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domingo, 29 de agosto de 2021

VERANO

 


         Nadie está diciendo que se haya ido, ni mucho menos. Todavía podemos disponer hasta de un mes antes de concluir con el Veranillo de San Miguel allá, por el final de septiembre, cuando decididamente digamos adiós al tórrido calor veraniego hasta que veamos de nuevo declinar la próxima primavera y toda la ropa nos sobre de nuevo. Lo que sí parece cierto es que este domingo de agosto, que el último, lleva ya varios días con el consuelo de la asfixia y ajenos por completo al suplicio de los 40º con los que hemos tenido que lidiar muchos de los días de la primera quincena. Incluso, ya de madrugada, apetece echarnos una ligera sábana por encima porque, como dice el refrán,  AGOSTO, FRÍO EN ROSTRO. Va picando el cuerpo con el fresco de la madrugada aunque todavía no hayamos llegado a cumplimentar el dicho del próximo mes, que ya está en puertas, SEPTIEMBRE, EL QUE NO TENGA ROPA, QUE TIEMBLE.



         Una breve semblanza al tiempo que pasa y a nosotros mismos que lo rozamos y nos consumimos con ese roce, en este caso caluroso. Comenzamos el verano con la quinta ola del virus que nos ocupa, derivada de aquel desmadre de los viajes de estudios, una vez que ya nos decía el cuerpo que íbamos a poder con el bicho. La realidad nos puso una vez más en nuestro sitio y nos hizo ver que no aprendíamos mucho de olas anteriores, por más que unas y otras se parecían como gotas de agua. De nuevo andamos cada día con la desescalada y de nuevo a la espera de que esta sea ya de verdad la última. Las particularidades de ésta son que las infecciones llegan cada vez más a los jóvenes y que las muertes, con ser demasiadas cada una de ellas, han bajado de manera significativa en esta variable llamada delta, que es la que nos envuelve en la actualidad. La vacunación avanza y estamos alcanzando el ansiado 70% de la población, si bien las nuevas aspiraciones están ahora en conseguir el 80% o incluso el 85% por el mayor grado de infección de la delta.



         Asoma los bigotes por ahí el nuevo curso escolar que nos va a forzar a que los mayores de 12 años ya estén vacunados y esperemos que en su totalidad para cuando empiece, éste completamente presencial, lo mismo que terminó el anterior y en base a los buenos resultados. Si los resultados de la vacunación masiva sugirieran otros cambios, sería cuestión de tomar las medidas pertinentes sobre las particularidades que todavía se van a mantener: mascarillas a los mayores de 6 años, refuerzos en la higiene, ventilación frecuente de los espacios cerrados y mantener los grupos burbuja con la menor relación posible entre ellos. Con estas medidas se terminó el curso anterior y, aunque nada es perfecto y no dominamos todas las claves, el resultado en general, se puede decir que fue bastante seguro y satisfactorio aunque no  exento de dificultades.



         No quiero que la conclusión nos acerque demasiado a la euforia, aunque no falten algunos motivos. En estos días sobre todo se conmemoran las fiestas patronales, que agravan los desmanes  y descontroles nocturnos de los botellones que se originan una vez que, siguiendo las normas gubernamentales, los establecimientos de ocio tienen que echar el cierre. Se ha extendido la cultura del goce entre la juventud y los que no son tan jóvenes. Parece que no somos capaces de divertirnos si no es con una borrachera en el cuerpo. Como los establecimientos cierran, aparecen como hongos las bolsas de plástico repletas de alcohol a las calles, simplemente y allí se concluye el desmadre hasta altas horas de la madrugara, una vez que la justicia ha decidido suprimir el toque de queda, allí donde todavía perduraba. Queda pendiente resolver un pequeño detalle: qué se hace con el descanso del vecindario, que debería regir por salud mental a partir de las 12 de la noche. Cada día es más difícil controlar los desmanes nocturnos, en parte por la tardanza en resolver la pandemia y por la angustia de ver cómo se alejan en el tiempo aquellos sueños de vino y rosas a los que cuesta tan poco trabajo echar de menos desesperadamente.



1 comentario:

  1. Curso escolar...
    Irá bien.
    Botellines, sempiterna estupidez desmadrada y también endémica.

    Tiempos de vino y rosas...
    Hummmm
    Suena bien.
    Entonces, nosotros, jóvenes, teníamos trabajo, ingresos propios, y otra cultura de educación social, de trabajo y familiar que se desvanecen cada vez más.
    Llegarán tiempos mejores, los veamos o no.
    Besos.
    Feliz domingo, Antonio querido.

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