En
honor a la verdad, tengo que reconocer que, cuando escribo sobre los asuntos
del mundo mundial, por una parte me siento integrado en lo que pasa a nuestro
alrededor. Si no tratara esos temas, casi me situaría un poco fuera de órbita o
al margen del mundo que nos define y nos condiciona pero, cuando lo hago, tengo la sensación de que no es de eso
de lo que quiero escribir. Que me siento inmerso en el gran teatro del mundo, pero que los
motivos profundos que me definen, no terminan de ser los que aparecen en mis escritos,
sino que ando dando vueltas a los grandes asuntos sociales pero que mis verdaderas inquietudes se me
quedan en la puerta y me veo un poco como convidado de piedra y un poco al
margen del banquete. No termino de saber si es que el asunto no va conmigo o no
me siento capaz de tomar el toro por los cuernos y centrarme en lo
verdaderamente importante y que salga el sol por Antequera. En estas cuitas con
frecuencia y no termino de aclararme.
Hoy
llevo revuelto desde las tres de la madrugada con esta incertidumbre y con las
fotos del matrimonio de Antonio Rossi, al que conozco de la tele, y de su
compañero, cosa que me ha sorprendido. He escuchado que la pareja es de
derechas y que, una vez más la ampliación de derechos la consigue la izquierda
con gran esfuerzo y mucha incomprensión y, una vez conseguido el derecho, todo
el mundo se apunta como si la lucha hubiera sido compartida. Yo, que me declaro
un hetero manifiesto, me alegro sin paliativos de ver a cualquier pareja con la
cara de felicidad de haberse unido en matrimonio porque esa ha sido su voluntad
respetada. Si luego me entero de sus inclinaciones políticas, no dejo de
alegrarme pero rebajo un poco la euforia porque me parece un contrasentido
pero, en todo caso, será asunto suyo y serán ellos los que tendrán que
aclararse, una vez que terminen de alegrarse por el paso que han dado y por la
felicidad que sienten por haberlo hecho. Sé que no es tan simple pero hoy me
apetece verlo de este modo.
Hay
una secuencia que llevo en la mente durante años y no se me borra. Imagino el
fusilamiento de Federico que, una vez muerto, un familiar suyo de apellido
Trescastro que al parecer formaba parte del pelotón ejecutor, se acercó a su
cadáver y le descerrajó un tiro en el culo diciendo:
-
¡Por
maricón!
En ese momento, su
figura entró en la ignominia para siempre, mientras Federico, su muerte
inocente, su obra y su homosexualidad incluida, entraban en la inmortalidad y
allí siguen hoy, ocupando cada día un espacio mayor.
Yo cuento esta secuencia como símbolo de la maldad
gratuita y del abuso de poder. Podríamos seguir con ejemplos sin límite, de todos tipos y colores, para
concluir que todo este asunto de los derechos no ha sido más que una vergüenza colectiva que ha
revoloteado por toda la dimensión de la historia y que no tiene visos de
desaparecer, aunque quiero pensar que algo mejora. Quizá este ejemplo de pareja
pueda ser una muestra de ello.
La
historia tiene ejemplos de ignominias sin cuento. En los últimos años parece
que mejoramos, aunque sea poco y con muchas contradicciones. Seguramente nos
queda mucho camino por andar, sobre todo porque partimos de muy atrás. El
asunto tiene que ver con los derechos y con el respeto de los derechos que pasa
el tiempo y los derechos se ignoran y los que están en activo apenas se
respetan. Todo es frágil y las normas que hoy se establecen con ímprobos
esfuerzos, llega mañana un Trump cualquiera y se los carga de un plumazo,
haciendo que la historia retroceda lo que haga falta. Tenemos que volver a
cargar nuestra piedra, como buenos Prometeos y de nuevo subir la montaña,
sabedores de que, lo más probable, es que antes de alcanzar el final del camino,
tengamos que volver al inicio, como si ese fuera nuestro sino.
La libertad de vivir como cada quien elija, ya es un derecho que no se podrá revertir. Y es un avance significativo comparado con esos otros tiempos, en que personajes famosos y muchos anónimos fueron tan injustamente tratados.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encantaría que las cosas fueran como dices. En nuestra Guerra Civil 1936-39, miles de personas, salieron huyendo de una muerte segura a tu pais. Graciaqs a tu presidente Lázaro Cárdenas que los acogió, pero España retrocedió muchos años en la Historia y nos está costando mucchos años remontar. Un beso
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