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domingo, 8 de junio de 2014

FUENTE


         Me doy cuenta de que según donde ponga el foco, los textos me salen con un cariz u otro. Como en los últimos he puesto el foco en las noticias de la prensa, al momento los textos adoptan un cariz dramático y sin pretenderlo ya estamos hablando de miserias y de indignidades y abusos en los que los pequeños se ven inmersos. Evidentemente no son mentira y yo he seguido religiosamente las noticias que me han inspirado las últimas reflexiones. Lo que pasa es que el resultado se vuelve al momento engañoso porque la relación con los más pequeños  en ningún caso es dramática ni desesperada. Puede que estén viviendo una situación así y de hecho la viven muchas veces pero la relación como tal siempre está llena de vida.

         He querido titular fuente este texto porque para mí lo ha sido durante mis años de trabajo. Es más, lo he dicho miles de veces en mis charlas y lo he pensado y lo sigo pensando en mis adentros. Si la profesión de maestro de pequeños no interesa, estoy seguro que debe ser desesperante para quien la ejerza. En mi caso ha sido lo contrario. No sé si me ha interesado o la he desarrollado por vocación. A lo mejor no ha sido nada de eso. De lo que sí estoy seguro es que desde siempre he estado convencido de que mi cercanía a los pequeños significaba para mí el privilegio de encontrarme junto a la fuente: la fuente de la vida, del conocimiento, de cómo se organizan las relaciones humanas, de cómo se construye el conocimiento…, del saber en definitiva. Y en medio de ese mundo y de esa creencia por mi parte, nadie podrá dudar de que me he sentido un ser privilegiado durante tantos años. Por mi lado he visto circular millones de maneras de aprendizaje, he sido testigo de los miles de recursos que la vida tiene previstos para que cada persona encuentre su lugar en el mundo y su modo de realizarse como persona.

         Tampoco quisiera que nadie se llamara a engaño y pudiera pensar que mi vida profesional ha sido ningún paraíso. No. Se ha tratado de un trabajo con todo lo que encierra de disciplina, de sinsabores, de momentos de cansancio y hasta de desesperación de ver que hay asuntos que se te atrancan y que no ves la salida cuando tú quieres. En esto se parece mucho a los avatares de cualquier otro profesional. En lo que creo haberme sentido diferente y privilegiado ha sido en la materia sobre la que ha versado mi trabajo y mi esfuerzo. He tratado con seres humanos que empezaban su aventura vital y he llegado a darme cuenta de que junto a mí vivían personas de las que yo podía estar aprendiendo cada día, que mi función no estaba tanto en decirles cómo tenían que vivir sino en acompañarlos en su peripecia vital y estar cerca de ellos para que pudieran utilizarme cuando me necesitaran pero también en propiciar el respeto a sus maneras de aprender y a sus ritmos porque ellos disponían y disponen de casi todos los medios para evolucionar en la vida si se les permite hacerlo a su modo y con las capacidades que la vida les ha dotado.


         Y a eso he dedicado la mayor parte de mi desarrollo profesional. A mirar y a ver, a acompañar, a esperar a que me fueran necesitando y a estar disponible y a servirles de garantía de que un adulto estaba cerca de ellos, lo que quería decir que lo que ellos iban haciendo en cada caso tenía detrás la legalidad y el beneplácito de la estructura social. Que podían estar seguros de lo que estaban haciendo porque el mundo adulto que yo representaba para ellos estaba de acuerdo con esa manera de actuar. Con esos parámetros de comportamiento , hoy estoy seguro de haber acertado muchas veces y de haberme equivocado otras tantas pero de que tanto en los aciertos como en los errores estaba la verdad de lo que pensaba y sentía. Eso me da una paz sin límites. Y un gozo profundo que me llamen por la calle y que me saluden con la conciencia de que hemos vivido de verdad. 


6 comentarios:

  1. Preciosa reflexión sobre tu profesión, tu vocación o tu trabajo, al fin y al cabo ¿qué importa?, si en tu caso te has sentido útil, necesario y realizado, para que cuando un pequeño levantara la vista buscando... te encontrara. Ese es el valor del pedagogo.

    Saludos, Ignacio

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  2. Reflexión plenamente compartida, Antonio. Creo que llevar cuarenta años trabajando con los niños pequeños está siendo un privilegio que da sentido y felicidad a una buena parte de mi vida.Y lo mejor es que sigo aprendiendo y disfrutando con ello.

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    1. Estoy de acuerdo con lo que dices. No te negaré que en los tiempos de jubilado se agradece la tranquilidad y la falta de rigor de horarios y de otros desasosiegos propios de la jornada laboral, pero uno echa de menos vivencias y emociones propias de nuestro trabajo. Ahora, también te digo que he aprendido a aprender y compruebo que soy capaz de aprender de todo lo que me pasa y creo que eso se lo debo también a mi trabajo. La vida sigue siendo una aventura, aunque ahora tenga que ser con los discapacitados. Un abrazo

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  3. Una gran carrera profesional que dan a tus artículos el calificativo de magistrales....

    Un cordial saludo

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  4. hay por el mundo entero auténticas '
    Teresasdecalcuta'.
    A unas les va estupendo
    A otras les queda grande
    A todas, felicidades
    Hay por el mundo una pléyade de buenos profesionales por vocación
    Otra, de desafortunados a los que su profesión solo les resulta medio de vida.
    A unos y otros, que la virtud y la suerte los asista.
    Hay por el mundo medio mundo mundo y medio una mayoría en minoría de edad cuyos educadores no han rebasado las barreras con dignidad.
    O las han superado con creces. O presumen de haber salido airosos en la tarea.
    Aquí hay de todo un poco: de bueno, de inmejorable, de aceptable, de deplorable, de malo y de regular.
    La historia de la vida taxonomice a la totalidad como ésta merezca.
    abrazos.

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  5. Totalmente de acuerdo con lo que dice Pilar
    yo gracias a dios al igual que tu Antonio he tenido la inmensa suerte de hacer lo que me gusta de tener mi fuente de vida en los niños y ahora la tengo en mis niñas- mis nietas- los niños en general son para mi, mi felicidad total- con ellos se aprenden cada día y te dan mas de lo que tu das, siempre estas creciendo con ellos y es una fuente de vida que jamas se acaba - lo mejor los auroraamor que me dijeron muchas veces mis niños, eso no tiene precio, no lo puedo olvidar y siempre esta en mi corazón y en mi alma- doy gracias por ello cada día-
    Y tu Antonnio que puede decirte !!! tu eres una fuente inagotable de sabiduría y de saber decir y hacer- y los niños han sido y son para ti, regocijo total- y la vida te sonríe por dentro por el buen trabajo que has hecho y que sigues haciendo sin darte cuenta ( eso es lo mas lindo )
    Te envio mi cariño de siempre y muchos, muchos besos
    Aurora

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