremos los mismos.

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