VACACIONES
Aunque
no lo parezca estamos disfrutando las vacaciones de agosto como si no estuviera
pasando nada. O casi. En esta España de discrepancias permanentes, ha sido
tocar el silbato de agosto y todos han dejado sus férreas posiciones en
descanso y han salido como conejos, cada uno hasta su madriguera de verano.
Unos dirán que a relajarse de las intensas agitaciones invernales, otros que a
reflexionar sobre los argumentos esgrimidos en campaña y a encontrar formas más
atractivas de explicar sus razones para llegar al público con las frases más
chispeantes y comprensibles. El caso es que agosto es agosto y es inhábil a
todos los efectos. Hasta la pandemia
parece se queda en posición descanso, a la espera que termine para renacer con
nuevas iniciativas. Estamos a la altura de la quinta ola y, concretamente en
posición bajando, desde 800 que ha sido el pico más alto, hasta los 590 por los
que vamos en este momento y seguimos hacia abajo. La estadística es un cúmulo
de datos fríos que nos indica numéricamente hasta donde hemos subido o bajado
en la gravedad, en este caso de la pandemia que nos atraviesa.
La
propia levedad en la que hemos entrado haciendo el agosto nos da la medida tan
relativa de todos los argumentos por los que hemos pasado, y me temo que por
los que seguiremos pasando. Una buena lección para que cualquiera que desee
sacar lecciones entienda que muchas de las estridencias a las que hemos subido,
esgrimiendo contenidos que parecían dramáticos cuando se explicaban a bombo y
platillo, no lo debían ser tanto si en llegando los calores agosteños buscan su
sombra en donde sestear cómodamente. Probablemente hace falta poner en solfa
tanto grito y tanta estridencia como se han escuchado en el congreso y en los
titulares de la prensa, total para quedarse en esta duermevela del tórrido
agosto. Como señal de que es verdad lo que se dice, se está elaborando una propuesta para que los corrillos al fresco de cada
tarde se conviertan en un bien inmaterial de la
humanidad. Los que los hemos vivido en nuestra infancia no los vemos que sea
para tanto pero es posible que se deba a nuestra forma de mirar tan corta.
En
España alcanzamos ya el 60% de la población con la doble vacuna y, por tanto,
con la inmunización completa. Se cumplirá previsiblemente, la promesa del
gobierno de alcanzar el 70% de vacunaciones antes de que termine el verano.
Esta proporción era la establecida para considerar que todos estábamos
vacunados, pero eso era antes de las variantes. La delta, que es la que nos tiene
inundados en este momento, nos dice que el 70% no es suficiente y que tendremos
que alcanzar por lo menos el 85% para considerarnos inmunizados todos, lo que
va a requerir por lo menos un mes de tiempo más de vacunaciones para conseguir
la inmunidad de rebaño. La quinta ola de infecciones de la variante delta, o
india como se le llamó en un principio, se encuentra con la vacuna muy
extendida y no logra infectar más que a los que no están vacunados, aunque sean
de unas edades que hace unos meses los considerábamos inmunes, lo que nos viene
a corroborar que la necesidad de vacunación se ha de extender casi a la
totalidad de la población.
No sé si la permanencia de la pandemia, durante año y medio ya, nos ha provocado un hartazgo y una sensación de que esto no se acaba tan fácil. Cada uno reacciona de distinto modo ante el hartazgo: los jóvenes tratan de tomar con angustia los retazos de botellones que pueden, mientras se zafan de la presión de la policía que no cesa de hostigarlos para que se vayan a su casa a determinada hora, los políticos andan desesperados porque no se les acaben los argumentos para seguir con la confrontación al precio que sea y los mayores, que se han convertido en el sector más fuerte porque todos están completamente vacunados y, por tanto, protegidos, esperan pacientemente a que las medidas de distensión se vayan ampliando para que la nueva normalidad vaya asumiendo espacios que nos recuerden a lo que vivíamos antes de la pandemia, hasta donde vaya siendo posible.
Salvo que los antivacunas aumentan, con las correspondientes nefastas consecuencias para todos, que la tercera, y hasta una cuarta dosis más potentes serán necesarias muy pronto, de nuevo un gran artículo de la crónica de nuestros días...
ResponderEliminarEn cuanto a los políticos... Paso palabra... Bluffff...
Gracias, genio.
Te sigo extrañando.
Hermosas fotos
La del pueblo, la mejor.
Envidia total.
Besos