Es
posible que no soportemos ningún tema en profundidad. Cuando comenzaron los
bombardeos rusos sobre Ucrania fue como un bofetón en plena cara de occidente.
Hoy ya son más de 50 días de bombardeos, medio país hecho trizas y miles de
muertos y nos vemos y nos deseamos para mantener viva la atención. En España
hemos encontrado el asunto de los comisionistas, listillos que en los primeros
momentos de la pandemia se aprovecharon de sus contactos cercanos al poder para
conseguir encargos de materiales sanitarios: mascarillas, test, epis…, de los
que Europa entera adolecía. Tardará mucho tiempo en saberse, si es que llega a
saberse, hasta dónde llegó el aprovechamiento de los listillos de turno o,
sencillamente de los incompetentes, que de todo hay en la viña del señor, que,
con la urgencia del momento consiguieron encargos de las administraciones y los
resultados, se están viendo ahora, que más de uno de sus bolsillos se inflaron
de lo lindo, hasta con el 40% de comisiones, con lo que han dejado un tufillo de
sinvergonzonería, suficiente como para oscurecer el drama de Ucrania y
eliminarlo de los grandes titulares en la prensa.
Si
hacemos memoria emotiva y nos ponemos en la situación de hace dos años por esta
fecha, con un nivel de ignorancia sobre casi todo lo que se nos estaba viniendo
encima con el dichoso covit 19, se
nos queda bastante poco aleccionador que algunos aprovechados se valieran de
sus contactos personales con políticos
para poner sus bolsillos a rebosar con la excusa de surtirnos de equipos
sanitarios que, hasta ese momento, casi ni conocíamos siquiera. Desde el punto
de vista humanitario, la lección que nos están dejando estos vivillos no es muy
edificante porque al final se reduce al todo
vale, primero yo, después yo y, si sobra algo, para mí. Suponemos que no
fueron muchos pero el regusto que dejan en la boca es bastante amargo. Su
poder, sin embargo, ha sido suficiente para opacar Ucrania entera, en un
momento en que la guerra anda desatada y ya se hace difícil contar los muertos
que se están quedando en el camino.
Aunque
en niveles distintos de desdicha, dónde merece la pena que pongamos los ojos:
en los muertos de las calles ucranianas o en los vehículos de alta gama, hasta
doce según las crónicas, comprados con las ganancias de la provisión de
mascarillas, defectuosas en muchos casos, con las que tuvimos que apañarnos en
los momentos de mayor angustia de la pandemia. Algunos aprendimos a taparnos la
boca por primera vez con un trapillo, que nos llegaba de China según decían,
para protegernos del bicho, un virus desconocido hasta entonces, que nos ha
revolucionado por completo en estos dos últimos años. Lo que ha importado ha
sido hacer desaparecer cuanto antes los abultados beneficios de las compras
abusivas que han colocado donde se les ha abierto un hueco privilegiado y ahora
sabemos que algunos de esos coches de superlujo ya se están vendiendo de nuevo
porque, lejos de devaluarse, como le pasa al común de los mortales, suben
todavía más el precio de venta, con lo que, beneficio sobre beneficio hasta el
juicio final.
Las portadas de los periódicos parece que no soportan la monotonía de la repetición. Los cadáveres en plena calle tuvieron su momento de gloria pero su interés decae con la misma rapidez que subió hasta las nubes el primer día. Lo que no decae al parecer es el interés por la variedad. Lo que importa es que nos lleguen mensajes distintos y que nos exploten en la cara con la fuerza de lo nuevo. Unos puede que sean más trascendentes que otros, sea en amplitud o en profundidad, pero lo que no pueden prescindir es de la fuerza de la novedad. Como si cada mañana necesitáramos el bofetón de lo nuevo, que nos remueva el asiento y que nos impulse hacia lo desconocido, con lo que alimentarnos las próximas 24 horas. Podríamos valorar el peso de los dos ejemplos que proponemos: guerra de Ucrania o aprovechados sin mucha ejemplaridad social, pero eso puede ser asunto a reflexionar con más tiempo. Por ahora lo que importa es la sorpresa de cada mañana y que la novedad no decaiga.
...Y que esa novedad, sea buena, por favor.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos