No
puedo olvidar que en mis primeros años de estudio se convertía en obsesión y en
aberración la postura ideal que estábamos obligados a tener en clase ni
concebir cómo era posible que nos intentaran convencer de que sólo había una
postura correcta a mantener durante la clase. Evidentemente incumplíamos
aquella norma cruel miles de veces a lo largo del día, sencillamente porque el
cumplimiento era imposible pero se conseguía que nos sintiéramos culpables. Y
no es inocuo en absoluto ese estado en el que se vive en la ilegalidad cuando
tanto se incumple o, lo que es peor aun, saber que no puedes por más que
quieras vivir dentro de las normas que te imponen.
Después
he sido yo maestro y me he visto en el lado de poner las normas y hacerlas
cumplir y me he dado cuenta de hasta qué punto eran injustas a las que fui
sometido. Empezando por el mobiliario que no favorecía las comodidades
posturales, siguiendo porque todos los alumnos teníamos que estar en las mismas
condiciones y orientación y terminando porque alguien se erigía en diseñador y
justiciero de una postura concreta como si todas las personas tuviéramos las
mismas necesidades de movimiento y las mismas posibilidades físicas a lo largo
de la larguísima jornada de trabajo en la escuela. Es más, muchas veces pienso
que nuestra rebelión radical contra el sistema educativo constituido se produjo
por la sencilla razón de que era imposible no hacerlo.Los tópicos típicos eran
tantos y de tal calibre que ya no había manera de que nadie se pudiera sentir
cómodo dentro del sistema, fuera alumno, maestro o quienquiera que fuera.
Y se
produjo la ruptura con el objetivo de encontrar la razón natural y la lógica de
las cosas. Sobre las posturas no hacía falta elucubrar mucho para darse cuenta
de que los elementos de la clase: sillas, mesas y muebles tenían que parecerse
más a quienes los iban a usar. Sus alturas, sus formas y después posicionarlas,
por ejemplo en forma circular o en formas distintas según los momentos del día
y permitir, sobre todo permitir que las personas pudieran disponer de sus
cuerpos y adoptar maneras mucho más individuales y diversas, en las antípodas
de aquellas rigideces inauditas en las que nuestros cuerpos eran torturados
lentamente. También con el tiempo hubimos de poner límites porque también desde
la espontaneidad se pueden asumir manías
claramente perjudiciales, pero sí que se hizo que la vida entrara en las clases.
Ha habido que cuidas, por ejemplo, que las diversidades posturales no
entorpezcan y protejan el elemento esencial de nuestro cuerpo, la columna
vertebral, eliminando vicios pero favoreciendo mil posturas posibles y
recomendables que han hecho de nuestras clases conjuntos de personas vivas y
diversas que pasan sus jornadas con cierta comodidad y con cierta libertad.
Empieza
el nuevo curso y quizá no está de más recordar tantas aberraciones como hemos
cometido para no volver a caer en ellas. Una de las más peligrosas y que se ha
impuesto en los últimos años ha sido la mochila. En mis tiempos era más frecuente la cartera pero ahora la mochila,
más cómoda de transportar, se ve bastante. No habría mucho que decir si los
pesos que se transportaran fueran pequeños: algún libro, unos cuadernos,
lápices y poco más pero los libros, tantos y tan pesados las hacen peligrosas.
Y las hombreras, en vez de sujetarlas lo más alto posible, se las deja muy
sueltas, con lo que el peso, ya de por sí elevado, se duplica por efecto de la
galumba, con el consiguiente sobreesfuerzo para la columna. También se ven, y
puede que sea recomendable, los maletines con ruedas como las maletas, que
seguro que permiten que los pesos no los sufran directamente los cuerpos,
aunque, de todas formas, está bien evitar tanto transporte y hacer los
equipajes lo más ligeros posible.
Ahora también puede facilitarse el transporte de los medios
diarios a través de los elementos informáticos, bien sea los colectivos como
pizarras electrónicas, como los personales, a través de ordenadores personales
que poco a poco terminarán imponiéndose como se impone la tecnología en tantos
ámbitos de la vida.
Un artículo muy bueno. Hay que saber aprender de los errores...
ResponderEliminarUn cordial saludo
Mark de Zabaleta
rectificar es de sabios. Siempre se ha dicho tal verdad para admitir que de los errores también se aprende, Antonio
ResponderEliminarAbrazo grande
Nunca es tarde para evaluar lo hecho e incluso lo dicho.
ResponderEliminarUn saludo
Estimado amigo Antonio
ResponderEliminarMe has hecho recordar la difícil tarea de estar quietos en el aula de clase; afortundamente tuve maestras que realizaban algunos ejercicios físicos cada cierto tiempo; además, era obligatorio jugar en los descansos para una adecuada higiene mental.
De todas maneras en la educación secundaria había más rigidez, debían las alumnas estar correctamente sentadas, con la espalda erguida sin colocar los codos sobre el escritorio; ese tiempo no fue muy grato.
