Cuando
alcanzamos en un par de días el 50% de personas vacunadas completas y oteamos
en breve plazo la tan lejana cota del 70%, lo que significaría, según las
previsiones iniciales, la inmunidad de rebaño, o sea, que todos podemos darnos
por inmunizados, con lo que el gobierno habría cumplido con el compromiso de
que lo conseguiríamos antes de que terminara el verano. Con las
particularidades introducidas por la variante delta, que nos llega de la India
hay algunas dificultades adcionales porque introduce un nivel de infección
superior al de la variante británica, que fue con la que iniciamos la
vacunación. En cualquier caso, nada que no esté a nuestro alcance a estas
alturas. Si hubiera que llegar al 80% de inmunidad lo conseguiríamos en diez días más de vacunación y tenemos
vacunas suficientes para cubrir la nueva demanda. Los mayores de 40 años
estarían inmunizados por completo.
Por
dar a la población alguna alegría se suprimió la obligatoriedad de mascarillas
en espacios exteriores y en menos de un mes nos encontramos con que la curva de
infección vuelve a subir casi verticalmente y, además, con gente joven, que es
la que falta por vacunar. Los viajes de estudios y las vacaciones de verano han
traído de nuevo aglomeraciones descontroladas, como si fuéramos incapaces de
entender que el virus sigue vivo y que la precaución de guardarnos de él sigue
presente y debe ser de cada uno, cumpliendo las medidas de protección
establecidas. Resulta sorprendente la facilidad con la que olvidamos las normas
que ya sí conocemos, si bien es comprensible que la fatiga pandémica esté
haciendo mella en todos nosotros porque la epidemia supera ya los quince meses
de vida y cuesta mucho mantener la tensión del cuidado, sobre todo en
determinadas franjas de edad. La conclusión es que esta quinta ola infecta a
menos de un 10% de los vacunados con pauta completa, que son los mayores y
supera en cambio los 1000 en las edades de 15 a 30 años, con lo que tenemos
miles de infectados nuevamente, si bien la gravedad dista mucho de los niveles
que conocíamos.
La
incidencia acumulada a día de hoy supera de nuevo los 500 por cien mil habitantes
pero los ojos con que tenemos que mirar las cifras y valorarlas tienen que ser
otros porque la mayoría de los nuevos infectados son asintomáticos o leves y sin
vacunas completas. Hay, por tanto, que modificar los presupuestos iniciales de
proponer la ampliación de vacunas para estas edades que no se contemplaban en
un principio porque el nuevo curso está a la vuelta de la esquina y disponemos
de dosis suficientes. Lo que no cambia desde el primer día de la pandemia es la
guerra política que se traen los partidos que, lejos de suavizar las
dificultades, lo que hacen es acrecentarlas hasta niveles insólitos y
desconocidos hasta el momento. Y eso que los expertos no paran de insistir en
que la unidad de criterio en el combate contra el virus suavizaría las dificultades
y nos haría la vida más fácil a todos.
No podemos extrañarnos demasiado de las discrepancias porque la democracia es precisamente el juego de poderes y contrapoderes que presionan cada día y hacen que nadie pueda olvidarse de que sus criterios han de jugar con los del de enfrente, que son distintos y tan legítimos como los suyos. Lo que sucede es que en una ápoca tan particular como la que atravesamos, que es nueva para todos, sería bastante deseable alcanzar acuerdos de mínimos para que entre todos alcanzáramos cuanto antes la salida y no estar cada día enredados con guerras internas que nos complican la vida un poco más de lo que nos la está complicando el virus. Muchas veces da la sensación de que hay quien está empeñado en que, cuanto peor, mejor. Como si lo único que importara fuera alcanzar el poder a cualquier precio y pasando por encima de las enormes dificultades por las que estamos atravesando. Me gustaría decir que estamos aprendiendo pero me temo que cada día nos volvemos un poco más implacables y ponemos en circulación actitudes y criterios más despiadados. Creo que terminaremos saliendo de esta, a pesar de nosotros.
Estupenda y muy buena esta nueva crónica para la Historia.
ResponderEliminarClara, concisa y precisa.
Estoy deseando que salgan las nuevas y más potentes vacunas, a ser posible las españolas, que con una sola dosis, nos proporciona un 100% de protección.
Tercera dosis que veo más que NECESARIA, científicamente hablando, dadas las nuevas variantes resistentes y peligrosísimas, como la Delta y otras.
Vacuna diferente, claro. Con diferentes espinas y proteínas de ADN.
En mi caso, que tengo las dos primeras de AstraZeneca, si antes de seis o siete meses no está disponible la española, lo recomendable es que sea de Pfizer o Moderna...
No me lío más.
De nuevo, muchas felicidades y gracias.
Te extraño mucho.
Besos, amigo.