Vengo
soportando la presión desde hace más de un mes. Los dos años anteriores se
llamó pandemia y casi todo lo sacrificamos a sus efectos y este año hemos
querido creer que ya todo ha pasado y nos hemos comportado como si lo vivido
hubiera sido un sueño. La verdad es que posiblemente estamos entrando en la
séptima ola, aunque ya nada es lo mismo. Nuestra lectura se ha empeñado en que
tenemos que salir de aquella ciénaga y nos comportamos como si así fuera.
Nuestros soportes se llaman vacunas, hemos decidido que ómicron, que es nuestra
cepa, se comporta de otro modo y cada vez se parece más o una gripe y hay
algunos datos que nos avalan. Claro que Shanghay, con 26 millones de habitantes
está como nosotros, incluso mejor en datos, y se encuentra cerrada a cal y
canto como no lo hemos estado nosotros ni en los tiempos más duros,
sencillamente porque los chinos han decidido que no se van a conformar con
aprender a convivir con el virus, como nosotros, sino que el impacto del virus
debe ser cero.
Luego
vino la guerra en Ucrania, eso que Putin dio en llamar Operación Especial de
Desnazificación y que dos meses después de haber comenzado, lo que vemos es un
país reducido a escombros, miles de muertos y un desconcierto mundial porque, a
pesar de ser sólo uno de los 72 conflictos en activo, ha pasado a primer
término quizá por ser el último, puede que por ser el más cercano o no sé muy
bien por qué. Y esta mañana mi mirada sombría me llevaba de nuevo a llorar con
palabras como vengo haciendo en semanas anteriores cuando se me ha colado por
los ojos una bocanada de amarillo que he identificado al momento con el jaramago, una de mis flores del alma, y de
pronto me he desmelenado, he constatado que acabamos de terminar abril y se nos
viene mayo encima. A poco que nos descuidemos, un año más se nos pasa y la
hermosura de la tierra y de sus cambios pasa por delante de nuestros ojos, nos
hacemos los suecos y seguimos la estela de esta tizne que se nos puso delante
con la pandemia, que ha seguido con la guerra y que puede continuar con otras
oscuridades, que nunca faltan.
No
puedo quitarme el jaramago de los ojos. Muevo un poco la cabeza y alcanzo el Desierto de Tabernas, un vecino cercano
y de cuya textura y color tenemos suficientes testimonios a través de los espaguetis
wester de Sergio Leone y sus muchachos, pero que hoy se mete por los ojos con
otro colorido, reventado de flores por los cuatro costados, aunque sabemos que,
siguiendo su condición, tardará poco tiempo en volver a su color terroso y seco
que le caracteriza. Nuevo mensaje que me entra por los ojos, que me inunda por
completo y que por causa de estas lluvias tardías, a pesar de que las reservas
hídricas no andan muy boyantes, porque enero y febrero han sido muy poco
generosos en precipitaciones, el agua se ha hecho presente y nos ofrece
espectáculos impúdicos de color y de vida que me han desbordado hasta el punto
de olvidarme de tanta oscuridad como alberga la memoria y abrazarme al color
con un impulso lúbrico en incontenible, a sabiendas de que será corto en el
tiempo necesariamente.
Mi paseo de los sábados por el Camino del Arzobispo me tiene expectante porque he descubierto una hermosa plantación de cardos borriqueros que ya cubren varias pendientes junto al Cortijo de Pepino y que voy siguiendo expectante hasta ser testigo de su inminente floración. No sé qué mano amiga me ha cubierto de primavera la mirada, ni quiero saberlo. Sólo acepto, con toda humildad, que no he podido concluir abril con los ojos oscurecidos por el desastre y que, con todo descaro y con todo impudor, me desnudo de colores y opto por la vida, a sabiendas de que tendré que pagar un alto precio por semejante desafío. Apenas si me muevo y preferiría quedarme de este ser eternamente. Pero sé que tanto color me deslumbra y que el ciclo de la vida no puede parar a mi antojo. Lo más que puedo hacer es acoplarme a esta sinfonía de vida y de color que me rodea, sentirme una pieza más de tanta belleza y cuando tenga que cambiar, que cambie. Y yo con ella.
WoW!
ResponderEliminarLa primera mitad, bastante triste con tu magnífica crónica de nuestra realidad, a la que no deseo acostumbarme, y qué tan mal nos afecta... Enfermedades, guerras, muerte, pobreza, calamidades... Una pesadilla.
La segunda mitad.... Pura, densa y bellísima POESÍA de color, primavera, esperanza y vida...
Un revoltijo de emociones que revulsiona. Me admira y agradezco.
Esta alma también está bastante tocada, y el cuerpo no está mejor.
Leerte, es de nuevo otro soplo, un chute de oxígeno, placer y sabiduría.
Gracias, Antonio.
Feliz primero de mayo.
Feliz domingo.
Feliz día...
Y con mi deseo inquebrantable de poder disfrutar de esos paseos contigo pronto, algún día...
Todas las semanas me lo propongo.
En serio
Sólo necesito los medios y ánimo.
Todo esto pasa factura en todos los sentidos.
Besos y abrazos enormes.
Extraño nuestras charlas...
Y a ti.
Cuídate mucho.