Seguidores

domingo, 30 de enero de 2022

PICO


         Este texto se lo dedico a Ismael Lorenzo, director de la página Creatividad Internacional, en la que colaboro habitualmente, que esta semana me ha reclamado para una entrevista radiofónica desde Miami donde reside y a la que me he prestado gustoso. Aquí está el enlace para quien le interese: https://youtu.be/-LjiA_jplQw

         No solo vivimos estos días en un juego geoestratégico entre Rusia y la Otan que nos tensa los nervios y nos retrotrae a tiempos de la guerra fría, sino que nos tiene en alerta para que no pase de una escalada verbal y de exhibición de armamento y tropas en la frontera de Ucrania, al parecer origen del conflicto. Esperemos que todo quede en gestos y terminen poniéndose de acuerdo los bandos en litigio. La cuestión no se fundamenta en agresión declarada sino en posiciones de hegemonía en determinadas zonas del planeta; con lo cual, el problema parece ser muy real aunque muchos lo veamos demasiado lejos para sentirnos afectados. Claro que si pasara de las palabras a los hechos, otro gallo cantaría. Por debajo de las apariencias existen siemprejuegos de fuerzas que se mueven, aunque los ciudadanos de a pie no las veamos, y llegan a condicionar nuestra vida si en algún momento dan la cara.



         La pandemia que nos ocupa desde hace ya casi un par de años parece que, una vez más, ha cruzado el rubicón a la altura de casi los 3500 infectados y en los últimos días nos tiene rozando los 3000 a un ritmo de bajada de algo más de 50 diarios. Estos datos de infección nos resultan escandalosos si los comparamos, por ejemplo, con cualquiera de las cinco olas anteriores, pero hemos aprendido que la variante ómicron, que es la que nos domina en estos momentos, tiene una gran capacidad de contagio y ahí están los números que lo demuestran, si bien los fallecimientos y los enfermos de UCI no participan de tanta diligencia sino que, afortunadamente, no tienen nada que ver con lo que nos pasaba hace un año que, con muchos menos contagios las UCIs estaban a rebosar y los fallecimientos eran muy superiores. La menor gravedad de los contagios de ahora parece ser producto de los efectos beneficiosos de las vacunas, aunque este tema está muy discutido en bastantes países. Afortunadamente en España estamos vacunados alrededor del 90% de la población y la situación se nota favorablemente.





 De todas formas, medio mundo no puede entrar en estos litigios de ricos de vacunas sí o vacunas no, sencillamente porque ellos no las ven ni por el forro. Para vergüenza de todos, nos pasa como a los conejos del cuento sobre si sus perseguidores serían galgos o podencos y el resultado de la historia podría terminar como en aquel caso: que el contubernio sobre la raza de los perseguidores se demostrara inútil y todos termináramos perdiendo porque de pronto aparecerciera una nueva variante, parece que pi, que nos demuestre, una vez más, lo poco que somos frente a estos fenómenos de la naturaleza y nos hiciera ver que lo que hoy nos defiende ya no fuera capaz de hacerlo en el futuro y nos encontráramos de nuevo en el punto de partida. Como este asunto forma parte de lo mucho que ignoramos, prefiero no ser demasiado agorero y apuntarme al carro de lo que dicen los expertos, con toda la cautela del mundo. Se espera que ómicron pueda ser la última variante que evolucione transformando la pandemia en endemia y que nos lleve a convivir con el virus de manera estacional, como vivimos con tantos otros.



         Mis conocimientos son muy limitados y apenas me atrevo a algo más que a recoger las opiniones de los expertos, a insistir en que nos cuidemos lo mej0r que podamos, aunque reconozco que el hartazgo de tantos meses con el dichoso virus nos resulta bastante agobiante, que utilicemos las vacunas como defensa indiscutible, por más que nos incomode y a confiar en que de verdad ésta pueda ser la última ola. En medio hemos dejado en el camino una serie de compatriotas que ya no están con nosotros, otros han  quedado marcados con lo que ha dado en llamarse virus persistente, que en román paladino quiere decir que tienen secuelas para rato y, en algunos casos, de por vida; lo cual nos demuestra que este bicho no es moco de pavo y no deberíamos tomárnoslo a la ligera por más que nos incordie y se nos antoje eterno. Sé que es muy fácil hablar y lo último que pretendo es convertirme en un predicador de pacotilla, en los que nunca he creído. Me interesaría mucho más que mis palabras invitaran  a la reflexión y que cada persona que tenga la paciencia de leer lo que escribo, se aplique el cuento de la manera que le interese, si lo estima oportuno. Y si no, pues tal día hizo un año y tan amigos como antes.     


3 comentarios:

  1. Buenas tardes, querido Antonio.
    Antes que nada, mientras escucho a esta maravillosa orquesta, muchas felicidades por tu entrevista con Ismael. Enhorabuena a los dos.
    Y ya, como siempre, felicitarte de nuevo por este artículo, meticuloso, bien informado y mejor narrado.
    Dos temas candentes que nos tienen en un sinvivir, y que me temo, todavía tendremos para largo.
    Hasta los ateos deberían rezar. La situación es más que grave. No habría vencedores. Si a alguien, por error, se le dispara un obús, desaparecerem os.
    Ni opinión, confiando en la diplomacia, que es muy buena, es que no habrá guerra. Aunque será inevitable que todo esto nos pase una fuerte factura. Tanta tensión y en estos momentos, es insoportable.
    En cuanto a la Covid19, antes de que desaparezca, si desaparece, pasaremos por todo el Alfabeto griego con sus variantes... ¿Endemica? Posiblemente.
    Muchas gracias, mi niño querido.
    Feliz domingo, con salud, paz y bien.
    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Disculpa algunas erratas... Desde el móvil no veo nada bien.
    Cuídate mucho.
    Besosssss

    ResponderEliminar
  3. Disculpa las erratas...
    Desde el móvil no controlo bien por mi falta de vista.
    Abrazos de nuevo.
    Enhorabuena.

    ResponderEliminar