En
estos momentos seguimos esperando de un momento a otro la resolución del caso
Djokovic desde que la semana pasada los tribunales australianos decidieron
poner en libertad contra lo que el gobierno había decidido de recluirlo en un
hotel, detenido, a la espera de una orden de expulsión que luego no se llevó a
cabo por el recurso de los abogados del tenista. Llevamos, por tanto, una
semana solucionando problemas legales y tirándose la pelota de la justicia
entre los tribunales australianos y su gobierno. En este momento estamos,
parece ser en la bola de partido, con el juicio celebrado y a la espera de que
los tribunales dicten sentencia, que ya no podrá ser recurrida. Con la
diferencia horaria de casi 24 horas entre Australia y España podría ser que el
dictamen final apareciera antes de que este artículo se termine de escribir. En
medio han pasado montones de cosas, unas que dan más vergüenza que otras, que
puede que sean ilustrativas si las comentamos sencillamente.
La
semana pasada ofrecíamos la postura de Nadal, favorable a la vacunación, frente
a la de Djokovic, al parecer negacionista no confeso. En este momento quitamos
a Nadal del tamden porque han aparecido muchos más tenistas favorables a la
vacunación mientras que en el lado contrario, aparte de la familia y el país
del serbio, que persisten en su defensa, lo cual hasta cierto punto tiene su
lógica, ningún colega ni se ha aliado con su postura. Sólo un grupo de
agitadores se manifiesta cada día siguiendo a Djókovic y agitando la opción de
su negativa a la vacuna como si alguien le hubiera discutido ese derecho al
tenista. La cuestión, a día de hoy no es si vacuna sí o vacuna no. Casi el 90%
de la población australiana está en contra de la postura del serbio y a favor
de que se le expulse del país porque ellos llevan una cerrada lucha contra el
virus y estiman que el tenista intenta aprovecharse de esta tesis para
introducirse desde su posición contraria a la vacuna sin cumplir las normas
establecidas para todos y que todos menos él han asumido.
Los
estados de derecho tienen esta desesperante lentitud antes de optar por una
opción o por otra porque ha de ser a base de argumentos a favor y en contra
frente, por ejemplo, al peregrino argumento del padre, que afirma que su hijo
es Espartaco y que libra una lucha contra todos y que son los argumentos de su
hijo los que deben imponerse por encima de todos los demás. La sangre tiene
muchas veces esos sinsentido. Se puede comprender, pero nunca justificar. El
recurso del tenista ante la primera decisión del gobierno de no permitirle
competir ha servido para que todos conozcamos que no sólo es que él tenga una
actitud contraria a la vacunación sino que se valió de mentiras burocráticas
para entrar en el país porque conocía de sobra las limitaciones de entrada y
demostró desde el principio una voluntad manifiesta de saltarse las normas al
precio que fuera. Esta doble vara de medir es la que deja a la justicia
australiana a los pies de los caballos, aunque para dictaminar haga falta
asumir todo tipo de explicaciones. Lo dijimos la semana pasada y lo volvemos a
repetir hoy. Les costará trabajo elaborar los argumentos y pagarán un coste
político indudable, pero me temo que están obligados a algo tan simple como a
dejar claro que las normas deben cumplirse por parte de todos porque nadie es
más que nadie.
Creo
que llegar a este punto, poniendo en evidencia las mentiras que el tenista ha
intentado colar como si fueran verdades no quitan en absoluto que, hoy por hoy,
Djokovic es el número uno del mundo con todos los merecimientos y eso nadie lo
discute. Lo que pasa es que, por la razón que sea, ha debido llegar a la
conclusión de que esa verdad le daba derecho a saltarse las normas de un país y
eso no se puede consentir por más número uno que seas. Para la propia Australia
es un importante revés tener que prescindir del número uno, cosa que significa
algunas dificultades al nivel de su torneo. Pero hay riesgos que no hay más
remedio que asumir porque el prestigio de una país no puede doblegarse, a la
voluntad de un participante, por más número uno que sea.
Hace una hora se ha sabido la
sentencia. Djokovic sale expulsado del país.
Fantástico artículo con un remate esperado y justo.
ResponderEliminarMil gracias.
Muchas felicidades, maestro.
Besos.
Feliz domingo!