En la
convivencia de cada día cabe la posibilidad de encarar la relación de manera
intransigente, imponiendo las normas a sangre y a fuego. También cabe articular,
entre los distintos puntos de vista, amplias zonas de consenso que permitan
acuerdos sin necesidad de tener que andar con la espada levantada, de los unos
contra los otros, por cualquier matiz de interpretación de las normas en vigor.
Una actitud leguleya puede defender las leyes y crear un tipo de vida
asfixiante a base de intransigencia y de extremo rigor interpretativo. El
idioma nuestro dispone de recursos que, sin saltarse normativa alguna, permitan
una tipo de vida amplio que pueda acoger bajo su manto distintas maneras de ver
las normas, que hagan de la convivencia una amplia zona de confort en la que
nos podamos sentirnos cómodos la mayoría. Muchas veces son formas de mirar la
aplicación de la normativa vigente, desde estrechos márgenes interpretativos
hasta grandes autopistas inclusivas en las que quepan variedades
interpretativas que nos hagan la vida más cómoda.
Hay
países que no necesitan ni siquiera disponer de textos escritos en los que
fundamentar su cuerpo legal, sencillamente porque basan su convivencia en el
derecho consuetudinario, que podríamos llamar costumbre. Otras interpretaciones
precisan textos escritos hasta para respirar sin que eso signifique que los
grados de complimiento tengan que ser mayores en un caso que en otro. Gran
Bretaña, por ejemplo, no tiene una constitución escrita, mientras que España
necesita un texto constitucional, un conjunto exhaustivo de leyes orgánicas y distintos
códigos en los que descansa nuestra convivencia y, sin embargo en ambos casos
el cumplimiento normativo no ha garantizado niveles de satisfacción mayor o
menor por el modo en el que estén sus leyes presentadas, sino porque sus
ciudadanos asuman esta o aquella manera dc cumplimiento. En los dos casos hay
una historia, en Gran Bretaña más larga y menor en el caso de España y, sin
embargo, los grados de consenso de su población parece superior en el caso de
España, sencillamente porque la coyuntura del brexit en los últimos años, ha
abierto una amplia brecha entre la norma y su cumplimiento en el caso
británico.
España
que desde el primer momento, 1978, fundamenta su convivencia en un texto
constitucional, que en su momento hasta fue redactado por las grandes
eminencias literarias del momento, no ha logrado desde entonces un alto grado
de acuerdo entre lo escrito y lo deseado por la población. Los dos ejemplos
propuestos disponen de historiales de cumplimiento amplios, aunque no
coincidentes, para saber que las mayorías apoyan sus marcos legislativos en
vigor y ambos coinciden en que la distribución territorial de ambos países
tienen problemas pendientes, Cataluña, País Vasco y Galicia en el caso español
y Escocia en el británico, que desde hace años es motivo de tensión en ambos
territorios sin que, hasta el momento haya una propuesta solvente que pueda
afrontar una salida definitiva y satisfactoria para la mayoría. En el caso de
Escocia el conflicto tuvo en el IRA un desacuerdo armado cuya solución sigue
hoy pendiente y en el caso de España parece que es Cataluña la que mantiene el
conflicto político más encendido hasta el momento.
El actual gobierno se comprometió a intentar un acuerdo entre las fuerzas políticas, después de fracasar la vía judicial que llevó a tener que aplicar el artículo 155 y la suspensión de su estatuto de autonomía y largos años de enfrentamientos sin salida. Nadie parece tener una solución suficiente y, cuando se intenta encontrar una solución política, que es donde nos encontramos en este momento, las discrepancias se agudizan, no tanto porque los niveles de discrepancia aumenten, sino porque las distintas propuestas se exageran por ambas partes hasta enrarecer el ambiente general del país y llevarlo a manifestaciones del desacuerdo que se hacen más evidentes en el parlamento que en la realidad de la calle. Se echa en falta un poco de correa de entendimiento por ambas partes en los dos ejemplos que hemos propuesto.
Magnífico artículo Muchas gracias Antonio
ResponderEliminarEnhorabuena por el artículo. No dejes de escribir.
ResponderEliminarQué gusto da leerte.
ResponderEliminarY además de estar de acuerdo contigo, con algún que otro matiz, también se puede trasladar a la convivencia familiar.
Laboral, etc.
Te extraño mucho.
Besos.
Cuidate...
La Tierra sigue girando.