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domingo, 17 de agosto de 2025

JUAN LATINO

 

         He recibido algunas objeciones al texto de la semana pasada, en el sentido de haber matizado un poco más los méritos que acumulaban los nombres ejemplarizados. Como imagino que  la referencia no sería por Cervantes, de sobra conocido, entiendo que se refieren, tanto a Maimónides como a  Averroes, ambos andalusíes, nacidos en Córdoba en el siglo XII y ciudadanos del mundo, Maimónides para los judíos y Averroes para los  musulmánes, pero ambos verdaderas cumbres de la cultura, cuya importancia sigue viva en el presente, en la ciencia médica en el caso del primero y en haber traducido a Aristóteles para moccidente, en el caso del segundo. A ambos se les estudia todavía hoy en cualquier universidad que se precie. Nunca he entendido la negación de Al Ándalus y su influencia en este país y en el mundo de su época. Me pareció que ambos personajes, junto con Cervantes, converso por padre y de madre y proveniente de Córdoba también, como si la cultura musulmana, presente durante ocho siglos en esta tierra, se la pudiera eliminar se un plumazo, así como así.



         Juan Latino fue un esclavo negro, comprado por la Duquesa de Sessa, hija del Gran Capitán, para acompañar a su hijo Gonzalo a lo largo de toda su vida, tanto en Baena desde 1516, de niño, como en Granada a partir de los 12 años más o menos. Primero se llamó Juan de Sessa como todos los esclavos, que tomaban el apellido de sus amos. Cuando Gonzalo, el duque, estudiaba, Juan no podía entrar a clase y aprendía de lo que oía escuchando desde fuera. Sus dotes individuales le permitieron aprender lo que escuchaba tras la puerta, llegando a dominar el latín de forma magistral hasta hacerse bachiller en la materia, para lo que tuvo que alcanzar la libertad como requisito imprescindible, y se dedicó a dar clases particulares a los hijos de la nobleza granadina. De una de ssus alumnas, Ana de Carneval, hija del administrador del ducado de Sessa surgió el amor entre ambos y gracias a los buenos oficios con el arzobispo Guerrero y a su buena relación con Juan Latino se planificó la boda y el arzobispado le ofreció a Juan la cátedra de latín, que estaba bajo su competencia y el duque le ofreció una dote de 6000 maravedíes para doblegar las reticencias del padre de la novia, que no estaba muy por la labor.



         Juan se integró por completo en la sociedad granadina y ejerció su docencia en la universidad durante 20 años. El matrimonio vivió felizmente, que se sepa. Tuvieron cuatro o cinco hijos. En el conflicto de los moriscos de las Alpujarras, Juan tomó partido por el duque de Sessa, que acompañó a Don Juan de Austria en la represión cruenta de la rebelión. Sin la influencia del ducado de Sessa la proyección de Juan como primer catedrático negro de Europa no creo que se hubiera producido. En honor a la verdad, eso no le quita un pelo de mérito a la singular inteligencia de Juan y a sus dotes de persuasión frente a las fuerzas vivas de la época, que llegaron a integrarlo como uno más de ellos durante la segunda mitad del siglo XVI, en la que Juan desplegó su singularidad intelectual, fuera de toda duda, y su capacidad de adaptación a la sociedad granadina de su época, sin que el color de su piel fuera un inconveniente insalvable para su desenvolvimiento.



         Una vez fuera de la universidad por cuestión de edad y se su ceguera sobrevenida, vivió una vida longeva hasta su muerte en 1590. Tanto su cuerpo como el de su esposa y sus hijos, reposan en la iglesia de Santa Ana, junto al río Darro y a la Chancillería, en plena Plaza Nueva. La experiencia de Juan Latino nos vale como un ejemplo de integración individual que no le quita ningún mérito a él como persona, cuya capacidad intelectual y de integración  social resulta meritoria sin duda ninguna. Pero no podemos extrapolar el fenómeno como si la sociedad granadina hubiera sido un ejemplo de sociedad abierta, salvo el caso de Juan, que nos queda como ejemplo destacado de su capacidad de adaptación individual, que de posibilidades objetivas de integración social de la sociedad de su época, como pudo verse sobradamente con el tratamiento de la sublevación morisca y su sangrienta represión, de la que Juan formó parte, y de su posterior persecución hasta las pragmáticas de 1609 y siguientes, que supusieron el drama final, que todavía perdura.   
 


  

2 comentarios:

  1. Gracias Antonio por traernos esta mañana un fragmento de la Historia, de nuestra historia. Un abrazo

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  2. No conocía a esta persona. Gracias Antonio. Pero nada, no aprendemos.

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