Antes
de levantarme, que lo suelo hacer alrededor de las seis y media de la mañana, ya
andaba con el ceremonial del voto en la cabeza. En la última votación, hace
unos tres meses, estaba doblando mis papeletas para meterlas en sus sobres y,
por primera vez en mi vida, un señor muy educado se me acercó y me preguntó si
necesitaba ayuda. Los temblores habituales de mis manos eran visibles y me
dificultaban doblar las papeletas y meterlas en sus sobres correspondientes. En
un momento cumplimentó mis preparativos, cosa que le agradecí con la misma amabilidad con que se había ofrecido y pude
ejercer mi derecho como si tal cosa. Pues antes de levantarme esta mañana ya no
contemplaba mi votación pendiente, hoy es día de elecciones, de otro modo que
el de que alguien me vea preparando mis papeles, con mis temblores
correspondientes, y se ofrezca de nuevo a ayudarme a cumplimentar los
preparativos. Si vuelve a ocurrir así, considero que se me pondrá muy difícil
imaginar el ritual sin pensar el que alguien me ofrezca su ayuda porque mis
dificultades no se van a suavizar en elecciones sucesivas. Al contrario.
Lo
referentes que nos muestra la vida sobre cualquier acontecimiento, se nos
marcan a fuego y se incorporan a nuestra memoria como si las cosas nunca hubieran
sucedido de otro modo. Inevitablemente, recuerdo haberlo comentado cuando los
hechos de EEUU y después los de Brasil sucedieron, de modo que el día más
importante de la democracia, que es el ritual en el que la ciudadanía introduce
su voluntad en forma de voto en una urna de la que, una vez cumplimentada y
recontada debe salir el poder legítimo que asuma el gobierno para un nuevo
periodo electoral, bien con una nueva mayoría o con la repetición de la
existente, en función de lo que los resultados de las urnas arrojen. Pues
aquellas imágenes indignas de grupos de ciudadanos asaltando los congresos para
imponer su voluntad arbitraria por encima de lo que hubieran dictaminado las
urnas, rigurosamente escrutadas, con todas sus garantías. Ese fantasma también
se ha hecho presente en España, en esta ocasión con el voto por correo, sin más
argumento fehaciente que la prevención. Los datos, ahora que los tenemos, han
dado un resultado record de afluencia y un proceso limpio.
Todos
sabemos de siempre que el proceso democrático está fundamentado en la
fragilidad porque su valor final debe ser avalado por todas las fuerzas que han
concurrido a cada uno de los procesos, o a la justicia en el caso que se
detecte algún abuso manifiesto. No sé si podrá ser la incertidumbre de lo que
no ha pasado o el exceso de confianza de alguna de las fuerzas contendientes, lo
cierto es que todos debiéramos imponernos un poco de prudencia sobre nuestros
miedos hasta disponer de los datos ciertos que nos puede haber arrojado el
recuento final. Porque cualquier proceso no se termina hasta que los resultados
finales no han dicho su última palabra y el aval de los participantes lo
rubrica. De ahí su enorme dificultad y su grandeza. Cualquier salida de tono,
protagonizada por un líder antes de tiempo, sin las debidas garantías, puede
embarrar todo el proceso e introducir a la ciudadanía en un estado de duda y
desconfianza que es veneno puro ante la fragilidad que el proceso lleva
implícito de por sí.
En cuanto termine mi comunicación dominical con este blog que me va dibujando semana a semana, me tiro a la calle a depositar mi voto, una vez más y, afortunadamente, ya van muchas que podemos contarlo. Me comerán los nervios a lo largo del día, lo sé, porque quiero que ganen los que yo voto, que considero que son los mejores en programa y en personas que lo defiendan y tendré que esperar hasta que los resultados finales pongan a cada uno en su lugar. Pero el nudo más fuerte que me anda por dentro del cuerpo no es si ganan los que yo quiero o no, con ser importante. Más decisivo todavía que la distribución del poder que arrojen las urnas es el hecho de que todos confiemos en que lo que se está haciendo es limpio y que los resultados deben ofrecernos confianza, tanto si se inclinan a nuestro favor como si no.
Así es, amigo.
ResponderEliminarHaré lo propio cuando, después de ver las noticias, den algún dato...
No sé por qué, hoy eso me parece importante. Algún escrutinio desde ahí, aunque no lo creo posible antes de las ocho o nueve de la noche.
Y con todo, hasta el martes o miércoles, cuando se hayan escrutado los millones que llegarán por Correo, no sabremos nada definitivo.
Un sólo voto sí podría hacer la diferencia esta vez.
Los jóvenes están demasiado desencantados, hartos... Y la mayoría, salvo los novatos, no votarán, me temo. Llevamos demasiadas y demasiados desengaños.
También deseo que ganen quienes deseamos... Aunque es simplemente lo menos malo y por conciencia. Pero tengo tanta falta de confianza en general, que no sé cómo va a acabar esto.
Triste perder la ilusión después de tantas décadas. Oír sólo sus nombres me produce urticaria en el cerebro...
Feliz domingo de LOS VENTILADORES. Será inolvidable aunque sólo sea por eso... jajaja jajaja 😂😅😆... En fin... Ni rebuscando algo de humor me anima uestro futuro y especialmente el de nuestros hijos. Lo hemos hecho fatal. Y me siento responsable de alguna manera por pertenecer a la generación del caos y la destrucción, Humana y Ambiental...
Feliz día... Y tranquilo. Sea lo que sea, ya hacemos más de lo que podemos y nos hemos quemado para hacerlo lo mejor que hemos podido y sabido.
Descansa... Espera a mitad de semana. Desconecta. Nos enteraremos aunque no queramos, aunque no es el caso.
Y a rezar a ido y por todo lo que se menea... Besos y abrazos a tí y a toda la familia. Sigo deseando mucho hacerte una visita en cuanto me sea posible, si también sigues queriendo, claro.
Sabes que te quiero mucho,¿Verdad?
ResponderEliminarBueno, por si las dudas, te lo recuerdo, amigo 😉😉
Besotes canariones hasta Granada
La música, maravillosa, como siempre. Gracias 🫂😊❤️
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