Podríamos
decir que se ha puesto de moda la salud mental. Sé que dicho así no deja de ser
una frivolidad como otra cualquiera. Lo que sí se aprecia es que, en este momento,
se habla más de salud mental que en años anteriores. Parece que con el auge del
COVIT y los cambios sustanciales de vida que trajo consigo, hemos caído en la
cuenta que disponemos de una mente que se sustenta en una serie de rutinas que
podemos identificar como forma de vida. Siempre hemos dispuesto de una
estructura identificable y más o menos compartida, pero la costumbre de su
cumplimiento nos ha llevado a desarrollar de hecho unos niveles de cumplimiento
que podían vivir sin necesidad de afectar nuestros fundamentos. Desde el
momento en que la pandemia entró en nuestras costumbres, parece que nuestra estructura de comportamiento se vio alterada
y empezamos a darnos cuenta de que nuestra vida entraba en crisis y nos abocaba
a plantearnos una serie de frustraciones que afectaban a nuestro modo de ver el
mundo y a comportarnos de una manera distinta a la que dábamos por conocida
hasta el momento.
Seguramente
nuestras costumbres no cambiaron tanto por efecto de la pandemia porque
nosotros seguimos siéndolos mismos y el contexto en el que nos tuvimos que
desenvolver tampoco cambió demasiado. Pero es verdad que el simple hecho de que
tuviéramos que cambiar las horas en que podíamos salir a la calle y pasar más
tiempo recluidos en nuestras casas nos
forzó a un tipo de vida nuevo y hasta la estructura académica se vio modificada
con muchas más horas en el interior de las viviendas y muchas menos para convivir en la calle. Quizá no importa
tanto cuantificar hasta dónde han alcanzado los cambios que se impusieron en
aquellos momentos, pero fueron suficientes para hacernos ver que determinadas
rutinas podían cambiar y que las frustraciones que ocasionaban los nuevos
cumplimientos significaban poner en crisis el sistema de vida conocido. Nos
vimos obligados a modificar parte de nuestro esquema tradicional.
La
pandemia no acabó pero la hemos integrado, de modo que la hemos afrontado como
un hecho cíclico, como si se tratara de una gripe que necesita ser combatida en
un periodo concreto del año, en otoño concretamente, y la hemos incorporado
como una incidencia más con la que tenemos que aprender a vivir. Así lo hemos
hecho como si el cambio se pudiera resolver con una vacuna. Los efectos de
aquel cambio de vida fueron bastante más complejos que los estrictamente
clínicos y, con el tiempo, los hemos visto aflorar en todos los sectores de
nuestro comportamiento. Los hemos concentrado en la salud mental, en parte por los
cambios que nos produjo la presencia de aquel virus, pero también en parte por
nuestra resistencia a integrar las frustraciones
que significó en su momento el cambio de la forma de vida que teníamos
integrada. Nos costó esfuerzo entonces integrar los cambios y nos cuesta en
este momento volver a la normalidad porque, aunque no nos demos cuenta, la
normalidad a la que volvemos no es exactamente la que dejamos.
Nos hemos centrado en la salud mental porque sus consecuencias se han puesto más a la vista como efecto de la pandemia, pero también porque aprovechando los efectos de la pandemia nos hemos fijado más en problemas mentales que ya estaban presentes y apenas les hacíamos caso, pero aprovechando las incorporaciones específicas a las que nos forzó aquel tiempo de cambio, se pusieron de manifiesto frustraciones que tuvimos que integrar y las dificultades que significaban su incorporación a nuestra forma de vida nueva. No hay que tener miedo a las frustraciones que tenemos que asumir por los cambios que nos vienen dados. Nuestras posibilidades de adaptación son ilimitadas y nos permiten integrar nuevas formas de comportarnos o de pensar para adaptarnos a los nuevos tiempos que nos va tocando vivir. Aprender a aprender puede convertirse en uno de los grandes logros a integrar en nuestra forma de ser.
También puede ser que al tener más tiempo vacío de ocupaciones, afloraron comportamientos y observaciones que antes tapaba una vida frenética.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con lo que dices. En cualquier caso, el discurso de las posibilidades es para tomarlo con serenidad. Un beso.
EliminarMe parece otro análisis genial.
ResponderEliminarMuy bueno, amigo querido.
Muy interesante 😃
Gracias 😊
Besos 🥰
Son palabras estimulantes, puede que demasiado, pero que agradezco profundamente porque estoy seguro que son sinceras. Un beso.
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