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domingo, 29 de marzo de 2020

ENCERRADOS



         Lo que está pasando en el mundo con el COVIT 19 es una revolución de consecuencias que en este momento no somos capaces de calibrar. Esta pandemia nos tiene atrapados y estamos luchando como locos por salir de ella de la mejor manera posible, pero eso, con ser dramático no es más que la primera parte. Los que conocen las guerras siempre dicen que lo peor no es la guerra en sí sino la terrible y larga posguerra en la que hay que reconstruirlo todo de nuevo, no hasta ponerlo como estaba, que es imposible, sino hacer que podamos vivir de nuevo en aquel espacio que conocimos antes del conflicto y que ya nunca será el mismo. No quiero caer en ningún tipo de derrotismo porque la vida siempre es más fuerte que cualquier guerra o que cualquier virus pero sí creo que es importante saber en qué estamos metidos y tomar conciencia de las dimensiones de lo que estamos atravesando. No puedo dejar este tema sin tener un recuerdo especial a los 60 millones de refugiados que pululan por el mundo sin una patria que los acoja. ¿Cómo verán ellos el virus? ¿Estarán contagiándose?¿A dónde podrán acudir para hacerse un test?¿Tendrán mascarillas o tendrán que pedirlas a China también?¿para qué querrán ellos las mascarillas?.

         No quiero seguir con las preguntas aunque me pasaría toda la mañana preguntando y preguntándome. Hoy quiero centrarme en el encierro porque, con más o menos intensidad, de un encierro se trata. Y quiero centrarme concretamente en uno de esos apartamentos de unos 50 metros, en el que vive alguien: un padre, una madre y dos hijos. Uno concretamente de dos años. Voy concretando y me voy poniendo nervioso porque me doy cuenta de la cantidad de supuestos que me dejo en el tintero. No quiero pensar ni por un momento en quienes disponen de espacio y hasta de un jardín para vivir el suplicio. Lo siento también por ellos, pero me quedo con mi propuesta. ¿Habrá estado sola la pareja alguna vez tanto tiempo seguido? ¿De qué hablarán? Si discuten…, qué pasa. ¿Dónde se aíslan si uno quiere estar sólo? ¿Se acuestan los cuatro a la misma hora? Y miles y miles que se me quedan colgando porque no quiero agobiarme ni agobiaros.

         Desde que empezó esta historia fue en lo que pensé. Será deformación profesional o no sé lo que será pero se me viene a la cabeza qué hace una persona de menos de tres años en un espacio minúsculo, junto a su familia las 24 horas del día cuando lo que tiene que hacer en la vida es conseguir el más completo desarrollo muscular a base de moverse de todas las formas posibles. Si no se mueve es como si se muriera muscularmente hablando pero si se mueve seguro que estará molestando todo el tiempo porque el resto de la familia ya no está en ese momento vital. La persona músculo como podríamos llamarla, no puede hacer otra cosa porque es su momento. No tendrá otro en el que su cuerpo esté tan necesitado de movimiento y es ahora cuando está mejor dotado para correr de acá para allá y subirse y bajarse de cualquier sitio que pueda. Todos tenemos límites en la vida para cualquier cosa pero cuando todo tu cuerpo te está pidiendo actividad porque es su momento y tienes que prescindir porque no hay espacio y porque molestas, ¿qué?.

         Cada uno elige sus fantasmas y yo me he centrado en estos dos porque he querido. Los refugiados en general que, curiosamente, han desaparecido del mapa como por ensalmo. Parece como si el maldito COVIT 19 hubiera resuelto el problema de un plumazo o los hubiera devuelto a sus hogares de los que ninguno quiso salir en realidad. Se han acabado casi todos los problemas como por arte de magia. Un problema se acaba cuando se pone encima otro de mayores dimensiones. Ahora no vemos más que coronavirus. Como si el mundo se hubiera acabado tal como lo conocíamos y ahora no hay más que resolver esta urgencia que nos está cambiando. Quiero seguir recordando a las personas que acaban de llegar a la vida, a esta vida concreta, y que lo primero con que se encuentran es con un corsé de semejante tamaño que les dice que no pueden moverse más allá de unos metros porque molestan. Como si este mundo no fuera también de ellos.


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