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domingo, 14 de septiembre de 2025

LA MONTAÑA RUSA


         El nombre no sé de dónde viene, pero sí sé que se aplica a un columpio muy impresionante, formado por raíles metálicos  con grandes subidas aéreas y grandes bajadas en el que una serie de vagonetas, ocupadas por personas, se arriesgan a transitar por los raíles, previamente diseñados, con el fin de experimentar las sensaciones correspondientes mientras recorren los pronunciados desniveles, sabiendo que tienen garantizados importantes estados de excitación. El recorrido transcurre en poco tiempo dada la alta velocidad que toman las vagonetas. La estructura del columpio suele ser sólida pero a nadie se le escapa que las pronunciadas subidas y bajadas están diseñadas para que, quien se aventure a transitar el recorrido asuma un cierto nivel de riesgo, por más simulado que se quiera. De hecho, muchas personas se niegan a experimentar semejantes sensaciones y deciden no montarse en semejantes artefactos. Pero no deben ser muchos los que desisten ya que, en todas las ferias, suele haber  montañas rusas presentes.



         Sirva como ejemplo de este juego de riesgos, más o  menos controlados, la situación de discrepancia política por la que estamos atravesando en este momento en la que los dos contendientes principales se encuentran en medio del acontecer diario, el uno, el PSOE ejerciendo su labor de gobierno desde que, sin haber sido primera fuerza en las pasadas elecciones generales, logró una mayoría suficiente en el congreso, que es el requisito indispensable para poder asumir el gobierno. Si se tiene en cuenta que casi todas las encuestas previas le auguraban una victoria prácticamente segura y suficiente para formar gobierno al PP, no es de extrañar que cuando se proclamaron los resultados finales y comprobar que había sacado más votos que ningún otro partido pero que no iba a poder gobernar porque en el congreso no podía alcanzar la mayoría absoluta imprescindible. En vez de asumir sencillamente los resultados y dedicarse a ampliar su mayoría para alcanzar el gobierno en la siguiente convocatoria, su líder llegó a decir que él no iba a ser presidente del gobierno porque no quería, lo que provocó la risa en el resto de la cámara.



         Desde entonces y hasta el momento presente, en el que ya hemos cruzado la mitad del mandato de la mayoría gobernante, la legislatura no ha parado de convertirse en un sube y baja de insultos y de exageraciones, cuando no en falsedades argumentales por parte de la oposición, en su intento por lograr una mayoría para la que le faltan cuatro votos, pero que no consigue resolver buenamente,  y parece convencida de que tirando por la calle de en medio y maltratando a la mayoría gobernante, sobre todo al principal partido que la sustenta, puede lograr que dicha mayoría termine fracturándose y consiga su vía libre para acceder al gobierno. Como hasta el momento no lo ha logrado, los ciudadanos no hemos parado de soportar cómo sus desafíos verbales y sus argucias para conseguirlo no paran de subir y nos tiene con el alma en un hilo hasta ver a dónde está dispuesto a subir para conseguirlo, si es que lo logra o, sencillamente, el tiempo termina pasando y llega la próxima convocatoria electoral y vuelve a tener una próxima oportunidad de alcanzar su soñada mayoría parlamentaria, que en la elección anterior no alcanzó.



         Mientras tanto, como la vida sigue, querámoslo o no, el PP no para de perder votos por su derecha en su intento de ampliar su base electoral que le pueda permitir gobernar sólo, lo cual es perfectamente normal pero,  olvida por el camino que para lograr ese objetivo hay que pasar por un nuevo proceso electoral que no termina de llegar y que puede tardar hasta dos años, lo cual es un mundo y pueden pasar mil cosas y hacer que las previsiones tomen derroteros que hoy son muy difíciles de prever. Desde mi asiento de viejo contemplativo, me digo si no sería más prudente tomarse las cosas con algo de realismo y humildad y dedicarse a trabajar cada día consolidando lo que se tiene, y asumiendo, por ejemplo, ese refrán de mi pueblo que dice que no por mucho madrugar, amanece más temprano. Si por mí fuera, creo que lo haría. Claro que yo no soy más que un jubilado que tiene la costumbre de pensar y de no callarse.   




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