El
nombre no sé de dónde viene, pero sí sé que se aplica a un columpio muy
impresionante, formado por raíles metálicos
con grandes subidas aéreas y grandes bajadas en el que una serie de
vagonetas, ocupadas por personas, se arriesgan a transitar por los raíles,
previamente diseñados, con el fin de experimentar las sensaciones correspondientes
mientras recorren los pronunciados desniveles, sabiendo que tienen garantizados
importantes estados de excitación. El recorrido transcurre en poco tiempo dada
la alta velocidad que toman las vagonetas. La estructura del columpio suele ser
sólida pero a nadie se le escapa que las pronunciadas subidas y bajadas están
diseñadas para que, quien se aventure a transitar el recorrido asuma un cierto nivel
de riesgo, por más simulado que se quiera. De hecho, muchas personas se niegan
a experimentar semejantes sensaciones y deciden no montarse en semejantes artefactos.
Pero no deben ser muchos los que desisten ya que, en todas las ferias, suele
haber montañas rusas presentes.
Sirva
como ejemplo de este juego de riesgos, más o
menos controlados, la situación de discrepancia política por la que
estamos atravesando en este momento en la que los dos contendientes principales
se encuentran en medio del acontecer diario, el uno, el PSOE ejerciendo su
labor de gobierno desde que, sin haber sido primera fuerza en las pasadas
elecciones generales, logró una mayoría suficiente en el congreso, que es el
requisito indispensable para poder asumir el gobierno. Si se tiene en cuenta que
casi todas las encuestas previas le auguraban una victoria prácticamente segura
y suficiente para formar gobierno al PP, no es de extrañar que cuando se
proclamaron los resultados finales y comprobar que había sacado más votos que
ningún otro partido pero que no iba a poder gobernar porque en el congreso no
podía alcanzar la mayoría absoluta imprescindible. En vez de asumir
sencillamente los resultados y dedicarse a ampliar su mayoría para alcanzar el
gobierno en la siguiente convocatoria, su líder llegó a decir que él no iba a
ser presidente del gobierno porque no
quería, lo que provocó la risa en el resto de la cámara.
Desde
entonces y hasta el momento presente, en el que ya hemos cruzado la mitad del
mandato de la mayoría gobernante, la legislatura no ha parado de convertirse en
un sube y baja de insultos y de exageraciones, cuando no en falsedades
argumentales por parte de la oposición, en su intento por lograr una mayoría
para la que le faltan cuatro votos, pero que no consigue resolver buenamente, y parece convencida de que tirando por la
calle de en medio y maltratando a la mayoría gobernante, sobre todo al
principal partido que la sustenta, puede lograr que dicha mayoría termine
fracturándose y consiga su vía libre para acceder al gobierno. Como hasta el
momento no lo ha logrado, los ciudadanos no hemos parado de soportar cómo sus
desafíos verbales y sus argucias para conseguirlo no paran de subir y nos tiene
con el alma en un hilo hasta ver a dónde está dispuesto a subir para
conseguirlo, si es que lo logra o, sencillamente, el tiempo termina pasando y
llega la próxima convocatoria electoral y vuelve a tener una próxima oportunidad
de alcanzar su soñada mayoría parlamentaria, que en la elección anterior no
alcanzó.
Mientras tanto, como la vida sigue, querámoslo o no, el PP no para de perder votos por su derecha en su intento de ampliar su base electoral que le pueda permitir gobernar sólo, lo cual es perfectamente normal pero, olvida por el camino que para lograr ese objetivo hay que pasar por un nuevo proceso electoral que no termina de llegar y que puede tardar hasta dos años, lo cual es un mundo y pueden pasar mil cosas y hacer que las previsiones tomen derroteros que hoy son muy difíciles de prever. Desde mi asiento de viejo contemplativo, me digo si no sería más prudente tomarse las cosas con algo de realismo y humildad y dedicarse a trabajar cada día consolidando lo que se tiene, y asumiendo, por ejemplo, ese refrán de mi pueblo que dice que no por mucho madrugar, amanece más temprano. Si por mí fuera, creo que lo haría. Claro que yo no soy más que un jubilado que tiene la costumbre de pensar y de no callarse.



Me encanta leerte viejo jubilado!!! Buenos días y un beso grande
ResponderEliminarY a mí que me leas y que goces. Un beso
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