Reconozco que resulta bastante ridículo que, ahora que podíamos aprovecharnos y presumir de una incidencia baja, por debajo de los 50, una vez más vuelve grupas al potro de la pandemia y subimos de nuevo. Mientras, nos enteramos por la prensa que los refuerzos sanitarios cumplen sus contratos precarios y vuelven a ser despedidos. Nos quedamos en cuadro en atención primaria después de haber repetido hasta la saciedad que es precisamente la atención primaria el principal muro de contención de las infecciones como este covit 19 o como cualquier otro azote que se nos ponga por delante. Es fácil deducir que el ahorro en sanidad pública depende de los políticos autonómicos, que tienen competencias plenas en este sector. Muchos de ellos, con lo que se ahorran por los despidos sanitarios andan sacando pecho de que hasta bajan impuestos y lo pregonan a los cuatro vientos con el mayor descaro. Tenemos de nuevo la curva de incidencia, que llegó a rozar los 40, volviendo a subir y poniéndonos el corazón en un puño una vez más.
En la
quinta ola, que fue la última que logramos doblegar, pudimos comprobar que las
vacunas, que por entonces andaban alrededor del 70% de la población, no lograron
reducir las infecciones, alcanzaron un grado de infección cercano a los 900,
pero sí que se notó su beneficioso efecto en que, pese a lo abultado del
número, la gravedad y la muerte de los infectados fue mucho más baja que en
olas anteriores. Parece que ese efecto pudo influir en que fuéramos perdiéndole
el respeto al bicho. Ahora andamos con una vacunación cercana al 90% y se nota
porque, aunque la curva está volviendo a ascender, cada vez le cuesta más
conseguir un nuevo punto de infección y, mayoritariamente, en los caladeros de
no vacunados, bien por negacionismo o porque no han recibido las vacunas
todavía. Digamos que los frenos de la vacuna están haciendo un efecto
beneficioso, si bien nuestra relajación de precauciones junto a alguna actitud
contraria a las vacunas, hacen que todavía no las tengamos todas a nuestro favor.
Hemos
salvado un verano que, si bien no ha alcanzado aún las cotas de prosperidad
turística anteriores a la pandemia, le ha faltado poco; y no tanto por los
visitantes extranjeros, que han tenido restricciones en bastantes casos, sino
por el turismo nacional, que ha salido en tromba a ocupar casi todo el espacio
disponible. También se van relajando las restricciones poco a poco, aunque en
bastantes núcleos urbanos, ese poco a poco se haya convertido en mucho a mucho y,
en algunos casos, hasta con una actitud agresiva contra la fuerza pública cuando
se ha acercado a recordar la normativa a cumplir. Sería intransigente no
entender que llevamos año y medio con restricciones y nos angustia cada día más
la idea de que parece que esto no se va a acabar nunca pero lo que es indudable
es que el enemigo que tenemos entre nosotros no es cualquier cosa y que, por
más que intentemos sortearlo a base de balandronadas, lo que conseguimos es
alargar esta agonía y complicar el momento del punto final.
A todo esto, la erupción del volcán Tajogaite en la isla de La Palma, que no tiene nada que ver con la pandemia, no facilita su solución y complica un poco más las dificultades, que nunca han sido pequeñas. Es más, ahora nos damos cuenta de que aparecen otras de carácter mundial, las deficiencias de suministros, el encarecimiento de la electricidad y su repercusión en la inflación, que está subiendo por encima del 5%, cosa que no conocíamos desde hace años, que pretende llevarse por delante la expectativa de crecimiento tan vigorosa como esperábamos. No quiere decir que no estemos creciendo, pero es verdad que nuestra expectativa de 6% se ha quedado hasta el momento en un modesto 2% que, sin ser malo, nos pone los pies en la tierra y nos hace ver que tendremos que sudar duramente cada punto de crecimiento que logremos y hasta es posible que no consigamos todo lo que esperábamos y debamos darnos por satisfechos con algo menos de lo previsto.
Tal cual, amigo querido.
ResponderEliminarLa suma de circunstancias es deprimente
Felicidades por otro gran artículo.
Besotes