La
semana anterior me apeteció echar la mirada hacia dentro y ejemplificar un
momento de tensión en una familia cualquiera. Por ejemplo, la mía. Como ya nos vamos
conociendo, más de una de las personas que leen estas secuencias de vida,
pensando que eran de verdad. En efecto, eran verdad pero, como cualquier otra
secuencia familiar, hay que ser prudentes porque lo mismo que llegan, las tensiones se van, por el
efecto compensatorio de los equilibrios afectivos que juegan desde el núcleo
hacia fuera. Hubo quienes se solidarizaron con las tensiones y mostraron su
solidaridad y ánimo para la pronta solución del conflicto que se planteaba.
Para poner paz intelectual diré que el conflicto ya está resuelto por obra y
gracia del buen hacer del hijo mayor, que decidió asumir su papel de mediador,
cosa que suele hacer con frecuencia, y realizar las gestiones adecuadas. La
pacificación brotó como por ensalmo, sencillamente porque ninguno de los
miembros tenía interés en prolongar la tensión y sí en resolver los motivos que
la hicieron nacer.
Quizá
procedería pasar del tema, volver a uno de los asuntos exteriores que también
nos ocupan, y dejar el asunto resuelto como un recuerdo de los muchos que
forman los apegos familiares y dan cuerpo y solidez a los afectos. Pero quizá
también proceda detenernos un poco más, analizar el juego de apegos que van y
vienen por el interior de los núcleos afectivos y aprender en qué situaciones
se pueden crear tensiones o se pueden resolver las que se van creado. Me parece
útil, y así lo hemos hecho en este caso, detenernos en el proceso, como si el
conflicto fuera una película y, después de vista, se montara un diálogo sobre
el tema en cuestión, y aprendiéramos de lo vivido de qué manera se puede evitar
o resolver si se ha llegado a crear. El gozo que se produce una vez que hemos
logrado dominar las presiones de cada miembro y hemos accedido de nuevo a la
armonía, hace a los conjuntos más fuertes porque aprender es un proceso que nos
perfecciona a todos.
Con la
conciencia de haber vencido esta dificultad se produce un estado de bienestar
que nos hace un poco más ricos en recursos y más capaces de afrontar la próxima
dificultad que se presente que, sin duda, se presentará en cualquier momento. La
vida es un sin fin de idas y venidas que configuran el camino. Lo que importa
no es huir de las dificultades sino aprender a afrontarlas y saborear las
soluciones que podamos alcanzar para resolverlas. Lo que importa no es que
seamos unos timoratos que andemos escondiéndonos de las dificultades que la
vida nos reserva a cada paso sino que, una vez que detectamos el conflicto,
seamos capaces de darle la cara y dedicarnos a su solución con la conciencia de
que somos capaces de encontrarle un cauce de salida a su medida. La cultura de
la convivencia nos tiene que hacer más fuertes y más prudentes porque, a pesar
de que podamos ser capaces de resolver las dificultades, el proceso de solución
se realiza a base de esfuerzos individuales y colectivos que también nos
desgastan en alguna medida.
Mi agradecimiento, de todas formas a las alusiones recibidas con la intención de colaborar en la solución del conflicto, que sabemos sincera. También significa que ese núcleo de palabras que vamos compartiendo crea al mismo tiempo ámbitos de entendimiento que acerca y nos hace construir espacios comunes a base de diálogo y lejos de reacciones violentas que son capaces de imponerse en algunos momentos para resolver los conflictos. El lenguaje hablado, las palabras, son espacios de cultura que nos enriquecen a todos y que debemos adoptar como botes salvavidas que nos permiten navegar por el amplio océano de la vida. Desgraciadamente tenemos sobrados ejemplo en los que aprender a los niveles de crueldad que somos capaces de alcanzar cuando decidimos eliminar los espacios de diálogo, siempre posibles y deseables, y tirar por la calle de en medio buscando soluciones rápidas. La vida nos dice cada día que no por mucho madrugar, amanece más temprano.
Hay quien un domingo tras otro, empeña su tiempo en dar vida a un folio o cuartilla vacía. Y quienes esperamos con anhelo la lectura de esa vida, (aunque hagamos poco comentarios). Salud, amigo.
ResponderEliminarBuenos días, amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias.
No imaginas la alegría y paz que me transmites en este artículo.
Sabiduría y alivio rezuman de él.
Sabes que les quiero.
A todos.
Y sí, la armonía saludable es la curva de la convivencia la convivencia.
Felicidades.
Besos