Concluyo
el mal paso, que comenté la semana pasada agradeciendo el interés de bastantes
lectores por la suerte de Alba y por sus
deseos de su pronta recuperación. Lo que tenemos hasta el momento es que no hay
huesos rotos, que la hinchazón de la rodilla está remitiendo y que, pendientes
de la resonancia magnética que lo confirme mañana, lo que hay es rotura del
ligamento anterior cruzado que necesitará su operación correspondiente y la
posterior rehabilitación. Total, un buen susto y el ferviente deseo de que no
se repita. Da gusto sentirse en familia bloguera.
Algunos
domingos, Julia me llama y hablamos un rato, sobre todo de libros, de cuya
lectura somos dos forofos, aunque creo que le gano. Me comentó que estaba
leyendo ANTES QUE NADA, de Martín Caparrós. Terminé cuanto antes
el que tenía entre manos y me puse con las casi mil páginas de la memoria, con
la idea de comentarlo, una vez que termináramos de leerlolos dos. Pero las
intenciones proponen y los libros disponen. Esta misma mañana, sobre las siete
más o menos, acabo de poner el punto y final a su lectura, después de toda la
semana en exclusiva, con la hermosa memoria. Antes de terminarlo, ya tenía
claro que iba a hablar de él en el texto de hoy. Julia y yo mantenemos un diálogo
interminable y no se va a ver afectado por mi frenesí, no tanto sobre el
contenido del libro sino, sobre todo, sobre la historia de su autor. Ya lo
conocía de antes y casi seguro que esta no va a ser la última obra que le lea,
bastantes monumentales casi todas. Y es que he descubierto que, a pesar de que
él se las da de argentino, y no sin razón, resulta que su ascendencia paterna
es toda española a consecuencia de nuestra guerra incivil. Hasta reminiscencias
granadinas le he encontrado, por lo que la semanita ha sido de aúpa en lectura
y en entusiasmo.
Me
impresionó la obra desde el principio, cuando confiesa su amor a la lectura
sobre casi todas las cosas, que comparto con él desde hace mil años y, en mi
caso, cada día más. Nos diferencia, en cambio, la facilidad de expresión que él
desarrolla a través de una obra prolífica y la dificultad mía para escribir, en
parte por mis temblores, llamados esenciales, que me dificultan el tecleo, pero
también por lo doloroso que me supone el hecho de expresarme, cosa que a Caparrós yo, por lo menos, no le
percibo.
Buenos días querido amigo, es muy de Antonio Fernandez López, muy ttú. Gracias por compartir tantas ‘coasas’
ResponderEliminarAgradezco tus palabras. Un abrazo
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