El uso actual de mochilas (en Colombia también decimos morrales), únicamente me parece bueno por el hecho de dejarle libres las manos a los chicos para subir tranquilamente al transporte y otros menesteres; pero veo que tienes razón acerca de los peligros que puedan asechar a la columna por su constante utilización.
Cada día aumenta el uso de los ordenadores portátiles, sobretodo en la Universidad. En realidad creo que en la educación primaria los niños deben primero aprender a escribir correctamente, lo mismo que las operaciones matemáticas, para luego emplear máquinas de ayuda didáctica :)
Cordiales saludos y un gran abrazo
Querido Antonio !
ResponderEliminarTema interesante has expuesto - como siempre :)
Yo no recuerdo en mi època estudiantil nada de posturas rígidas al sentarse ni nada por el estilo- pero si lo vivi en mi hija cuando iba al colegio, era tan absurdo que parecia una tortura- yo iba a hablar con la profesora y entonces comprendia y aflojaba un poco a toda la clase pero eran las normas- tan antiguas como obsoletas-
Ahora mi nieta va al colé y lleva mochila y para el año que viene segunparece el ipad ( eso me gusta mucho mas )
De momento no carga con libros ( tiene 5 años ) los libros que son muchos pese a su edad sin quedan en el colegio, en la mochila solo lleva el aperitivo que toman a las 12 y poco mas- aun asi cuando sale del cole lo primero que hace ademas de darme un beso es sacarse rapidamente la mochila y armella :) para echar a correr por el parque del colé .
Yo cuando iba al colegio lo recuerdo como algo grato y lindo donde teniamos una relaciòn estupenda con las profesoras y donde la directora era el "cuco" venia a hacer revision en las clases y nos preguntaba cosas niño/ niña / a cada uno- Con los años descubri ( la fui a visitar ya de mayor yo ) lo buena persona que era.
Tambien recuerdo que nada mas entrar en clase cantábamos casi obligaroriamente el himno nacional argentino - a mi esto me gustaba y me emocionaba mucho, quizas a otros niños le resultara un plomazo :)
Luego la secundaria igual de bien y asi hasta la universidad, sin problema de rigurosidad-
En cambio las vivi con mi hija en su colegio- los profesores rigidos muchos de ellos cumpliendo normas todo el tiempo y dejando a un lado la parte humana tan linda que es educar a un niño- Ojo!! que los habia geniales...pero no abundaban ni abundan- muchos de los actuales estubieron en la epoca franquuista y todabia les quedan residuos :)
En fin, Antonio que me ha gustado lo que has debatido hoy, bueno para mi es un debate, interesante y gratificante como todo lo que expones, donde reboza educacion, cultura y sensibilidad- Un gustazo !!!
Ya esta empezando el otoño aunque yo todavia voy de sandalias :) y así con este sol de hoy tan bonito te envio un fuerte abrazo y todos esos besos que tu sabes bien :)
Cariños
Aurora
Esta hermosa perorata no es más que una lluvia mansa que has tenido a bien volcar sobre este blog y sobre mi persona y aquí te muestro mi agradecimiento porque eso significa también tenerte un poco. lo que dices me sugiere que muchas veces las cuestiones no se resuelven con elementos más antiguos o más modernos sino por el hecho de tener cerca a una persona con sentido común o con manga ancha que entienda y practique, que un pequeño no es otra cosa que una persona y que, como tal, necesita su espacio y su comprensión y los maestros, que son el poder, tienen en su mano y en su actitud facilitarles la vida o amargársela.
ResponderEliminarMe alegro por tí y ,lo siento por tu hija. Espero que tus nietas dispongan para crecer de un cauce estructural mas amplio y mas adaptado a sus cualidades y a sus necesidades.Aquí, a los últimos calores del año, que son ahora, les llamamos EL VERANILLO DE SAN MIGUEL y el último fin de semana de septiembre, que ya está muy cerca, se ponen tenderetes en la FUENTE DE LAS BATALLAS, que es el centro de Granada y se exponen los frutos de otoño. membrillos, castañas, azofaifas, acerolas, maholetas, almencinas, servas, biniatos..... y se venden. Es muy visitado porque es la señal clara del cambio de estación. Este año te pasearé de la mano. Ahora, un beso otoñal
Hola mi guapo,
ResponderEliminarel problema de la mochila es siempre presente.Pero ahora tenemos la novedad del ordenador ...Este año tuvimos que comprar uno para mi hijo para usar en la escuela esclusivamente.Y esperamos servir a algo visto el precio.Miles besitos para usted Antonio.
Hola Antonio.
ResponderEliminarPor lo menos ahora con el carrito ya no tienen que cargar la espalda.
El otro día vi un reportaje de educación postural para prevenir futuras lasiones en la espalda, pero no tiene nada que ver con las enseñanzas de nuestra infancia.
Saludos desde Valencia, Montserrat