A
duras penas empezábamos a bajar de los 100 puntos de incidencia acumulada y
creíamos a nuestro alcance la salvación de un verano turístico, si no como el
de 2019, al menos con el 50%. Han bastado un par de semanas de viejas de
estudios para que comprobemos una vez más, y ya son varias, que no podemos
lanzar las campanas al vuelo así como así. Que tenemos que enterarnos de una
vez que el virus sigue entre nosotros y que tenemos que protegernos de todas
las maneras que conocemos, que son unas cuantas, y no vender la piel del oso
antes de cazarlo. La curva de infectados se nos ha colocado alrededor de los
320 en un abrir y cerrar de ojos y esta vez por causa de los más jóvenes, que
pensábamos que estaban fuera de los efectos del virus hasta que han llegado las
grandes aglomeraciones y los olvidos de medidas de precaución para demostrarnos
que aquí no se escapa nadie si bajamos la guardia. De nuevo andamos en la
cuerda floja con el turismo, mostrando una curva que parece una montaña rusa
que sube y baja, sobre todo que sube, con tanta facilidad.
Pero
los datos fríos quizá no muestran la realidad con mucha precisión y hasta
pueden llamar a engaño. Esta quinta ola de infección que sufrimos no tiene nada
que ver con la cuarta de hace unos meses. Nos podemos dar cuenta de que en este
momento apenas hay muertes, afortunadamente, ni las UCIS se están llenando, ni
siquiera es preciso hospitalizar a un número significativo de infectados. La
mayoría de las infecciones son leves y solo precisan aislamiento y su periodo
de cuarentena de diez días para volver a la normalidad porque se trata de gente
joven que resiste mejor al virus y solo se infecta porque la mutación delta,
que ahora predomina, es mucho más contagiosa y porque no están vacunados con la
pauta completa. Ahora los mayores de 60, casi todos vacunados por completo, son
los más resistentes a infectarse y el aumento de las vacunaciones crece a un
ritmo muy superior al de hace unos meses lo que produce que los inmunizados
crezcan a mayor ritmo que la capacidad del virus para infectar a los no
vacunados.
Tampoco
podemos andar flagelándonos cada día con que la gente no guarda las medidas de
seguridad conocidas. Tenemos que pensar lo que significan ya 16 meses de
pandemia y que no podemos están llevándonos las manos a la cabeza porque
pequeños grupos se salten algunas de las normas que sabemos que funcionan
porque también está funcionando, y cada día más, el hartazgo de pandemia, del
que cada día vemos cómo se acerca su final pero que, desesperadamente, no
termina .de llegar a la velocidad que desearíamos. Probablemente habrá que
aumentar la inmunidad de rebaño, establecida en el 70% de la población y
terminar por estar vacunados prácticamente todos porque ya vemos que el
endiablado bicho o sus mutaciones no nos da mucha tregua y allí donde puede
infectar, infecta aunque las consecuencias sean menos graves que las de hace
unos meses.
Y es que a los números hay que darles el valor que tienen. Hoy podemos discriminar con toda facilidad que mientras en los mayores de 60 años apenas hay nuevos infectados, la incidencia de los menores de 40 años, que hace unos meses apenas era significativa, hoy roza los 1000 casos y pide a gritos vacunas urgentes aunque sabemos que aunque haya vacunas para todos, los efectos no serán activos hasta dentro de casi dos meses, como lo han sido los de aquellos que nos vacunamos cuando nos tocó hacerlo. Es verdad que mientras tanto no estaría mal que nos enteráramos de una puñetera vez que tenemos que saber que nadie es inmune y que tanto las mascarillas como las distancias de seguridad como evitar las grandes aglomeraciones no son chistes que a alguien le encanta contar, sino peligros reales a los que nos somete cada día este virus y al que le podemos plantar cara cada vez con más conocimiento y con más posibilidades de éxito. Tampoco estaría mal que sepamos que los botellones no son imprescindibles y que no tiene por qué ser la borrachera la única forma de divertirnos. También la prensa podría sacar alguna imagen de gente que cumple las normas, que son la mayoría.
De acuerdo con tus reflexiones. Apuntaría que, a mi juicio, uno de los principales problemas es la carencia de sentido común en algunas instituciones y también en personas concretas. Faltan instrucciones claras y fundamentadas. Lo que para unos es exagerado para otros no llega. Esta situación es muy compleja y el cansancio por el tiempo transcurrido, la asfixia económica y la imposibilidad de acuerdo político hacen imposibles medidas mas restrictivas. Seguramente las vacunas ayudarán mucho (también en esto hay todo tipo de opiniones) y ya lo están haciendo pero tampoco vendría mal una campaña sanitaria para ayudar a la población a elevar las defensas naturales de nuestro organismo...
ResponderEliminarGracias amigo por tu clara visión de éste y otros temas de actualidad que vienes planteando en tu blog y que nos ayuda a reflexionar y tomar posición sobre los mismos. Un abrazo muy grande.
Qué privilegio encontrarme reflexionando contigo. Un aprende que uno mas uno no son dos sino muchos más, sobre todo si encima son amigos como nosotros. La vida nos reserva estos placeres. Te mando un beso hermoso
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