Mi
pánico de cada domingo por la mañana se produce cuando abro la página del
ordenador y aparece un océano de blanco que después de un par de horas ha de
aparecer cubierto de palabras, una historia al fin, que justifique mi necesidad
de comunicación, conmigo mismo en primer lugar, con una serie de amigos con
nombres y apellidos, a los que les envío este blog una vez terminado, y al
mundo en general por el que aspiro a ser leído y del que apenas tengo datos de
quien me lee y yo no conozco. De estos últimos he obtenido algunos nombres;
Águeda, Lorena, que me emocionan cada vez que los detecto y a las que agradezco
su deseo de comunicarse conmigo a la vez que echo de menos algún comentario
suyo, que necesito como agua de mayo y no sé cómo conseguir. De mis
interlocutores fijos recibo comentarios fijos a los que respondo
individualmente. Con la escritura de la semana y las respuestas individuales
alcanzo el mediodía del domingo y me siento persona comunicativa como ningún
otro tiempo de la semana. Reconozco que este medio, internet y sus
posibilidades, me abre las puertas del mundo, tengo algunos comentarios de
Miami que me sorprenden especialmente y colman buena parte de mi curiosidad.
Como
puede verse, el texto de hoy está destinado al mundo interior de quien esto
escribe y a los que empiezo a tratar cada día más como mi verdadera familia, no
solo carnal, sino de constelación astral en sentido amplio, un universo que
arrancó con mi individualidad en septiembre de 2010 y que después de 13 años de
vida, en las puertas de la pubertad como quien dice, sé que he crecido, en
profundidad con aquellos con los que comparto un diálogo más o menos constante
y con el amplio mundo de quienes pasan un día, se fijan y me leen por cualquier
razón y se pierden en la lejanía o se interesan por alguna idea con la que se
han topado a través de estas líneas y se proponen repetir en algún momento.
Unos y otros me hacen más grande y más profundo cada semana. Por eso mi
agradecimiento y mi persona no paran de crecer y, con ello, mi deuda con la
vida.
A mi
familia carnal procuro escribirle yo sin contar con su permiso y de ellos, que
en total formamos un grupo de seis, apenas recibo comentarios por esta vía. Es
posible que alguna lectura quede respondida en medio de las conversaciones
cotidianas con retazos entresacados de algún texto, aunque también puede ser
que yo me pase esperando respuestas y al final no sean mis miembros más
cercanos los que se comuniquen más y mejor conmigo y sean miembros de esta otra
familia más amplia aquella con la que me estoy comunicando con más hondura,
aunque no sea la carne precisamente la que nos acerque, sino ese otro universo
de las palabras el que vaya creando una familiaridad espiritual que nunca me
cansaré de agradecer suficientemente. Sea del modo que sea, hay veces que
siento la falta de los míos más cercanos y parece que resbalo en el proceso de
comunicación más estrecho.
Estos días, sin ir más lejos, andamos enzarzados en unas cuitas familiares que nos mantienen distanciados y un poco perdidos con argumentos en juego, todos legítimos para cada uno de los que los esgrimimos, pero que no terminan de coordinarse con los del resto. El resultado es que me siento un poco extraño en medio de este primer núcleo familiar del que necesitaría sentirme más cercano porque me aporta mayor garantía cuando funciona como debe. En este momento no es el caso y el resultado es un grupo de desencuentros de los que resultan tonos demasiado elevados en una conversación dispersa y hasta un poco extraña, de la que resulta un nivel de lejanía entre los miembros que duele especialmente. Sé que la vida alterna circunstancias muy diversas en momentos distintos. El de ahora ofrece un resultado frío. Nos tiene muy cercanos físicamente, a veces hasta comemos juntos en la misma mesa, pero no lleva aparejada una comunicación estrecha y profunda, como sería deseable. Me consta que será una coyuntura, que tendrá que evolucionar, pero, mientras dure será una herida dolorosa que dejará secuelas antes de que pase.
Encantada de aportar públicamente mi agrado y gratitud al leerte cada domingo Antonio, siempre me encanta escucharte y ahora leerte , hay pocas personas en mi vida que hayan aportado a nivel educativo, cultural y emocional lo que desde joven sembraste en mi cabecita, así que aquí una incondicional fan tuya seguirá esperando que llenes de letras tus mares blancos para continuar aprendiendo , Salud amigo !!!
ResponderEliminarTodo irá bien.
ResponderEliminarSé y sabes, por experiencia, que lo que quiera que sea se va a solucionar muy pronto.
Aunque mientras tanto nos pellizque el alma.
Normal.
Y que lo compartas puede ser bueno para tí y para otros.
Sabes cuánto valoro y agradezco tus artículos, crónicas, reflexiones...
Y por encima de todo, tener noticias tuyas.
Por aqui...
No sabría por dónde empezar.
Aunque cada vez relativizó más...
*Comparada con quién?*
Pues eso.
Con besos y fuerte abrazo.
Cuidate mucho.
Ánimo.