Una
vez concluído el largo proceso de elecciones, una vez digerida la borrachera de
poder de la derecha, que ha cubierto con sus colores la mayoría de España,
hasta el punto que daba la impresión de que le sobraban las encuestas y demás
previsiones cuando llegamos a las generales. Una vez que la vida, como bien se
sabe, da muchas vueltas y nadie debe vender la piel del oso antes de cazarlo,
los resultados indiscutibles que le derecha esperaba como colofón del proceso
de cambio que tenía en sus cálculos, y resulta que se pasó de frenada dando por buenos unos
resultados, que pregonaba a bombo y platillo, a los que les faltaba un pequeño
detalle: el recuento de los votos. Ciertamente, obtuvo un magnífico resultado
cuyo contenido estaba engordado por la absorción de Ciudadanos, que ha desaparecido
del mapa por completo, junto a un buen bocado de VOX por efecto del voto útil,
pese a que esta fuerza mantiene un grupo nada despreciable de más de 30
diputados, que son muchos votos.
Desde
los primeros momentos del recuento ya se veía que algo no cuadraba, porque los
dos grandes partidos acumulaban porcentajes a la par y eso no era lo previsto.
A medida que los números avanzaban, el PP se distanciaba, pero con tan
desesperante lentitud que sus 150 y más diputados de la mayoría de los sondeos
no había manera de acercarlos. Tanto más cuanto que el otro mayoritario, el
PSOE, lejos de hundirse en la miseria arrastrado por el endiablado sanchismo,
resulta que se resistía como gato panza arriba y hasta repuntaba de los 120
diputado que traía de la legislatura anterior. El total fue que la derecha ganó
con solvencia pero que los números no llegaban al fatídico 176 de la mayoría
absoluta que parecía hasta sobrado según las buenas encuestas. Esa misma noche
se echó mano al recurso de que debía gobernar la lista más votada a ver si así
colaba alguna forma de hegemonía, sabiendo, ellos mismos y todos, que en España
no gobierna la lista más votada sino quien logra concentrar una mayoría parlamentaria
suficiente. Tanto más cuanto que el propio PP ya arrastraba algunos acuerdos.
Extremadura, Valencia… en los que habían pactado, desbancando a la lista más
votada.
El
total es que, a estas alturas andamos con la conciencia de que el PP ha ganado
pero que los números no le dan para gobernar y que le toca al PSOE y SUMAR
intentarlo porque disponen de mayor capacidad de interlocución. España es
suficientemente diversa como para disponer de fuerzas menores que, sumadas a
través de las consiguientes negociaciones, pueden alcanzar el ansiado 176 de la
mayoría absoluta que permita gobernar bajo
la presidencia del diabólico Pedro Sánchez. Eso o en el caso de que
fuera imposible un acuerdo, plantear la vergonzante repetición electoral que
significaría tarjeta roja para todos porque no es el pueblo quien no ha votado
bien, sino las fuerzas negociadoras que habrán sido incapaces de ponerse de acuerdo
con lo que el pueblo ha votado. Los resultados no son buenos ni malos. Son los
que son y los políticos, lo que deben hacer es obedecerlos porque es lo que la
ciudadanía ha dicho, que es quien manda.
Parece que las alaracas del triunfo insuficiente bajan de tono y los silencios de la coalición capaz de conseguir un gobierno, anda discutiendo la mejor manera de convencer a unos y a otros para salir de este atolladero en el que todos se encuentran, intentando dar forma a unos resultados que no se esperaban. Por cierto, un pequeño detalle del que oigo hablar poco. Hace cinco años, los independentistas catalanes rozaban el 50%. Después de estas elecciones se quedan en el 28%. ¿Podría esto querer decir que alguien ha acertado con la política en Cataluña y que otro alguien debería bajar el tono de las críticas al gobierno, a la vista de los resultados?. Vamos a terminar esta reflexión sobre los resultados electorales que pretende ser justa si bien no ecuánime, sencillamente porque es imposible. Corramos un tupido velo y no molestemos a quienes se ocupan de las negociaciones discretas hasta ver si nos ofrecen lo antes posible la mayoría de gobierno que necesitamos.
Teniendo en cuenta los resultados de Catalunya, éste sería elemento de celebrar el cacareado referéndum dejando claro que no volvería a repetirse hasta pasados 25 o 50 años. Alfonso.
ResponderEliminarPues claro, coño. Eso o algo en esa dirección, que este pais es de todos. Un a<brazo.
ResponderEliminar