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domingo, 29 de septiembre de 2024

FRUTOS DE OTOÑO

 


         Este fin de semana, el último de septiembre, en el centro de Granada, mi ciudad, se instalan una serie de tenderetes que ocupan toda Puerta Real, la principal Plaza de la ciudad, alrededor de la Fuente de las Batallas, que ocupa el centro. Este año no podré darme una vuelta para echar un vistazo a las novedades, que conozco de sobra, porque puedo andar menos. Se trata de exponer los primeros frutos del otoño y regalar la mirada, con muestras diversas de la enorme riqueza que la naturaleza es capaz de ofrecernos, sobre todo en otoño, que por estos días empieza. La costumbre hace que, junto a los puestos específicos, se ofrezcan elaboraciones artesanales que no son frutos como tales, aunque forman parte de las propuestas que se ofrecen, pero la propuesta genuina es la de frutos del otoño, estación en la que nos ofrece, al menos por estos lares, una riqueza superior a la de  cualquier otra estación del año. Como la cantidad es tan abundante, he preferido seleccionar uno de ellos para aportar una imagen de su proceso desde el árbol donde nace hasta la mesa donde se consume: La castaña.



         De la gran diversidad del resto, nos vamos a conformar con los nombres, algunos ni siquiera los habréis oído nombrar, aunque tampoco voy a pretender una enumeración exhaustiva: almencinas, maholetas, acerolas, azofaifas, caquis, nueces, almendras, uvas, higos, serbas, castañas, moras…. No sé si en algún momento me dará por centrarme en otro cualquiera y ofreceros, una panoplia más amplia de las riquezas que el otoño pone a disposición. Se dice que en otoño nadie se muere de hambre. Supongo que es tan inexacto como cualquier otra propuesta dicha así a la ligera, pero es cierto que la diversidad de frutos en sazón de esta estación no es comparable con ninguna otra. Ofrezco un par de propuestas realizadas en plena clase de escolares de 5 años, por si algún docente que me lea se anima y decide ponerla en práctica.



         El primero empezó con la vendimia. Las mellizas María y Victoria tomaron la palabra y nos contaron cómo habrían visto a su abuelo vendimiar. Les propusimos si podrían traer uvas para vendimiar nosotros también. Aparecieron con una caja de uvas y nos contaron  cómo las pisaba su abuelo y después las prensaba para sacarles el líquido. A la mayoría les dio asco ponerse a pisar las uvas. Después de explicar el proceso logramos que 7, de 20, se atrevieran a experimentar. Se lavaron los pies y se metieron en el recipiente para sacar el zumo a base de bailar sobre los racimos de uvas. Aunque la mayoría no se atrevieron a pisar, todos estuvieron alrededor de los 7 arriesgados, tomando nota minuciosa de cómo se realizaba la operación. Una vez terminado el proceso y obtenido el zumo, nos planteamos qué hacer con lo que habíamos obtenido de líquido. De nuevo muchos desprecios a la posibilidad de probar el mosto, porque el color era muy feo. Las  mellizas nos abrieron el camino y cuando los demás las vieron relamerse, se fueron atreviendo a probar. Casi todos terminaron bebiendo y relamiéndose lo mismo que las mellizas El caldo estaba exquisito. A partir de ese año, la vendimia se repitió en los siguientes, aunque fuera con alumnos distintos. Se contaban de unos a otros cómo había sido la experiencia anterior. Se convirtió en un ritual significativo de los primeros días del curso que, como se sabe, comienza en septiembre.



         La segunda propuesta fue a propósito del potaje de castañas, que probé como postre en el restaurante Aben-Humeya del Albaicín. Hablamos sobre las formas de cocinar las castañas, sobre todo como sopa y las demás posibilidades. Los niños trajeron castañas que asamos como primer paso y base para las elaboraciones. El resultado no fue tan brillante como el del mosto, pero sí nos sirvió para entender la cantidad de posibilidades de cocinar las castañas, sobre todo en la Alpujarra, zona que casi todos conocían. El otoño es la pera y la repera para la diversidad de frutos. 



  

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