Recuerdo,
desde el principio de esta pandemia, que cada día que pasa parece sin fin, se
decía que la mejor forma de combatirla era encontrar acciones conjuntas porque
las sumas de todas las individualidades era mucho más que la suma aritmética.
Yo estaba de acuerdo y lo estoy en este momento pero creo que la afirmación
adolecía mucho de sentido de la realidad. Cada día nos demuestra que las normas
se imponen, no por consenso como deberían, sino a pesar del inevitable disenso.
Estoy convencido de que nadie va a enfermar por estar de acuerdo en algo con su
adversario pero la realidad de cada día nos viene demostrando que hemos
confundido adversario con enemigo y, ya se sabe: al enemigo, ni agua. Vamos
avanzando y las vacunas están cerca de inmunizarnos a todos o a la inmensa
mayoría pero, por duro que parezca, creo que no se va a conseguir por nuestro
esfuerzo sino a pesar de nuestro esfuerzo en contrario. Ojalá fuera una
exageración lo que acabo de decir. Me temo que se parece mucho a la realidad.
Esta
semana el escándalo ha sido que unos miles de jóvenes han realizado su viaje de
estudios a Mallorca y a otros lugares y nos han dejado como resultado más de
2000 infectados nuevos y una incidencia que a duras penas bajaba de los 100, se ha plantado de golpe y porrazo en los 150.
Hemos pasado, por tanto, de andar en una infección baja a colocarnos en una
posición media, que hace que muchos países se cuestionen visitarnos porque en
estas condiciones no ofrecemos suficiente seguridad. De ninguna manera pretendo
atacar a los jóvenes como responsables de este palo, pero sí decir que tanto
organizadores como familias como agencias de viajes como cada uno en particular
tenemos cotas parciales de responsabilidad que, en conjunto dan como resultado
una situación indeseable. En honor a la verdad hay que decir que a pesar del
aumento de la infección, la gravedad de los casos, al ser jóvenes casi todos
los nuevos infectados, ha descendido espectacularmente y las plazas
hospitalarias, las UCIS y los fallecimientos también. Los efectos de las
vacunas completas han funcionado y la inmunidad de los de más riesgo se ha
mantenido al margen de esta nueva infección.
Seguramente
todas las particularidades de esta infección tan espectacular hay que tenerla
en cuenta para lograr un análisis certero y equilibrado. Es cierto que estamos
en unas condiciones muy distintas a las que vivíamos el año pasado pero las
calificaciones internacionales no precisan tanto y se quedan, por ejemplo, sólo
con la incidencia acumulada; con lo que habríamos crecido en riesgo de contagio
mucho en apariencia cuando, al saber que muchos de los nuevos infectados son
jóvenes y, por tanto, leves o asintomáticos sencillamente, nos podría decir que
la infección no ha sido para tanto a pesar de lo aparatoso de las cifras. Es
más, a pesar del aumento tan significativo, seguimos con la desescalada y empezando
a eliminar la obligatoriedad de las mascarillas en espacio exteriores, siempre
que podamos garantizar una distancia de seguridad de 1´5 metros entre nosotros.
Es verdad que las cifras de aumento escandalizan, pero el contenido de los
nuevos afectados, no tanto.
En síntesis y una vez más, hay que insistir en que el virus sigue ahí, que está vivo y que busca a todo el que pueda darle cobijo para meterse dentro y expandirse. Los primeros consejos de ponernos de acuerdo y asumir las medidas de cuidado que se nos aconsejaban siguen siendo eficaces, si bien yo las recojo aquí para que no se diga que no colaboro, pero mi confianza en que nos las creamos es más bien pequeña, por decir algo. Son estrictamente las vacunas, cuyo ritmo de inoculación no para de aumentar afortunadamente, las que nos van convirtiendo en personas verdaderamente seguras. Nunca al 100 por 100, pero sí en unos porcentajes muy cercanos. Como puede verse, no nos faltan elementos de satisfacción y confianza, siempre que no olvidemos que el mundo es un poco mayor que nuestro ombligo y que para estar seguros por completo tenemos que poder hacerlo todos juntos y eso todavía nos queda bastante lejos.
Asi es. Funcionamos con muy poco cerebro. Penoso.
ResponderEliminarMagnífica crónica y reflexión.
ResponderEliminarFelicidades y muchas gracias.
Besos 😘